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DESECONOMIAS |
por
Julio Nudler
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Marche otro Brady
Al pobre Fondo Monetario Internacional no le sale
una bien, ni se la perdonan. Ahora lo fustigan por haber liderado
la Operación Blindaje, destinada a evitar la cesación
de pagos argentina, la cual tal vez culmine precisamente en lo
que se quiso evitar. Según dijo Charles Calomiris, economista
de la Universidad de Columbia, en una reciente exposición
ante la Comisión Bicameral del Congreso estadounidense,
el FMI está repitiendo el mismo error que cometió
con América latina durante los años 80; es
decir, posponiendo la reestructuración de la deuda soberana
(pública). En otros términos: si aquel error
desembocó en el Plan Brady, con quita y reprogramación,
esta vez va a repetirse la historia, y con un país que,
como la Argentina, firmó el Brady nueve años atrás.
Según describió el griego, la carga de los
servicios de la deuda se ha exacerbado vertiginosamente en los
últimos tres años, al tiempo que las exportaciones
se han estancado. El resultado es la imposibilidad futura de la
Argentina de generar ingresos suficientes de divisas para cumplir
con su deuda. El apoyo del FMI a la Argentina recalcó
pospone pero no resuelve el problema. Más aún: hará
que empeore. Dos conclusiones inmediatas. La primera, que
al expositor le preocupa la incapacidad argentina de generar dólares
es decir, su balance en cuenta corriente, en lugar
de fijarse primero si el Estado tiene el superávit fiscal
(en pesos) que necesita para afrontar su deuda. La segunda, que
cuando se demuestre definitivamente la inutilidad del blindaje,
el país estará peor que cuando lo obtuvo (y cuando
desde la Casa Rosada se mandó imprimir miles de afiches
celebratorios). Para el olímpico Calomiris, por más
que el Fondo, interesado sobre todo en rescatar a los acreedores,
haya querido impedirlo, la Argentina enfrentará un
desagradable período de crisis económica y financiera.
¿Más todavía? Así parece. En su visión,
no hay recuperación posible sin reprogramar la deuda. Por
tanto, todo aquello que dilate el momento de la renegociación
prolonga el sufrimiento y aleja la salida de la crisis.Al pobre
Fondo Monetario Internacional no le sale una bien, ni se la perdonan.
Ahora lo fustigan por haber liderado la Operación Blindaje,
destinada a evitar la cesación de pagos argentina, la cual
tal vez culmine precisamente en lo que se quiso evitar. Según
dijo Charles Calomiris, economista de la Universidad de Columbia,
en una reciente exposición ante la Comisión Bicameral
del Congreso estadounidense, el FMI está repitiendo
el mismo error que cometió con América latina durante
los años 80; es decir, posponiendo la reestructuración
de la deuda soberana (pública). En otros términos:
si aquel error desembocó en el Plan Brady, con quita y
reprogramación, esta vez va a repetirse la historia, y
con un país que, como la Argentina, firmó el Brady
nueve años atrás. Según describió
el griego, la carga de los servicios de la deuda se ha exacerbado
vertiginosamente en los últimos tres años, al tiempo
que las exportaciones se han estancado. El resultado es la imposibilidad
futura de la Argentina de generar ingresos suficientes de divisas
para cumplir con su deuda. El apoyo del FMI a la Argentina recalcó
pospone pero no resuelve el problema. Más aún: hará
que empeore. Dos conclusiones inmediatas. La primera, que
al expositor le preocupa la incapacidad argentina de generar dólares
es decir, su balance en cuenta corriente, en lugar
de fijarse primero si el Estado tiene el superávit fiscal
(en pesos) que necesita para afrontar su deuda. La segunda, que
cuando se demuestre definitivamente la inutilidad del blindaje,
el país estará peor que cuando lo obtuvo (y cuando
desde la Casa Rosada se mandó imprimir miles de afiches
celebratorios). Para el olímpico Calomiris, por más
que el Fondo, interesado sobre todo en rescatar a los acreedores,
haya querido impedirlo, la Argentina enfrentará un
desagradable período de crisis económica y financiera.
¿Más todavía? Así parece. En su visión,
no hay recuperación posible sin reprogramar la deuda. Por
tanto, todo aquello que dilate el momento de la renegociación
prolonga el sufrimiento y aleja la salida de la crisis.Al pobre
Fondo Monetario Internacional no le sale una bien, ni se la perdonan.
Ahora lo fustigan por haber liderado la Operación Blindaje,
destinada a evitar la cesación de pagos argentina, la cual
tal vez culmine precisamente en lo que se quiso evitar. Según
dijo Charles Calomiris, economista de la Universidad de Columbia,
en una reciente exposición ante la Comisión Bicameral
del Congreso estadounidense, el FMI está repitiendo
el mismo error que cometió con América latina durante
los años 80; es decir, posponiendo la reestructuración
de la deuda soberana (pública). En otros términos:
si aquel error desembocó en el Plan Brady, con quita y
reprogramación, esta vez va a repetirse la historia, y
con un país que, como la Argentina, firmó el Brady
nueve años atrás. Según describió
el griego, la carga de los servicios de la deuda se ha exacerbado
vertiginosamente en los últimos tres años, al tiempo
que las exportaciones se han estancado. El resultado es la imposibilidad
futura de la Argentina de generar ingresos suficientes de divisas
para cumplir con su deuda. El apoyo del FMI a la Argentina recalcó
pospone pero no resuelve el problema. Más aún: hará
que empeore. Dos conclusiones inmediatas. La primera, que
al expositor le preocupa la incapacidad argentina de generar dólares
es decir, su balance en cuenta corriente, en lugar
de fijarse primero si el Estado tiene el superávit fiscal
(en pesos) que necesita para afrontar su deuda. La segunda, que
cuando se demuestre definitivamente la inutilidad del blindaje,
el país estará peor que cuando lo obtuvo (y cuando
desde la Casa Rosada se mandó imprimir miles de afiches
celebratorios). Para el olímpico Calomiris, por más
que el Fondo, interesado sobre todo en rescatar a los acreedores,
haya querido impedirlo, la Argentina enfrentará un
desagradable período de crisis económica y financiera.
¿Más todavía? Así parece. En su visión,
no hay recuperación posible sin reprogramar la deuda. Por
tanto, todo aquello que dilate el momento de la renegociación
prolonga el sufrimiento y aleja la salida de la crisis.
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