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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
08 ABRIL 2001








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Marche otro Brady

Al pobre Fondo Monetario Internacional no le sale una bien, ni se la perdonan. Ahora lo fustigan por haber liderado la Operación Blindaje, destinada a evitar la cesación de pagos argentina, la cual tal vez culmine precisamente en lo que se quiso evitar. Según dijo Charles Calomiris, economista de la Universidad de Columbia, en una reciente exposición ante la Comisión Bicameral del Congreso estadounidense, “el FMI está repitiendo el mismo error que cometió con América latina durante los años ‘80; es decir, posponiendo la reestructuración de la deuda soberana (pública)”. En otros términos: si aquel error desembocó en el Plan Brady, con quita y reprogramación, esta vez va a repetirse la historia, y con un país que, como la Argentina, firmó el Brady nueve años atrás. Según describió el griego, “la carga de los servicios de la deuda se ha exacerbado vertiginosamente en los últimos tres años, al tiempo que las exportaciones se han estancado. El resultado es la imposibilidad futura de la Argentina de generar ingresos suficientes de divisas para cumplir con su deuda. El apoyo del FMI a la Argentina –recalcó– pospone pero no resuelve el problema. Más aún: hará que empeore”. Dos conclusiones inmediatas. La primera, que al expositor le preocupa la incapacidad argentina de generar dólares –es decir, su balance en cuenta corriente–, en lugar de fijarse primero si el Estado tiene el superávit fiscal (en pesos) que necesita para afrontar su deuda. La segunda, que cuando se demuestre definitivamente la inutilidad del blindaje, el país estará peor que cuando lo obtuvo (y cuando desde la Casa Rosada se mandó imprimir miles de afiches celebratorios). Para el olímpico Calomiris, por más que el Fondo, interesado sobre todo en rescatar a los acreedores, haya querido impedirlo, “la Argentina enfrentará un desagradable período de crisis económica y financiera”. ¿Más todavía? Así parece. En su visión, no hay recuperación posible sin reprogramar la deuda. Por tanto, todo aquello que dilate el momento de la renegociación prolonga el sufrimiento y aleja la salida de la crisis.Al pobre Fondo Monetario Internacional no le sale una bien, ni se la perdonan. Ahora lo fustigan por haber liderado la Operación Blindaje, destinada a evitar la cesación de pagos argentina, la cual tal vez culmine precisamente en lo que se quiso evitar. Según dijo Charles Calomiris, economista de la Universidad de Columbia, en una reciente exposición ante la Comisión Bicameral del Congreso estadounidense, “el FMI está repitiendo el mismo error que cometió con América latina durante los años ‘80; es decir, posponiendo la reestructuración de la deuda soberana (pública)”. En otros términos: si aquel error desembocó en el Plan Brady, con quita y reprogramación, esta vez va a repetirse la historia, y con un país que, como la Argentina, firmó el Brady nueve años atrás. Según describió el griego, “la carga de los servicios de la deuda se ha exacerbado vertiginosamente en los últimos tres años, al tiempo que las exportaciones se han estancado. El resultado es la imposibilidad futura de la Argentina de generar ingresos suficientes de divisas para cumplir con su deuda. El apoyo del FMI a la Argentina –recalcó– pospone pero no resuelve el problema. Más aún: hará que empeore”. Dos conclusiones inmediatas. La primera, que al expositor le preocupa la incapacidad argentina de generar dólares –es decir, su balance en cuenta corriente–, en lugar de fijarse primero si el Estado tiene el superávit fiscal (en pesos) que necesita para afrontar su deuda. La segunda, que cuando se demuestre definitivamente la inutilidad del blindaje, el país estará peor que cuando lo obtuvo (y cuando desde la Casa Rosada se mandó imprimir miles de afiches celebratorios). Para el olímpico Calomiris, por más que el Fondo, interesado sobre todo en rescatar a los acreedores, haya querido impedirlo, “la Argentina enfrentará un desagradable período de crisis económica y financiera”. ¿Más todavía? Así parece. En su visión, no hay recuperación posible sin reprogramar la deuda. Por tanto, todo aquello que dilate el momento de la renegociación prolonga el sufrimiento y aleja la salida de la crisis.Al pobre Fondo Monetario Internacional no le sale una bien, ni se la perdonan. Ahora lo fustigan por haber liderado la Operación Blindaje, destinada a evitar la cesación de pagos argentina, la cual tal vez culmine precisamente en lo que se quiso evitar. Según dijo Charles Calomiris, economista de la Universidad de Columbia, en una reciente exposición ante la Comisión Bicameral del Congreso estadounidense, “el FMI está repitiendo el mismo error que cometió con América latina durante los años ‘80; es decir, posponiendo la reestructuración de la deuda soberana (pública)”. En otros términos: si aquel error desembocó en el Plan Brady, con quita y reprogramación, esta vez va a repetirse la historia, y con un país que, como la Argentina, firmó el Brady nueve años atrás. Según describió el griego, “la carga de los servicios de la deuda se ha exacerbado vertiginosamente en los últimos tres años, al tiempo que las exportaciones se han estancado. El resultado es la imposibilidad futura de la Argentina de generar ingresos suficientes de divisas para cumplir con su deuda. El apoyo del FMI a la Argentina –recalcó– pospone pero no resuelve el problema. Más aún: hará que empeore”. Dos conclusiones inmediatas. La primera, que al expositor le preocupa la incapacidad argentina de generar dólares –es decir, su balance en cuenta corriente–, en lugar de fijarse primero si el Estado tiene el superávit fiscal (en pesos) que necesita para afrontar su deuda. La segunda, que cuando se demuestre definitivamente la inutilidad del blindaje, el país estará peor que cuando lo obtuvo (y cuando desde la Casa Rosada se mandó imprimir miles de afiches celebratorios). Para el olímpico Calomiris, por más que el Fondo, interesado sobre todo en rescatar a los acreedores, haya querido impedirlo, “la Argentina enfrentará un desagradable período de crisis económica y financiera”. ¿Más todavía? Así parece. En su visión, no hay recuperación posible sin reprogramar la deuda. Por tanto, todo aquello que dilate el momento de la renegociación prolonga el sufrimiento y aleja la salida de la crisis.