Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López

 

El abrazo de oso

La vida exige tomar decisiones respecto de cosas imposibles de fraccionar. Hemos de contraer nupcias con una persona completa, no con la mitad o la tercera parte. Sólo podemos tener un hijo entero, no una fracción. De igual modo, en la vida económica aparecen cosas indivisibles. Los fisiócratas, primeros en analizar el capital, notaron que un emprendimiento productivo exige disponer de ciertos implementos desde el inicio de las operaciones y que no existe la opción de irlos teniendo a medida que la producción avanza. Por ejemplo, el agricultor precisa el arado completo al iniciar la labranza, no puede hacerlo si, en el primer año, tiene sólo la cuchilla, en el segundo la reja, en el tercero la vertedera y así hasta completar el instrumento. El capital inicial es lo más gravoso, pues debe tenerse todo de entrada, aunque éste se amortice a lo largo de muchos períodos, mientras que otros insumos sólo exigen tener para el gasto del período (arrendamiento, semillas, jornales). Los fisiócratas lo llamaban adelantos primitivos. Manuel Belgrano leía a Quesnay y vio en 1795 que el obstáculo para iniciar una empresa agrícola era el capital inicial; propuso ayudar a los jóvenes agricultores “franqueándoles instrumentos para el cultivo y animándolos por cuantos medios fuesen posibles, haciéndoles los adelantamientos primitivos para que comprasen un terreno proporcionado en que pudiesen establecer su granja y las semillas que necesitasen para sus primeras siembras”. Entre países, sin embargo, las inversiones iniciales de mayor monto y cuya capacidad para afrontarlas más los diferencian son las de la industria manufacturera. Encararlas depende de la escala de actividad. Aun el costo fijo más alto se lleva a casi cero por unidad de producto si la escala de actividad es lo bastante alta. Los EE.UU. con un mercado propio de 300 millones de consumidores pueden producir a costos fijos unitarios casi nulos, una situación imposible de alcanzar para cualquier país latinoamericano tomado individualmente. Para los segundos, unirse a EE.UU. en un mercado común sería letal para sus industrias vernáculas y campo libre para artículos similares foráneos. El consejo es proteger a tales industrias hasta lograr un mercado suficiente, no exponerlas a una competencia ruinosa con otras cuyo mercado les permite operar con costos fijos medios insignificantes.



Raúl vive

Sus aportes cubren dos tercios del siglo XX. Nacido en Tucumán, el 17 de abril de 1901, Raúl Prebisch entró con 17 jóvenes años a la UBA en 1918, año de la Reforma. La Revolución Rusa acababa de producirse y tuvo su reflejo aquí en el ala más radical del socialismo, representada por Augusto C. Bunge (el padre de Mario Bunge), profesor en la Facultad de Ciencias Económicas y mentor del Prebisch inicial. Raúl no perdía conferencia alguna de Justo. En el ‘19 leyó completo El Capital, traducido por el fundador del socialismo argentino. Pero en el ‘20, luego de concurrir a clases de Alejandro E. Bunge, hermano del anterior, planteó que el salario obrero debía ajustarse al costo de la vida, no al valor del oro, como planteaba oficialmente el partido. La áspera recriminación de Justo a A. C. Bunge llevó a Prebisch a romper su aún no presentada ficha de afiliación al PS. En 1921, estudiando el fenómeno monetario, notó que en el país el ciclo repercutía de modo distinto y usó por primera vez la dicotomía “centro-periferia”. Participó en el movimiento estudiantil. La facultad le encargó hablar en el homenaje a Pareto en 1923, junto a Broggi. Viajó becado a Australia y Nueva Zelanda, adonde estudió el impuesto al ingreso y el procesamiento de estadísticas. Propuesto como profesor de Economía por los titulares de ambas cátedras (Gondra y Nirenstein), fue el segundo caso en la UBA de nombramiento de un alumno como profesor. El primero fue Ignacio Pirovano, en Medicina, en el siglo XIX. En el ‘25 fue nombrado vicedirector nacional de Estadística y Censos. Como docente, fue un economista neoclásico y en 1926 tradujo a Barone, junto a Nirenstein. En el ‘27 se le encargó organizar una Oficina de Investigaciones Económicas en el Banco de la Nación, lo que hizo imitando al NBER de EE.UU. En el ‘30 fue llamado a integrar el gabinete de Hacienda. Allí implantó el redescuento, el control de cambios, el impuesto a los réditos y diseñó el primer esbozo de Banco Central. En plena crisis mundial lo convocó la Sociedad de Naciones para organizar una conferencia económica en Londres. En abril del ‘33 la lectura de Los medios de la prosperidad de Keynes le mostró que otro modelo económico era posible. La historia sigue y se recordará este martes 17 en su alma mater, la Facultad de Ciencias Económicas, Córdoba 2122, a las 10 hs. en el Aula Magna, en un acto recordatorio abierto a todos.