El
abrazo de oso
La vida exige tomar decisiones respecto de cosas imposibles
de fraccionar. Hemos de contraer nupcias con una persona completa,
no con la mitad o la tercera parte. Sólo podemos tener un
hijo entero, no una fracción. De igual modo, en la vida económica
aparecen cosas indivisibles. Los fisiócratas, primeros en
analizar el capital, notaron que un emprendimiento productivo exige
disponer de ciertos implementos desde el inicio de las operaciones
y que no existe la opción de irlos teniendo a medida que
la producción avanza. Por ejemplo, el agricultor precisa
el arado completo al iniciar la labranza, no puede hacerlo si, en
el primer año, tiene sólo la cuchilla, en el segundo
la reja, en el tercero la vertedera y así hasta completar
el instrumento. El capital inicial es lo más gravoso, pues
debe tenerse todo de entrada, aunque éste se amortice a lo
largo de muchos períodos, mientras que otros insumos sólo
exigen tener para el gasto del período (arrendamiento, semillas,
jornales). Los fisiócratas lo llamaban adelantos primitivos.
Manuel Belgrano leía a Quesnay y vio en 1795 que el obstáculo
para iniciar una empresa agrícola era el capital inicial;
propuso ayudar a los jóvenes agricultores franqueándoles
instrumentos para el cultivo y animándolos por cuantos medios
fuesen posibles, haciéndoles los adelantamientos primitivos
para que comprasen un terreno proporcionado en que pudiesen establecer
su granja y las semillas que necesitasen para sus primeras siembras.
Entre países, sin embargo, las inversiones iniciales de mayor
monto y cuya capacidad para afrontarlas más los diferencian
son las de la industria manufacturera. Encararlas depende de la
escala de actividad. Aun el costo fijo más alto se lleva
a casi cero por unidad de producto si la escala de actividad es
lo bastante alta. Los EE.UU. con un mercado propio de 300 millones
de consumidores pueden producir a costos fijos unitarios casi nulos,
una situación imposible de alcanzar para cualquier país
latinoamericano tomado individualmente. Para los segundos, unirse
a EE.UU. en un mercado común sería letal para sus
industrias vernáculas y campo libre para artículos
similares foráneos. El consejo es proteger a tales industrias
hasta lograr un mercado suficiente, no exponerlas a una competencia
ruinosa con otras cuyo mercado les permite operar con costos fijos
medios insignificantes.
Sus aportes cubren dos tercios del siglo XX. Nacido
en Tucumán, el 17 de abril de 1901, Raúl Prebisch
entró con 17 jóvenes años a la UBA en 1918,
año de la Reforma. La Revolución Rusa acababa de producirse
y tuvo su reflejo aquí en el ala más radical del socialismo,
representada por Augusto C. Bunge (el padre de Mario Bunge), profesor
en la Facultad de Ciencias Económicas y mentor del Prebisch
inicial. Raúl no perdía conferencia alguna de Justo.
En el 19 leyó completo El Capital, traducido por el
fundador del socialismo argentino. Pero en el 20, luego de
concurrir a clases de Alejandro E. Bunge, hermano del anterior,
planteó que el salario obrero debía ajustarse al costo
de la vida, no al valor del oro, como planteaba oficialmente el
partido. La áspera recriminación de Justo a A. C.
Bunge llevó a Prebisch a romper su aún no presentada
ficha de afiliación al PS. En 1921, estudiando el fenómeno
monetario, notó que en el país el ciclo repercutía
de modo distinto y usó por primera vez la dicotomía
centro-periferia. Participó en el movimiento
estudiantil. La facultad le encargó hablar en el homenaje
a Pareto en 1923, junto a Broggi. Viajó becado a Australia
y Nueva Zelanda, adonde estudió el impuesto al ingreso y
el procesamiento de estadísticas. Propuesto como profesor
de Economía por los titulares de ambas cátedras (Gondra
y Nirenstein), fue el segundo caso en la UBA de nombramiento de
un alumno como profesor. El primero fue Ignacio Pirovano, en Medicina,
en el siglo XIX. En el 25 fue nombrado vicedirector nacional
de Estadística y Censos. Como docente, fue un economista
neoclásico y en 1926 tradujo a Barone, junto a Nirenstein.
En el 27 se le encargó organizar una Oficina de Investigaciones
Económicas en el Banco de la Nación, lo que hizo imitando
al NBER de EE.UU. En el 30 fue llamado a integrar el gabinete
de Hacienda. Allí implantó el redescuento, el control
de cambios, el impuesto a los réditos y diseñó
el primer esbozo de Banco Central. En plena crisis mundial lo convocó
la Sociedad de Naciones para organizar una conferencia económica
en Londres. En abril del 33 la lectura de Los medios de la
prosperidad de Keynes le mostró que otro modelo económico
era posible. La historia sigue y se recordará este martes
17 en su alma mater, la Facultad de Ciencias Económicas,
Córdoba 2122, a las 10 hs. en el Aula Magna, en un acto recordatorio
abierto a todos.
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