Los
secretos de la canasta
Por
Maximiliano Montenegro
Domingo Cavallo es el único ministro de Economía
de la última década, incluido él mismo durante
su primera gestión, que se da el lujo de hablar sin vueltas
de la evidente sobrevaluación del peso. Para
colmo, desde hace meses que no para de hablar de abandonar la paridad
fija 1 peso igual a 1 dólar para pasar a un esquema cambiario
que ate al peso a una canasta de monedas integrada al principio
por el dólar y el euro. Semejante verborragia alrededor del
tema tabú provocó desconcierto, empezando por aquellos
endeudados en dólares que temen que una devaluación
los termine por sepultar. El propio Cavallo, contradictorio y ambiguo
cada vez que aborda la cuestión, negó que éste
sea el momento oportuno para aplicar la canasta y tuvo que salir
a desmentir que su intención fuera devaluar. Sin embargo,
dijo que el momento ideal hubiera sido enero del 99, por cómo
evolucionó desde entonces la relación dólar/euro.
Y, si se hubiera implementado entonces, hoy los argentinos tendrían
que sacar de sus bolsillos 1,17 peso para comprar 1 dólar.
¿Cómo funciona la canasta de monedas?; ¿cómo
impactaría sobre los endeudados en dólares? y ¿por
qué Cavallo insiste con esa idea ante la opinión pública
cuando todos los analistas consultados por Cash dicen que es impracticable
a corto plazo?
El mismo, durante su primer paso por el Ministerio de Economía,
Roque Fernández, Machinea o López Murphy nunca se
animaron a encarar tan frontalmente el tema tabú. Ni siquiera
los principales consultores de la city lo nombraban por su nombre
por miedo a que sus palabras pudieran derivar en corridas cambiarias.
En lugar de hablar de sobrevaluación del peso,
se puso de moda el problema de la competitividad. Sin
embargo, la segunda versión de Cavallo en Economía
viene con sorpresas también en este punto.
Canasta.
La propuesta de Cavallo es pasar del tipo de cambio fijo 1 peso
igual 1 dólar, a una relación cambiaria en la que
1 peso sería igual a la cotización de una canasta
integrada mitad por dólares y mitad por euros. En la práctica,
la cotización del peso en relación con el dólar
no sería más una paridad fija sino que podría
fluctuar, según lo que sucediera con las cotizaciones, entre
el dólar y el euro. El propio Cavallo los reconoce en su
último libro, tras sugerir que en algún momento
convendría abandonar el tipo de cambio fijo: ... La
gran ventaja de un régimen mixto de respaldo en dólares
y euros es que habría cierta fluctuación del peso
con respecto a ambos... Sería una fluctuación amortiguada
(ver aparte). Por ejemplo, si el euro se devalúa un 20 por
ciento con respecto al dólar, eso significaría que
el peso se devaluaría un 10 por ciento con respecto al dólar
(y se apreciaría sólo un 10 por ciento con respecto
al euro). En concreto, para comprar 1 dólar haría
falta 1,10 peso. A principios de febrero, en un seminario reservado
del JP Morgan en Nueva York, Cavallo expuso su idea de la canasta
y dijo que el mejor momento para adoptarla hubiera sido enero del
99 (ver aparte). Una semana después de asumir como
superministro de la Alianza, en un reportaje al diario Clarín,
volvió a insistir con la oportunidad que se perdió
por no aplicarla en esa fecha. Desde entonces, justamente, el euro
se devaluó fuertemente frente al dólar y al peso,
que está fijo con el dólar. Eso significa que los
productos argentinos se encarecieron notablemente en el mercado
europeo y los productos europeos se abarataron en el mercado argentino.
... Sin duda, la fuerte apreciación del dólar
frente al euro y la mayoría de las monedas en 1999 y 2000
es una de las causas importantes de la deflación y depresión
que vivimos en Argentina, explica Cavallo en su libro.
17 por ciento.
De acuerdo con los cálculos de la consultora de Pedro Lacoste,
si Menem hubiera aceptado la propuesta de Cavallo allá por
enero del 99, atando el peso a una canasta mitad dólar
y mitad euro, hoy para comprar 1 dólar sería necesario
poner 1,17 peso. De otro modo, desde entonces el peso se hubiera
depreciado un 17 por ciento en relación con el dólar.
Además, el peso se hubiera apreciado con respecto al euro
un 17 por ciento menos de lo que se apreció en la realidad.
Desde el punto de vista comercial, hubiera sido el mejor de los
mundos para exportadores o productores locales que compiten con
las importaciones. Los productos argentinos se hubieran abaratado
en relación con la producción del área dólar
y se hubieran encarecido la mitad de lo que efectivamente ocurrió
contra productos europeos. La Fundación Capital, que dirige
Martín Redrado, hizo el ejercicio suponiendo que la canasta
hubiera sido aplicada desde enero del 96, cuando la fundación
elaboró un proyecto en tal sentido. Desde entonces, teniendo
en cuenta las variaciones del dólar y el euro entre sí,
la cotización del dólar hubiera fluctuado desde 0,90
centavos a 1,15 peso, en la actualidad.
Momento. En sus intervenciones académicas y con banqueros,
Cavallo explicó que actualmente no sería un
momento favorable para introducir cambio, dada la tendencia del
dólar a debilitarse y del euro a fortalecerse. De otro
modo: si el dólar empezara a devaluarse contra el euro, lo
mejor sería seguir atado al dólar, para que el peso
también se devaluara frente al euro. Con canasta, las cosas
funcionarían al revés de lo deseado por Cavallo. Por
ejemplo, si el dólar se depreciara 10 por ciento frente al
euro, el peso se apreciaría 5 por ciento frente al dólar
(con 95 centavos se compraría 1 dólar) y se devaluaría
sólo 5 por ciento frente al euro.
Uno a uno.
Esta semana, frente a periodistas franceses, Cavallo ahondó
en precisiones acerca de los tiempos para aplicar la canasta. Afirmó
que, cuando el euro esté más en igualdad con
el dólar, probablemente en 1 a 1, debería ser un bueno
momento. Curiosamente, un funcionario del FMI salió
simultáneamente a avalar esa declaración del ministro.
Hoy, 1 euro compra 90 centavos de dólar o peso. Cuando el
dólar se devalúe hasta que 1 euro sea igual a 1 dólar
igual a 1 peso, sería entonces el momento. Al margen del
efecto psicológico del 1 a 1, lo importante ahí
es que Cavallo cree que a partir de allí el dólar
volvería a apreciarse en el mediano plazo, con lo que Argentina
podría beneficiarse comercialmente con la canasta como se
explicó más arriba.
Realidad.
Hay dos realidades incontrastables en todo esto. Una es que la canasta
significa que la regla de oro durante la última década
(1 peso igual a 1 dólar) pasaría a la historia; es
decir, implica variaciones en la paridad cambiaria. La segunda es
que Cavallo aspira a que ese mecanismo atenúe la sobrevaluación
del peso, depreciándolo gradualmente en el mediano plazo.
Tales variaciones cambiarias serían mucho más violentas
si se incorporara a la canasta el real, la moneda brasileña.
Endeudados.
Lo anterior plantea el mayor problema de la canasta en una economía
hiperdolarizada como la argentina. ¿Si el peso tendiera a
depreciarse, qué sucedería con aquellos que tienen
créditos en dólares y perciben sus ingresos en pesos?
El problema clave de la canasta son las deudas en dólares.
Eso restringe cualquier movimiento cambiario, porque aunque sea
pequeño puede provocar un gran susto, en una economía
tan dolarizada, dice Daniel Heymann, de la Cepal. El
tema de los contratos es muy serio. Porque a futuro se podría
pensar en tomar como referencia a la canasta, pero el tema es qué
hacer con las deudas pasadas, explica Heymann. Y acota que,
salvo Marruecos y otros pocos casos más, la canasta no es
un sistema cambiario difundido en la actualidad, precisamente por
la incertidumbre cambiaria que genera. José María
Fanelli, del Cedes, acuerda en el problema de la gente endeudada
en dólares, porque con la canasta se quiere devaluar
y no revaluar el peso. Carlos Pérez, de la Fundación
Capital, afirma que, automáticamente, se podría crear
un sistema de depósitos y créditos atado a la cotización
de la canasta. Y abrir la posibilidad de que los contratos pasados
se renegocien voluntariamente de modo tal de continuar con los préstamos
en dólares, en canasta o en euros. Pero admite que éste
sería el punto más controvertido y coincide en que
no es el momento. Por otro lado, la mayor parte de la
deuda pública está denominada en dólares, mientras
que el Estado recauda en pesos.
Eurosalario.
Una interpretación distinta de por qué Cavallo machaca
tanto con el euro es que quiere que convivan en Argentina enclaves
de monedas. Así, un empresario que exporta a Europa
se manejaría totalmente en euros y uno que vende a Japón,
en yenes: desde pagar salarios hasta tomar un crédito. La
idea es que sus ingresos, costos y endeudamiento en la misma moneda
eliminan a cero el riesgo cambiario, lo que redundaría en
una menor tasa de interés al tomar crédito.
Pasión por crear
(expectativas). Hoy a Cavallo la canasta no le
sirve de nada. Está bien que lo piense, pero para dentro
de 10 años. No entiendo por qué insiste tanto con
esto, sostiene Fanelli. Heymann cree que quiere desacralizar
la atadura al dólar, frenar la dolarización y abrir
un mercado financiero en otra moneda. La interpretación
de un economista cercano al equipo económico es la siguiente:
Hoy el mercado está evaluando como muy probable que
en los próximos dos años se abandone el tipo de cambio
fijo. En operaciones a dos años, en el sistema financiero
se descuenta un 20 a 25 por ciento de devaluación. Al levantar
este tema, Cavallo quiere ir acostumbrándonos, ir amasando
las expectativas, por si llega el día.
La idea fija
Hace tiempo que anda con la idea fija de que el
tipo de cambio fijo no lo será para siempre. Unos cuarenta
días antes de asumir como ministro de la Alianza, el 8
de febrero pasado, cuando Machinea todavía padecía
en Economía, Cavallo expuso en un seminario reservado de
JP Morgan de Nueva York su propuesta. Los economistas del banco
norteamericano tomaron debida nota del tema. En su visión,
la atadura con el dólar no es siempre la mejor alternativa,
interpretaron. Como ejemplo, Cavallo argumenta que lo mejor
para la economía argentina habría sido modificar
el tipo de cambio fijo por una canasta de monedas de dólar
y euro en enero de 1999... Esta modificación hubiera ayudado
a limitar la apreciación del peso desde entonces...,
asegura un informe de la entidad. Entonces, Cavallo también
reconoció que una modificación de la Convertibilidad
debe ser manejada cuidadosamente y por el equipo correcto.
Y reveló que se le propuso en aquel entonces la canasta
al ex presidente Menem y al gobierno brasileño, pero no
lo escucharon. Los analistas del JP Morgan no quedaron muy entusiasmados
con la idea, que interpretaron como un camino para salir de la
Convertibilidad con devaluación.
DICHOS
Y CONTRACCIONES DEL MINISTRO en relacion A LA CANASTA
Pensando
Argentina año verde
¿Estás
sugiriendo que en algún momento convendría abandonar
el tipo de cambio fijo en Argentina? le pregunta Juan
Carlos De Pablo a Cavallo, en el último libro/entrevista
del ministro titulado Pasión por crear.
Sí. Es perfectamente posible que en algún momento
convenga dejar flotar nuestra moneda... Después agrega: Convertibilidad
con tipo de cambio flotante es el caso más puro de Convertibilidad....
En otro párrafo anticipa: No sería raro que
en un futuro no muy lejano nos convenga combinar dólares
y euros como respaldo para el peso argentino, porque una buena moneda
no sólo tiene que preservar la riqueza financiera a los ciudadanos
sino también prestar buenos servicios comerciales...,
asegura. Y destaca la fuerte apreciación del dólar
y del peso, durante los últimos dos años frente al
euro como una de las causas importantes de la deflación
y depresión que vivimos.
Más adelante, confiesa: Me temo que a esta altura de
la entrevista la gente pueda quedar confundida sobre lo que pienso
del régimen monetario que tenemos aquí y ahora, es
decir en marzo de 2001.
La gente no quedará confundida, sino pasmada acota
De Pablo.
Por las dudas voy a tratar de clarificar. En la Argentina
hay que mantener el régimen monetario tal como lo tenemos
hoy. Quiere decir que tenemos que mantener tres elementos: Convertibilidad,
respaldo en dólares y fijación del tipo de cambio...
contesta Cavallo, empezando a desandar el camino antes recorrido.
Y prosigue con su autodesmentida: ... La fijación del
tipo de cambio es imprescindible en este momento en la Argentina,
porque si no se mantuviera el tipo de cambio fijo se produciría
una inmediata devaluación de la moneda, que ocasionaría
trastornos muy grandes y que llevaría a la gente a pensar
que, de nuevo, nos hemos quedado sin moneda... Así que la
paridad fija no se puede abandonar, enfatiza, en un aporte
más a la confusión general.
Finalmente, fantasea: Pero puede llegar el momento en que
las tasas de interés de mediano y largo plazo en pesos sean
más bajas que en dólares. En ese momento deberíamos
entender que lo más conveniente es abandonar la paridad fija
y dejar flotar nuestra moneda, porque en ese momento nuestra moneda
no se devaluaría sino que se apreciaría.
Y reconoce que ese futuro puede sonar a realismo mágico,
pero se entusiasma con que no sea una mera ilusión: Esto
que puede parecer Argentina año verde, y a lo mejor lo es,
se dio históricamente en otras naciones; por ejemplo, cuando
el marco alemán empezó a flotar frente al dólar...
Si se hace una encuesta, los economistas y el público van
a decir que (esto) es Argentina año verde. Yo creo que no
necesariamente....
principio
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