Domingo Cavallo vs. el mercado financiero

La pulseada

El ministro llamó a los operadores “miopes”. Los inversores le contestaron llevando el riesgo país a niveles record. Cavallo retrocedió volviendo un poco a la ortodoxia. Pero con el magacanje castigó a los especuladores.

Por Claudio Zlotnik

Logrará Domingo Cavallo torcerle el brazo al mercado? ¿Les ganará la pulseada a los especuladores? ¿Podrá con los que él mismo calificó como “miopes que no entienden nada”? A juzgar por los movimientos de algunos grandes jugadores del mercado, el ministro tiene fundamentos para ilusionarse con un final cercano y victorioso de la pelea. El Deutsche Bank, uno de los bancos que manejan grandes carteras de bonos argentinos, distribuyó el siguiente mea culpa entre sus clientes. “Cuando estás equivocado, lo mejor es reconocerlo rápidamente. Nosotros nos equivocamos y deseamos recortar nuestras pérdidas”, escribieron los analistas de la entidad financiera fundamentando su giro: en vez de recomendar ventas agresivas de títulos de deuda, como lo venían haciendo desde principios de la semana previendo una catástrofe económica, un par de días después exhortaron a sus clientes a comprar bonos para no agrandar las pérdidas frente al abrupto cambio del escenario financiero.
El caso del Deutsche no fue el único. Otros, como el estadounidense JP Morgan, también se vieron obligados a dar una vuelta en el aire después de que el Cash de la semana pasada, primero, y Página/12, luego, informaran en exclusiva que el Gobierno analizaba un megacanje de bonos. Esta operación aliviará los vencimientos de deuda de corto plazo y despejará la incertidumbre de los financistas sobre la solvencia de la Argentina, al menos durante un tiempo.
Tal como quedó expuesto más arriba, la novedad desarticuló la ola especulativa sobre los bonos que hizo trepar el riesgo país hasta niveles record. ¿Cómo eran esas operaciones? Los bancos y fondos de inversiones que apostaban a una cesación de pagos salieron a vender títulos en descubierto. O sea, “alquilaban” bonos a quien los poseía, rápidamente los colocaban en el mercado y se sentaban a esperar que la ola de ventas siguiera depreciando los activos. Con los precios más deprimidos, recompraban los bonos y los devolvían a su dueño original. Por estos movimientos, los especuladores obtuvieron jugosas ganancias de capital.
Durante un par de semanas, la city estuvo dividida. De un lado, quienes apostaron a que la Argentina caía en default. Del otro, los bancos locales, preocupados porque si ese presagio se cumplía iban a quedar muy debilitados. En total, las entidades financieras poseen unos 15.500 millones de dólares en bonos emitidos por el Estado. Pero los bancos, forzados a seguir financiando el agujero fiscal del Gobierno, pudieron hacer poco para sostener el precio de los bonos.
Ahora, la pregunta del millón es si, como una década atrás, Domingo Cavallo les habrá ganado la partida a quienes apostaron por su caída.