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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
20 MAYO 2001








 BUENA MONEDA
Por Alfredo Zaiat


El caganje

Nunca antes en el mercado internacional se instrumentó un canje voluntario de deuda soberana tan grande como el que dentro de poco definirá Domingo Cavallo. Tampoco, con las actuales condiciones financieras, existen muchos antecedentes de una operación tan desastrosa para las finanzas futuras de un país. Salvo que el mediterráneo muestre a último momento una carta ganadora que por ahora le fue esquiva, como el aporte de recursos en forma de garantía de los nuevos bonos por parte del Banco Mundial, del Tesoro de Estados Unidos o del Banco Central Europeo, el trueque será un pésimo negocio. No para los bancos organizadores que embolsarán en conjunto no menos de 100 millones de dólares. Pero sí para la Argentina. Tres advertencias para no quedar atrapados de la confusa verborragia de Cavallo:
1. Cuando se conozca el resultado del canje, el ministro seguramente dirá que así se solucionará el problema de la deuda.
Cavallo dijo lo mismo al presentar el Plan Brady de refinanciación masiva de deuda, a fines de 1992, con, vaya casualidad, los mismos protagonistas que lideran el actual canje (David Mulford, Daniel Marx, el propio Cavallo y los banqueros de siempre). El saldo de esa operación financiera está a la vista.
2. También cuando se difundan las condiciones de esta reestructuración de pasivos es probable que se las justifiquen afirmando que peor sería ingresar en una cesación de pagos.
La Argentina está en virtual cesación de pagos. No tiene acceso al mercado voluntario de crédito internacional desde septiembre del año pasado. Y no consigue fondos a tasas “razonables” en la plaza local. Los costos asociados a esa crisis financiera ya se están padeciendo con una recesión y ajuste deflacionario de largos tres años. La clave pasa por encontrar la mejor salida, o sea la menos onerosa, a la cesación de pagos que existe en los hechos. Los últimos vencimientos de deuda se cancelaron con alquimias financieras y auxilios del FMI para disimular la quiebra.
3. No estará ausente el anuncio de que con el canje empezará la etapa de crecimiento vigoroso de la economía.
Si en el canje se definen tasas de interés del 14 al 15 por ciento anual, independientemente de si se disponen años de gracia para aliviar las cargas de cortísimo plazo, se dejará a la Argentina sin chances de recuperarse. ¿Cuál será el destino en un país que acepta condiciones financieras para refinanciar su deuda que solamente pospone su declaración formal de quiebra? Resulta una ingenuidad pensar que un canje a esos niveles de tasas puede ser exitoso o una vía de solución a la cesación de pagos.
En todo caso, será una vía para futuros negocios de los bancos tal como lo explicitó David Mulford (entrevista a Clarín, el jueves pasado), quien ya proyecta otro canje de deuda. “Si el acuerdo resulta exitoso, el Gobierno más adelante podrá refinanciar esta deuda a una tasa más baja. Uno puede reestructurar y recomprar esa deuda pactada a tasa alta por una más baja”, adelantó el exclusivísimo asesor financiero de Cavallo.
¡Tantas mentiras sobre la deuda dijeron financistas y economistas de la city! ¿No era que, después del Brady, era imposible reestructurar la deuda porque los bonos estaban dispersos en miles de inversores y ya no en cabeza de un grupo de bancos? El canje no es otra cosa que una reestructuración. ¡Cuántas cosas afirman los banqueros con impunidad obscena, sin reacción alguna! Mulford avisa con naturalidad que la tasa será muy alta e igualmente el Gobierno se desespera por concretar rápidamente esa operación ruinosa. Así, el canje será, en definitiva, un caganje.