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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
03 JUNIO 2001








 BUENA MONEDA
Por Alfredo Zaiat


La calesita

Cuál ha sido el pecado para padecer semejante burla? Sólo si se trata de purgar alguna culpa es posible entender semejante castigo. Y si no hubo ninguna flaqueza de espíritu será cuestión de resignarse a padecer la impunidad del poder financiero acompañado por el ministro de Economía de turno. O, en todo caso, puede ser que la cosa no sea tan dramática y se trate solamente de una broma de mal gusto para varios que no tienen sentido del humor. Puede ser también que haya muchas tareas pendientes en la economía argentina que permitan entender sus profundos problemas. Pero existe un absurdo por donde se mire que explica el origen de las actuales desgracias. Y gracias al autor de ese despropósito, Domingo Cavallo, se revela las razones del megacanje. En un artículo publicado el lunes pasado en La Nación, el ministro de Economía escribió, con sinceridad bellaca: “La reforma de seguridad social ha tenido un costo, no sólo en cuanto a la carga tributaria adicional que debemos enfrentar, sino también debido al aumento en el déficit fiscal que resulta, automáticamente, en más deuda pública”. O sea, la privatización de la jubilación, en 1994, el negocio del siglo para los bancos dueños de AFJP, implicó más impuestos y más deuda para cubrir el agujero fiscal provocado por esa reforma que no asegura futuras jubilaciones mejores.
La reforma previsional desfinanció al Estado al desviar los aportes jubilatorios de los trabajadores hacia las AFJP. Al respecto, los banqueros, coincidiendo con Cavallo, también son gente franca que no van escondiendo su fortuna. “El objetivo (del megacanje) –escribieron en un informe interno Juan Arranz y Juan Pablo Cabrera, del Banco Río– es corregir el descalce financiero del sector público provocado por la privatización del sistema de jubilaciones y pensiones. Se debe recordar que dicha privatización ha reducido los ingresos de caja del sector público en más de 24 mil millones de dólares (cerca de 3500 millones por año) desde su creación”.
En realidad, el costo para el fisco de esa privatización es el doble, puesto la mayor carga de intereses a pagar por la deuda adicional y también por la tasa de interés más alta pactada, precisamente, por la fragilidad financiera generada por ese crecimiento de la deuda.
Se ha diseñado así una calesita abusiva por la cual el Estado aumenta su endeudamiento para tapar el bache por el dinero girado a las AFJP emitiendo títulos públicos, papeles que compran las AFJP con el dinero que reciben de los trabajadores, fondos que antes iban al Tesoro Nacional. Como el desequilibrio ha sido cada vez más pronunciado, se han buscado diferentes vías para que las AFJP incrementen por encima de los límites legales su porción de cartera en bonos públicos, hasta el 80 por ciento, por ejemplo, en el proyecto de ley de Crédito Público para otorgar a los acreedores la recaudación impositiva como garantía.
El Estado no puede cumplir con una deuda creciente precisamente por el desfinanciamiento de la Seguridad Social a partir de la privatización del sistema. El megacanje de deuda tuvo, como no podía ser de otra manera, a las AFJP como uno de los principales actores, cuando su propia creación ha sido el origen de la presente insolvencia.
Los cambios al régimen previsional agudizaron las dificultades para cerrar el déficit fiscal debido a que a la Seguridad Social le fue retirada abruptamente gran parte de sus recursos (AFJP y menores aportes patronales), pero debe seguir pagando los haberes. Ese desequilibrio de las cuentas públicas aumenta el riesgo país, con el consiguiente incremento de la tasa de interés, caída del nivel de actividad, menores ingresos tributarios y, como saldo, un nuevo plan de ajuste.
Como se ve, en esta calesita siempre los mismos sacan la sortija.