Sorpresas
Domingo
Cavallo está moviendo la estantería, siendo el único
en verdad que puede hacerlo porque él fue quien la construyó,
ciertamente con resultado incierto. Pero moviéndola al fin.
Confuso y contradictorio a la vez que creativo y arriesgado, va
interviniendo aquí y allá en áreas que parecían
vedadas a la imaginación de los economistas tradicionales.
Su estrategia es a todo o nada. Puede llevar a la economía
a salir de la depresión o directamente hacerla estallar.
Fuera de ese saldo que aún no está claro cuál
de los dos será, el mediterráneo ha dejado en evidencia
la escasa creatividad de los economistas de la city que, incluso
compartiendo su receta, no manifiestan capacidad para salir del
libreto de medidas tradicionales.
Cavallo preserva los privilegios de privatizadas y del sector financiero.
Se preocupa por que la deuda se pague, entregando con moño
y todo un negoción a los bancos con el caganje de deuda (vale
la pena detenerse en el artículo de Claudio Lozano que se
publica en la página 5 de este suplemento). Baja impuestos
a unos y otros. Crea el impuesto a las transacciones bancarias.
Aparece todo a cuenta de. Extiende el IVA a sectores exentos. Pero
deja fuera de Ganancias a la renta financiera. Da marcha atrás
con parte de la reforma de Ganancias de Machinea impulsando una
transferencia de ingresos hacia la clase media y media alta, sin
preocuparse por los sectores más castigados. Puede ser que,
justamente, por no romper con la lógica de ese modelo de
distribución regresiva del ingreso es que le cuesta tanto
sacar a la economía de la recesión.
La devaluación para las operaciones de comercio exterior,
ajuste cambiario que denominó factor de empalme,
es una salida sumamente original para romper con el 1 a 1. Como
ha quedado reflejado arriba en esta columna, lo menos que se puede
decir de Cavallo es que es tonto, como se preguntó
ante el auditorio de empresarios y banqueros en el Banco Nación.
En ese mismo discurso el mediterráneo amonestó diciendo
que para los que se sorprenden, si hubieran razonado inteligentemente
hubiera sido posible adelantar el abandono del tipo de cambio para
el comercio exterior. Entonces, resulta estimulante el ejercicio
de anticipar los próximos pasos de Cavallo a partir de sus
propias declaraciones en ese mitin:
- Yo siempre explique que la Ley de Convertibilidad no significa
tipo de cambio fijo de manera definitiva.
El peso, entonces, puede pasar a valer 1, 1 o 1,3 por dólar
dentro de la Convertibilidad. El tipo de cambio seguirá siendo
fijo a otra paridad que el 1 a 1. El Banco Central tendrá
un excedente de reservas; la economía pegará un salto
de competitividad; los salarios se depreciarán; el fisco
tendría más exigencias al tener que juntar más
pesos para comprar los dólares para cumplir con los pagos
de la deuda y los endeudados en dólares deberán esperar
algún mecanismo compensador.
- Tenemos un problema de falta de competitividad de la economía
y lo vamos a corregir sin abandonar el esquema de convertibilidad.
El factor de empalme puede resultar insuficiente ante la incesante
devaluación del real. ¿Y si se incluye el real en
la canasta de empalme? Esa medida puede implementarse mediante una
resolución administrativa sin necesidad de una ley, incorporando
otras monedas, como la brasileña.
- No habrá ninguna alquimia monetaria que altere en
forma sorpresiva el valor de la moneda y que redistribuya los ingresos
de los argentinos.
El que avisa no traiciona. Los cambios serán sencillos y
sin sorpresa porque ya fueron advertidos.
Qué creen, que el ministro de Economía de la
Argentina es un tonto, provocó Cavallo. Mejor estar
preparado para no quedar como uno.
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