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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
2 SETIEMBRE 2001








 BUENA MONEDA

De salvador a mendigo

Fue convocado para generar confianza y ahora es lo que reclama de la gente para que la crisis no termine devorándolo. De salvador a mendigo de fe ha quedado reducida su tarea. Domingo Cavallo ya no tiene ese orgullo propio que tanto admiraban en la city. Volvió diciendo que iba a hablarle a la gente, pero en realidad su discurso sólo es confusión. Define como “versión periodística” un reportaje que le realizaron a él, publicado por Clarín, en el cual afirmó que no respetará el piso de recursos comprometidos a las provincias por la coparticipación de impuestos. Y en la misma conferencia de prensa de presentación de la Carta de Intención con el FMI aseguró que “no va a haber incumplimientos” en el giro de fondos según el Pacto Fiscal, que asegura una base de 1364 millones de pesos mensuales a distribuir. Aunque también dijo que habrá que sentarse a negociar. En definitiva, vale recurrir a la letra impresa de la Carta para saber cómo viene la mano: “Trataremos de reequilibrar los términos convenidos en dicho pacto para generar una ahorro neto de hasta 900 millones durante el resto del año 2001”.
Esa pretensión de ganar recursos por parte de la Nación en detrimento de las provincias refleja que las crisis son una fenomenal herramienta de redistribución de ingresos. La clave en ese proceso pasa por detectar la orientación de esa repartija. Resulta evidente, por caso, que al podar un 13 por ciento los salarios de los empleados públicos y de jubilaciones superiores a 500 pesos se ha elegido una forma de redistribuir ingresos. En el Gobierno dicen que con equidad, porque quedaron excluidos los de remuneraciones más bajas. Evaluación, obviamente, que no es compartida por los recortados. Así, con esa poda y la que se intenta con las provincias, queda en evidencia en esta crisis que una cuestión estructural de los problemas de la economía argentina es la distribución de ingresos.
Cuando se trata de ver cómo se dividen y asignan las porciones de la torta, también se está hablando de cómo se generan los recursos para luego distribuirlos. Y, en el caso argentino, la regresividad de la política económica se da por esas dos vías: se recauda y se ajusta entre los que menos tienen.
Al respecto, resulta ilustrativo un artículo publicado el lunes pasado en El Cronista sobre el pago de dividendos en efectivo de empresas cotizantes en la Bolsa. El reparto de beneficios entre accionistas en el primer semestre de este año fue record histórico, al alcanzar los 2953 millones de pesos, poco más de 100 millones más que en todo 2000. La distribución de utilidades no mostraría otra cosa que, pese a la grave crisis económica, todavía hay sectores con rentabilidad elevada. Pero eso no es lo más relevante, sino que esas rentas repartidas no pagan impuesto a las Ganancias. Cuando surge esa cuestión, Cavallo al igual que el lote de economistas liberales argumentan que si se gravaran los dividendos se estaría incurriendo en doble imposición. Pero más bien vale remitirse a lo que se hace en el mercado capitalista por excelencia, Estados Unidos: se aplica el 30 por ciento de Ganancias a los dividendos en efectivo que distribuyen las compañías.
Ese privilegio que gozan los inversores bursátiles en Argentina restan recursos a un fisco sediento y presionado por cumplir el déficit cero. Esa ventaja impositiva sirve como ejemplo para mostrar cómo se puede hacer una política regresiva o progresiva en la repartija de ingresos manteniendo como objetivo el equilibrio fiscal. Y, casualidad, los 900 millones de pesos que Cavallo quiere sacarles a las provincias es el mismo monto que se podría haber recaudado, con la misma alícuota que aplica el fisco estadounidense, si los dividendos que se distribuyeron en el primer semestre hubieran pagado Ganancias. Parafraseando una histórica frase de campaña electoral de Bill Clinton, ¡es la distribución del ingreso, estúpido!