|
DESECONOMIAS |
por
Julio Nudler
|
Como
la crisis es tangible y el prometido aventamiento del impago de
la deuda no es tangible, los argentinos buscan refugio en la intangibilidad,
que al menos ya es ley para los depósitos bancarios, aunque
no queda del todo claro quién no podrá tocarlos...
Quizá sean sus dueños. De todas formas, así
como unos se insolventan para quedar a salvo de Impositiva, o
pasan a la astuta clandestinidad del negreo, otros pugnan por
intangibilizar sus patrimonios o sus recursos.
Una variante de esta moda es la despresupuestización, que
consiste en emigrar del presupuesto nacional para establecerse
en una isla extrapresupuestaria, una especie de offshore fiscal,
a salvo de recortes y desvíos. El lobby tabacalero acaba
de lograr este status para el Fondo Especial del Tabaco, mientras
que Juan Alemann bate el parche para que la propia AFIP sea despresupuestizada.
Su propuesta es que los fondos para el funcionamiento de Impositiva
y Aduana provengan de un cierto porcentaje de la recaudación,
lo que obraría como un estímulo automático
para recaudar más, sin que importe de quién sea
el mérito, ya que frecuentemente la recaudación
sube o baja por razones propias del ciclo económico y ajenas
a la destreza de los sabuesos.
En esto de tener la vaca atada hay verdaderos maestros, como quienes
cobran peaje en rutas que les fueron entregadas cuando ya habían
sido construidas, o las AFJP, que se apropian compulsivamente
de más del 3 por ciento de los salarios sin ofrecer casi
nada a cambio, entre otros históricos ejemplos. Pero aunque
finalmente medren en base a recursos públicos, desvían
la atención mediante la descarga de todas las culpas sobre
el Estado. Sin embargo, grandes empresas argentinas, de Aluar
a Acindar, o fortunas personales, de Fernando De Santibañes
a los Yoma, se nutrieron insaciablemente de fondos estatales por
vía de subsidios, o de créditos nunca reintegrados,
o de preferencias varias, incluyendo la clásica sobrefacturación
de obras o de inversiones.
|
|