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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
07 OCTUBRE 2001








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler

Religión, patriotismo, piedad,
familia y negocios

Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre se impone volver a las cosas básicas: la religión, el patriotismo, la piedad (¿piedad?: Bush dijo el jueves que no habrá conmiseración), la vida en familia. Estas recomendaciones filosóficas, parecidas en algo a las que provocó el sida, fueron impartidas días pasados por James K. Glassman, miembro del American Enterprise Institute, desde su columna “El mundo de la inversión”, que publica en el International Herald Tribune como guía para quienes desean extraer las mayores rentas financieras de sus ahorros. Precisamente, según Glassman la masacre de Manhattan también indica que los inversores deben retornar a los principios básicos.
Y como uno de ellos es que el pasado es la mejor guía para el futuro, ya que nadie tiene la bola de cristal, recuerda que, aun tras las peores sacudidas políticas o económicas, el mercado accionario norteamericano rebota y cobra mayores alturas. Así, si tras Pearl Harbor perdió 14 por ciento en pocos meses, en sólo un año subió 20 por ciento, y el período 1942/45, mientras Europa se desangraba con unos 50 millones de muertos, fueron cuatro excelentes años para Wall Street, sólo superados por la burbuja inflada entre 1995 y 1998. Religión, patriotismo, piedad, vida hogareña y boyantes negocios. Tanto que entre 1941 y 1945 las acciones rindieron en promedio un 12 por ciento anual, limpio de inflación. Esto significa que, tras el suicidio de Hitler y la rendición de Japón bajo las bombas atómicas, el accionista estadounidense medio era 76 por ciento más rico.
El capitalismo de libre mercado siempre se impondrá, sentencia Glassman, y su expresión más genuina son las acciones que cotizan en Nueva York, a cuadras de donde estaban las Torres Gemelas. Considera un error buscar refugio en el oro, el franco suizo o las praderas australianas. La idea es que el Führer, Jrushov, Saddam Hussein o Bin Laden pueden acentuar con sus actos la volatilidad del mercado, pero nunca revertir la triunfal tendencia del capitalismo de libre mercado.