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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
21 OCTUBRE 2001








Trabajo
precarización

- Los 108 convenios que homologó el Ministerio de Trabajo durante el año contienen cláusulas que reducen los beneficios de los empleados.

- Y muchas empresas ni siquiera los cumplen.

- El 60 por ciento de los convenios firmados en el 2001 redujo el salario de los trabajadores.

- Algunos aumentaron la duración de la jornada laboral sin contraprestación monetaria.

- Otros directamente recortaron el salario nominal.

- Cada vez más sindicatos aceptan descender el mínimo de convenio hasta el piso que marca la Ley de Contrato de Trabajo: 200 pesos mensuales.

- El aumento de la desocupación, que en la medición de octubre treparía al 20 por ciento, alienta la cada vez mayor precarización de las condiciones laborales.

 


Apretados

Por Roberto Navarro

Los empleados de McDonald’s deben pagar 30 pesos por su examen médico prelaboral, son obligados a seguir trabajando luego de fichar la salida y pierden el presentismo por llegar un minuto tarde una vez al mes. El convenio del Sindicato Minero con la empresa Cerro Vanguardia permite que los operarios trabajen hasta seis meses seguidos doce horas diarias sin una sola jornada de descanso. Tiendas C&A tiene a cientos de cobradores telefónicos trabajando al ritmo que les impone una computadora, que corta las comunicaciones y vuelve a llamar sin detenerse durante seis horas continuas. Sin tiempo para ir al baño ni para levantarse ni para pensar un minuto en otra cosa que no sea su trabajo, los empleados soportan esas condiciones no más de un mes y renuncian. Tres ejemplos relevados por Cash de la inédita precarización de las condiciones laborales que se verifica en Argentina. La desocupación, que alcanzaría el 20 por ciento en la próxima medición, la deserción del Estado de su rol de contrapeso en un mercado laboral que perdió el equilibrio y la escasa presencia de muchos sindicatos demolieron los derechos laborales. Los 108 convenios que homologó el Ministerio de Trabajo durante el año contienen cláusulas que reducen beneficios de los empleados y muchas empresas ni siquiera los cumplen.
El 60 por ciento de los convenios firmados en el 2001 redujo el salario de los trabajadores: algunos aumentaron la duración de la jornada laboral sin contraprestación monetaria; otros directamente recortaron el salario nominal. Cada vez más sindicatos aceptan descender el mínimo de convenio hasta el piso que marca la Ley de Contrato de Trabajo: 200 pesos mensuales. Por 1 peso la hora, a un promedio de 48 horas semanales, sindicalistas y empresarios acordaron, entre otras cosas, que los trabajadores deben aceptar movilidad funcional, horario fraccionado, aguinaldo escalonado, vacaciones en otoño, jornadas de doce horas, períodos de prueba de un año y comprometerse a resolver los conflictos sin apelar a medidas de acción directa. Léase: sin hacer huelgas.
El subsecretario de Relaciones Laborales, Juan Manuel Velazco, que homologó esos convenios, aceptó ante Cash que los acuerdos firmados en los últimos meses perjudicaron a los trabajadores, pero transfirió la responsabilidad a los gremios: “los sindicalistas no se preocupan por defender a sus afiliados”, explicó. Sin embargo, la flexibilización laboral y la rebaja de salarios son una política de Estado: la ley surgida de los supuestos sobornos del Senado en agosto de 2000 terminó con la ultraactividad de los antiguos convenios y obligó a renegociar nuevas condiciones en un momento de evidente debilidad del sector trabajador. Y el acuerdo con el FMI, en agosto pasado, afirmaba taxativamente que “las nuevas negociaciones colectivas servirán para lograr una mayor flexibilización laboral y una rebaja de salarios”.
El Sindicato del Seguro firmó con la AFJP Siembra un ingreso mínimo de 200 pesos y con Consolidar uno de 225. La cámara industrial y el sindicato de la indumentaria acordaron un salario de 220 pesos. El sindicato de empleados de cementerios aceptó fijar el mínimo en 200 pesos. Otras compañías redujeron costos cambiando la jornada de ocho horas diarias o 48 semanales por ciclos de trabajo semestrales o anuales. Así pueden compensar las horas trabajadas de más y no pagar horas extra. La empresa Tren de la Costa y el Sindicato de Pasteleros acordaron un período de 975 horas cada seis meses. La minera Cerro Vanguardia consiguió que el Sindicato Minero acepte y el Ministerio de Trabajo homologue una jornada anual de 2400 horas, extensión que vulnera el piso de la Ley de Contratos de Trabajo porque no considera el período vacacional.
El manejo discrecional del horario de trabajo es utilizado por las empresas para aumentar la productividad, obligando a los trabajadores a estar disponibles las 24 horas del día y a cobrar por el tiempo estrictamente trabajado. Foetra acordó con Telefónica y Telecomdiscontinuar la jornada sin límite de tiempo. O sea que un empleado puede trabajar de 8 de la mañana a 12 del mediodía y de 6 de la tarde a 10 de la noche. Tren de la Costa y La Fraternidad fueron más lejos y oficializaron la jornada intermitente, que permite todas las interrupciones que la empresa requiera. El mismo sindicato acordó con la compañía Río Turbio que los conductores pueden quedar hasta 24 horas en la cabecera contraria, a cien kilómetros de sus casas, sin cobrar un solo peso por esas horas perdidas.
Algunos convenios firmados por empresas y sindicatos fijan que el único límite que encuentran para bajar los costos empresarios a cuenta del bolsillo de los trabajadores es la imaginación. Minera Alumbrera y el Sindicato Minero, por ejemplo, inventaron el ascenso a prueba: cuando un empleado sube de categoría se le mantiene el salario anterior durante seis meses. Si la empresa está conforme con su desempeño, lo confirma en su nuevo puesto y le aumenta el sueldo. Si no, vuelve al escalafón anterior.
Casi todos los convenios firmados en lo que va del año prevén que las empresas puedan otorgar las vacaciones en cualquier época del año, privando así al trabajador de la posibilidad de compartirlas con hijos en edad escolar. Algunos incluso permiten dividir el período vacacional en segmentos de seis días. El 40 por ciento de los convenios incluye una cláusula de movilidad geográfica nacional ilimitada. Factor que muchas empresas utilizan para disimular un despido y evitar la indemnización. Un empleado de Buenos Aires no se traslada al Chaco por un salario de 250 pesos.
La reducción de la indemnización por despido se está generalizando. El Sindicato del Plástico acaba de acordar con la cámara del sector una disminución del 35 por ciento en las indemnizaciones de las pyme. El convenio define como pyme a empresas de hasta 300 trabajadores y una facturación de 50 millones de pesos anuales. Aunque esta definición excede largamente los parámetros de la Ley Pyme y el acuerdo no incluye ningún argumento que justifique la reducción indemnizatoria por debajo de lo que marca la ley, el Ministerio de Trabajo lo homologó.
Otro tema en el que están incursionando empresarios y sindicalistas es en la limitación del derecho a huelga. La Federación del Petróleo y la cámara del sector firmaron un convenio que dice que “en busca de una relación constructiva se acuerda que para el caso de afrontar algún conflicto de intereses ninguna de las partes tomará medidas de acción directa”.
Los mismos sindicalistas que, ante la disparidad de fuerzas que genera un mercado laboral pauperizado, tuvieron que ceder beneficios de los trabajadores, consiguieron importantes aportes para los sindicatos. Los petroleros lograron una “contribución extraordinaria” de los empresarios de 10 pesos por trabajador; la empresa Río Turbio comprometió un “aporte adicional” de 2000 pesos mensuales para La Fraternidad; Tren de la Costa le entrega al mismo sindicato 1100 pesos mensuales de “aporte extraordinario” y McDonald’s acordó con los pasteleros un “aporte extra” del 1,5 por ciento de la masa salarial.
Funcionarios del Indec dicen que nunca habían contabilizado tantos desocupados y estiman que el desempleo podría alcanzar el 20 por ciento. Una cantidad similar está subocupada y, según un estudio de Nueva Mayoría, el 56 por ciento de los que tienen trabajo teme perderlo. En estas condiciones las empresas presionan por conseguir convenios cada vez más desfavorables para los trabajadores, que, en algunos casos, tampoco cumplen.


TRES HISTORIAS DE COMO SE TRABAJA HOY EN ARGENTINA

Globos, espías y sin extras

Por R. N.

Los convenios laborales firmados en los últimos meses son muy desfavorables para los trabajadores. Pero la realidad es peor. Muchas empresas no cumplen con los contratos que ellas mismas impusieron. Otras abusan de sus empleados en temas que, por obvios, no son regulados, como el permiso para ir al baño o la exigencia de seguir trabajando una vez que se fichó la salida. El subsecretario de Relaciones Laborales, Juan Manuel Velazco, señaló a Cash que no es obligación del ministerio controlar las condiciones laborales y que sólo pueden actuar por denuncias. Este suplemento eligió tres empresas al azar y entrevistó a más de 20 empleados para chequear en qué condiciones desarrollan sus tareas. Tres de ellos aceptaron contar sus casos en primera persona:
- Stela Dalesandro, de McDonald’s
“Aunque el convenio dice que la empresa debe proveerme la libreta sanitaria, tuve que pagarla yo. Fui a una clínica que me indicaron y aboné 30 pesos. Nunca pude lograr que me den un horario más o menos predecible. Sólo me entero a qué hora entro el día anterior. Si me dieran trabajo full time no habría problema, pero sólo estoy trabajando 12 horas semanales. A 1,90 peso la hora termino ganando 45 pesos por quincena. Para cobrar enfermedad hay que avisar seis horas antes del turno e ir al médico. No lo mandan. Nunca pagan horas extra. Si hay que quedarse, se ficha la salida y se sigue trabajando. La estrategia de McDonald’s para lograr eficiencia es la presión constante. Tienen un servicio que llaman Mistery Shopper: un espía que se hace pasar por cliente y pone un puntaje individual y otro general. El mensaje es claro: los que están por debajo del puntaje exigido se van. Incluso pueden echar a todo el personal de una sucursal. Las planillas de gente que pide trabajo están siempre a la vista para que veamos que somos reemplazables.”
- Mariana Iglesias, de C&A
“El trabajo es telecobranzas. Nos manejamos por estadísticas. Hay que llegar a una cantidad de fichas y de cobros por hora. La máquina va llamando y no para. La empresa lleva el ritmo. Son seis horas seguidas de trabajo. Hay metas que cumplir. Los sábados se cierra y se compite. El que gana no recibe un premio, sino la posibilidad de conseguirlo. Hay un cuarto lleno de globos. El mejor empleado de la semana entra al cuarto y pincha un globo. Antes caía dinero; ahora, un bono para comprar una hamburguesa o algo barato o nada. Es un trabajo muy desgastante, la máquina no para y la gente a la que se llama para reclamar un pago insulta y amenaza. Es muy difícil estar así seis horas. Si uno quiere ir al baño hay que pedir una pausa al supervisor. Si el jefe no está atento o está ocupado nadie se puede parar, hay que esperar. Gano 390 pesos al mes.”
- Cecilia Correa, de la agencia de Promociones Marquepron
“Cuando comencé a trabajar en la agencia hice promociones para pañales Mimito. El trato era que me iban a pagar 25 pesos semanales, pero nunca lo cumplieron. Mi obligación era ofrecerle el producto a toda persona que pasara cerca de donde yo estaba parada, en un pasillo de un shopping. Pero la agencia trabaja con Mistery Shopper, un tipo que vigila. Si por una distracción o un estornudo pasa una persona y no se le ofrece el producto, se bajan puntos. Aunque no me lo habían dicho, todas las semanas me descontaban plata por esa causa. Nunca cobré más de 20 pesos. Trabajaba de jueves a domingo de 10 a 13 y de 16 a 20. En el medio me quedaba en el shopping. Luego hice promociones de Axe, de Unilever, y las condiciones eran peores. Si pasa un gato caminando le ofrecés el producto, me dijo el supervisor. El tipo me espiaba y me retaba constantemente. No se puede ir al baño. A la mañana me la aguantaba, pero después de almorzar no lo podía tolerar. No hay vacaciones ni aguinaldo ni indemnización. Si no te gusta, te vas, te dicen.”

HECTOR RECALDE, ABOGADO LABORALISTA

“Tienen miedo a perder el empleo”

¿Por qué los convenios laborales son cada vez más perjudiciales para los trabajadores?
–Si tenemos una realidad laboral con 2,3 millones de desocupados, 2,2 millones de subempleados, 3,7 millones de empleados en negro, sólo 450 mil personas que ganan más de 1000 pesos y el 56 por ciento de los trabajadores tiene miedo a perder su puesto, difícilmente podamos negociar bien. Esto es el resultado de la debilidad sindical. La renovación de los convenios siempre traerá pérdidas. Por eso nos negábamos a aceptar la ley que obligó a renegociar los viejos convenios.
¿La debilidad sindical es la única razón que justifica el retroceso en los derechos de los trabajadores?
–No, hay otras cuestiones que influyen. Hay una crisis de los aparatos sindicales que hace que muchos dirigentes piensen que es mejor fortalecer el sindicato que los derechos de los trabajadores. Por otra parte, los mismos trabajadores no quieren conflictos, prefieren aceptar peores condiciones que luchar. Tienen miedo a perder el empleo. Las empresas se abusan de la situación. Siempre dicen que es una cuestión de supervivencia. Si los empleados aceptan rebajas de sueldos es porque creen que, de otra manera, perderían el trabajo.
Se están perdiendo derechos que se consiguieron hace 60 años.
–Esto empezó con Martínez de Hoz, pero pensamos que iba a terminar con la dictadura, e íbamos a empezar una etapa de recuperación de derechos. No sólo no ocurrió eso, sino que se siguieron perdiendo derechos que la dictadura no se había atrevido a tocar.
Es llamativo que muchos sindicatos resignen beneficios de los trabajadores y consigan aportes extraordinarios para sus cajas en un mismo convenio.
–Se trata de corruptos.


JUAN MANUEL VELAZCO SUBSECRETARIO
DE RELACIONES LABORALES

“Los sindicatos no defienden a los trabajadores”

¿Por qué homologaron el acuerdo del sindicato del plástico con una disminución de las indemnizaciones?
–Son acuerdos entre las partes.
El ministerio no debería evitar abusos.
–El criterio nuestro es que las partes se pongan de acuerdo y respetar las coincidencias alcanzadas. Siempre que ello no vaya en contra de la Ley de Contrato de Trabajo. A veces se aceptan excepciones a la ley por cuestiones de emergencia del sector en cuestión.
¿En un momento de extrema debilidad del sector trabajador, por la altísima desocupación, no debería el Estado rebalancear fuerzas?
–El problema es que muchas veces no homologar un acuerdo puede llevar a que una empresa cierre y el sindicato te quiere matar.
¿Necesitan bajar la indemnización para no cerrar?
–Quien debe defender a los trabajadores es el sindicato. El ministerio debe tener una política, que debe ser defender a los empleados, pero no podemos defenderlos más de lo que lo hace el sindicato. Lo que tenemos que hacer es garantizar que no haya connivencia.
Hay muchos contratos ruinosos que casualmente tuvieron un fuerte aumento de los aportes a los sindicatos y ustedes no lo evitaron.
–Nosotros no podemos frenar acuerdos que no violan la ley.
¿Por qué no controlan el cumplimiento de los convenios?
–No controlamos porque no es nuestra función, pero si hay una denuncia, actuamos.
McDonald’s firmó un convenio que aclara taxativamente que se hace cargo de la libreta sanitaria y se la está haciendo pagar a los empleados.
–Cuando salga en el diario, le mando una inspección a McDonald’s.
C&A tiene a sus empleados trabajando al ritmo de una computadora, sin dejarlos ir al baño en el momento en que lo necesitan.
–Es una condición de trabajo. El sindicato debería discutirla.
¿Quiere decir que la culpa es del sindicato?
–Así es, el problema acá es que los sindicatos no defienden a los trabajadores. No es nuestra responsabilidad.