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Pasada la repugnancia que sentí al ver que la revista Caras había violado la intimidad del flaco Spinetta, me puse a reflexionar sobre el asunto. Me costó bastante calmarme, tuve que contener el vómito (no por las fotos, sí por la actitud de la revista), pero finalmente intenté esbozar un pensamiento que abra algún debate sobre ese tipo de violaciones, que deben parar de una vez por todas.

El caso me trajo a la memoria a aquel pobre muchacho que ganó Gran Hermano hace unos años atrás, cuya sexualidad se encargó Jorge Rial de dar a conocer al mundo (¡como si nos interesara algo de eso!), arruinándole por un buen tiempo la vida al pobre tipo, del cual no se supo más nada. Ni su familia sabía que era homosexual, hasta que Rial decidió cambiarle la vida.

Que una persona sea temporal o prolongadamente “pública” no nos autoriza a hacer pública toda su vida a nuestro antojo. El flaco Spinetta es músico y decide mostrar al público sólo ese aspecto de su vida. Los demás aspectos nos han de quedar velados y está muy bien que así sea. La libertad de expresión de un medio no debe violar la libertad de expresión de un sujeto. En este caso, el Flaco no deseaba expresar su imagen durante el tratamiento que está realizando. No le pidieron permiso para fotografiarlo y mucho menos para publicar las fotos.

Si un psicólogo no puede realizar un test a menos que cuente con el consentimiento firmado por el paciente, un medio gráfico no puede publicar fotos a menos que cuente con la anuencia del fotografiado.

Poder se puede..., es decir, tanto el psicólogo como el medio pueden hacer lo que quieran sin consentimiento alguno, lo que deberíamos procurar es que existan los medios jurídicos adecuados para sancionar a ese tipo de violadores de la intimidad. En el caso del psicólogo, esos medios jurídicos ya existen, y sus consecuencias pueden ir tan lejos como la anulación de la matrícula misma. Esperamos que la jurisprudencia garantice que las consecuencias de los “medios violadores” vayan así de lejos.

Néstor Capraro

DNI: 23.337.533