CULTURA DIGITAL › RECORRIDO POR LA PLANTA DE UNO DE LOS MAYORES FABRICANTES DE FIBRA óPTICA

Los misterios de Furukawa

La empresa acaba de terminar un plan de inversiones en Argentina que alcanzó los dos millones de dólares. Ampliará su capacidad productiva en un 30 por ciento. Cómo funcionan la planta, el estilo japonés y las similitudes con la cultura de software libre.

 Por Mariano Blejman

Unos pelitos finitos, medio rubios, rodeados de unos cablecitos más gruesos de colores, recubiertos por otros cables más oscuros... por ahí pasan todos nuestros datos, las fotos que mandamos por Internet, el Gmail, Twitter, Dropbox y 30 Gigas de videos que se consumen en un rato mirando Cuevana.tv: los datos digitales recorren el mundo, a veces por tierra, a veces debajo del océano, y se ven tan frágiles, tan chiquititos que uno tiende a pensar que sólo pueden ser obra de un japonés. En efecto, así es. En Berazategui, dentro de la planta de fibra óptica de Furukawa, donde se produce cerca del 30 por ciento de los cables de fibra a nivel nacional, el silencio, el orden y la limpieza parecen ser una más de la marca de la industria nipona. No vuela una mosca.

El crecimiento del consumo y generación de datos a través de Internet crecerá un 600 por ciento en América latina entre 2010 y 2015, según un estudio de Cisco denominado “La era del Zettabyte”, que tiene datos estremecedores: la empresa dice que de 2010 a 2015, la velocidad de Internet crecerá un 300 por ciento. Diego Martín, el gerente comercial para América latina, recibe exultante a Página/12 y un grupo de medios en una mañana soleada y con ganas de dar un anuncio que va en ese sentido: Furukawa es uno de los mayores fabricantes de fibra óptica a nivel mundial y acaba de terminar un plan de inversiones en Argentina que alcanzó los dos millones de dólares para ampliar la capacidad productiva de su planta en un 30 por ciento. En la actualidad, en la planta se trabaja en tres turnos y la capacidad de producción está a full. Furukawa fabrica cerca de 900 mil kilómetros de fibra óptica al año y para el 2012 aumentó su producción casi un tercio, con 35 por ciento más de sus ingresos. En algunos tramos del año, entre el 30 y 40 por ciento de esa producción se la lleva Arsat, con Argentina Conectada, entre otros emprendimientos.

En Furukawa todo es cuestión de control y de orden: el último accidente ocurrió hace más de cien días y fue producto de un gato intrépido que se metió durante la noche y rasguñó a un operario, cuando éste quiso sacarlo durante la mañana. Detallistas, minimalistas, obsesivos y abiertos a la japonesa: Furukawa, como Toyota y una buena cantidad de empresas japonesas de alta eficiencia, funcionan con una filosofía bastante diferente al capitalismo salvaje que estas pampas nos tiene acostumbrados y mucho más parecido a las culturas abiertas, o a los sistemas de producción colaborativos que vienen del mundo del software libre. ¿Pero qué tiene que ver?, dirá el lector más avezado. ¿En qué pueden parecerse una fábrica de cables con el desarrollo y la cultura del software libre? Ambas culturas son abiertas como métodos de producción, distribución de conocimiento y están imbuidas en el espíritu colaborativo.

En Furukawa –acá nomás, en Berazategui, sobre la ruta, cerca de los puertos y zonas francas– la información básica sobre la empresa se comparte cada día. Todos los operarios saben exactamente qué va a hacer cada uno de los demás, se discuten cada tarde las mejoras posibles a ser realizadas, y durante la línea de producción cada etapa tiene su correspondiente control de calidad. De esa manera, se puede saber exactamente, si hubo algún error en la línea de producción, en qué parte sucedió y cómo puede mejorarse y arreglarse. Esta sección ya había tocado hace tiempo las similitudes encontradas entre la cultura del software libre (más específicamente la comunidad de desarrollo de Linux) y el método de desarrollo de Toyota, cuando la automotriz anunció un apoyo explícito a la Fundación Linux. En 2005, Philip Evans y Bob Wold, de Boston Consulting Group, habían escrito en la prestigiosa revista Harvard Business Review un artículo llamado “Cómo Toyota y Linux mantienen la colaboración de forma simple” sobre la coincidencia productiva entre ambas comunidades: compartir conocimiento, frecuentemente y en pequeños incrementos con herramientas universalmente disponibles.

La observación aplica a Furukawa: la forma de contar “lo que ocurre” en la empresa sucede a través de una cartelera, donde se encuentran escritos los objetivos a corto plazo, a mediano y a gran escala. En la planta de Furukawa todo puede volver a repensarse en función de la eficiencia. Volviendo al análisis de Evans y Wold sobre Toyota, éste se puede traspolar a Furukawa. Evans y Wold analizaron que lo que unía a ambos grupos era su obsesión por resolver pequeños problemas de manera rápida e ir a la fuente: mientras los ingenieros de Linux están obsesionados por escribir códigos pequeños y compilarlos rápidamente antes de hacer grandes cambios, los ingenieros de Furukawa realizan rápidamente ciclos de prueba y error, enfocándose en una sola cosa a la vez, observando cada uno de los procesos por separado. Es decir, en este caso, desde que el hilo finito con gran capacidad de reflexión va siendo recubierto por elementos refractarios hasta que éste sale envuelto en una bobina, se estudia y se prueba cinco veces para evaluar si cada uno de los procesos no está arruinando el traspaso de la luz mágica.

La otra similitud con la cultura de software libre tiene que ver con la manera en que se comunican sus ingenieros internamente: tanto en Furukawa como en la comunidad de Linux la información se divulga rápidamente entre todos. La mayoría de las comunicaciones entre los ingenieros de Linux ocurren en simples listas de correo abiertas, y todas las mejoras pueden ser revisadas por una buena cantidad de personas. La filosofía productiva japonesa se basa en la constante colaboración de sus ingenieros que se repreguntan sobre cualquier problema para seguir la cadena de problemas hasta la raíz.

Pero hay un aspecto todavía más interesante en el caso de Furukawa, y es su obsesión por el cuidado del medio ambiente: ésta es una obsesión también nipona, aunque vale decir que los muchachos se pasaron de mambo con las centrales nucleares y así les fue con el tsunami. En fin, Furukawa lleva un programa de gestión ambiental para minimizar el impacto de su actividad, con procedimientos similares a los que ocurren en Curitiba, la sede regional de la empresa. La metodología permite reciclar y controlar los residuos en todo el proceso de producción entre los que se encuentra la reutilización de las más de mil bobinas de madera. En 2008 fueron reutilizadas el 75 por ciento de las bobinas y esperan llegar al ciento por ciento próximamente. Como sea, se sabe, vender pico y pala en épocas de fiebre del oro siempre termina siendo el mejor negocio.

@blejman

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La planta que posee Furukawa en el partido de Berazategui.
 
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