Miércoles, 20 de noviembre de 2013 | Hoy
CIENCIA › DIáLOGO CON DANIEL YAGUPSKY, GEóLOGO DEL LABORATORIO DE MODELADO GEOLóGICO, UBA
Las fallas y estructuras que caracterizan a la Cordillera de los Andes son la herencia de geometrías anteriores. El modelado geológico busca reconstruir ese pasado en función de lo que la actual cordillera muestra y permite imaginar.
Por Leonardo Moledo
–Cuénteme qué es lo que hace.
–Yo trabajo en el grupo de modelado geológico, en el cual hacemos modelados tanto análogos como numéricos de procesos de deformación de la corteza terrestre que son básicamente los que dan lugar a la formación de las montañas en distintas regiones del mundo y, particularmente, nos concentramos en lo que pasa en la Cordillera de los Andes. La idea es realizar modelos a escala, en el caso de los modelos análogos, y hacer modelos numéricos que simulen la generación, crecimiento y construcción de esas cadenas montañosas, con la finalidad de poder analizar los pasos que atraviesa ese proceso, ya que al ser cuestiones que se desarrollan a lo largo de millones de años (y esa escala está fuera de nuestro alcance y es, a veces, difícil de imaginar) esto nos permite ver un proceso que en algunos aspectos es similar y comparable con los procesos de escala real. En particular, yo...
–¿Qué hace?
–Me dedico a hacer modelos análogos, con materiales diversos (arenas, siliconas y otros materiales granulares), con los que intento explicar algunos fenómenos específicos que se dan en la Cordillera.
¿Cuáles?
–Cuando fallas generan depresiones y en un proceso posterior se invierten.
–¿Cómo es eso?
–Las fallas son discontinuidades en la corteza. Esas discontinuidades pueden dar lugar a procesos distensivos: abrir y generar espacio. Esos fenómenos se dieron por ejemplo en el Triásico y en el Jurásico (a partir de los 200 millones de años atrás hasta los 150 millones de años).
–Todavía no había cordillera...
–Claro, en esos períodos las regiones andinas estaban sometidas a extensión y había incluso ingresiones oceánicas que ocupaban esas áreas. Esos espacios se generan por el mecanismo de extensión y fallas que produce justamente distorsión: se abre la corteza e ingresan...
–¿Por qué se abre?
–Hay unos procesos específicos, los procesos de rift, que tienen un origen térmico. Primero se genera un hinchamiento de la corteza y ese hinchamiento genera un gradiente gravitacional que da lugar a distensión de las placas. Hay como un chichón y ese “chichón” genera un esfuerzo para que radíen desde esa zona las placas.
–Las placas tectónicas...
–Sí. Una placa entonces puede fracturarse en pequeñas porciones y esos fenómenos se denominan de rift, de extensión en la corteza.
–¿Y entonces?
–Esas fallas, en ciertas regiones, pueden después de muchos millones de años cambiar el régimen tectónico e invertirse. O sea que lo que era una falla normal pasa a ser una falla inversa: se aprieta lo que antes se había distendido.
–¿Y eso por qué pasa?
–Por la cinemática de las placas a nivel global. Una región que estaba apartándose puede tener una colisión en un extremo de la placa que frene el desplazamiento y cambie la cinemática, y empieza a cerrarse lo que antes había sido un área sometida a extensión. Entonces, cuando comienzan esos procesos compresivos, las fallas previas, las normales, las que generan extensión, ejercen un control importante. Es decir que la geometría del segundo grupo de fallas, las fallas compresivas, las fallas que generan relieve positivo, tienen una geometría que depende de las fallas previas, porque las previas dejan una discontinuidad en la corteza que es importante y va a controlar lo que pase en la etapa compresiva posterior. Ese es mi trabajo.
–¿Y ahora qué está pasando en la cordillera?
–Siempre hay segmentos de los Andes que están sometidos a compresión. Acá hay un grupo de investigación que plantea que hay otros segmentos que están sufriendo colapsos orogénicos.
–¿Qué es eso?
–Es cuando ciertas regiones, por procesos tectónicos de primer orden, pasan de generar relieve a tener el fenómeno contrario, a distenderse. Ese es el campo de un grupo del Departamento de Geología de la Facultad, del cual yo no sé demasiado.
–¿Y qué es lo que quiere averiguar concretamente usted?
–Yo me planteo la duda de cómo puedo reconstruir esas geometrías previas a la generación de la cordillera, de qué manera puedo imaginar esas geometrías en función de lo que se ve actualmente en la Cordillera de los Andes. Las estructuras y las fallas que aparecen hoy en día tienen una herencia de ese pasado, y mi objetivo con el modelado es ver si se pueden reproducir las geometrías actuales con configuraciones previas a la compresión.
¿Qué edad tiene la cordillera?
–Depende de cada segmento, pero a partir de los 60 millones de años empieza a haber evidencias de que comienza el proceso de construcción de la cordillera. Pero es en los últimos 25 a 30 millones de años que se produce la etapa de mayor crecimiento.
–Y se formó por la presión de las placas.
–Sí, la placa de Nazca se subduce por debajo de la placa suda-mericana y eso da lugar a los esfuerzos que deforman la corteza. En los modelos que nosotros hacemos estamos viendo una ventana muy chica de un segmento de la corteza, no del proceso de subducción en sí mismo sino del proceso de deformación de la placa sudamericana. La placa de Nazca se mete por debajo y empuja.
–Y lo sigue haciendo.
–Y genera arrugas, volcanes y fallas de formación en la placa Sudamericana. Nosotros tratamos de entender esas geometrías en particular del segmento deformado de la placa Sudamericana. Sabemos que el origen de los esfuerzos es la subducción.
–Pero también depende de cómo estaba antes.
–Claro, de las “cicatrices” previas que tenía ese material.
–¿Y ustedes prueban con cicatrices previas?
–Exactamente. Tratamos de ver hasta qué punto esas cicatrices previas, que tienen cientos de millones de años, controlan lo que ocurrió en el proceso andino en los últimos veinte millones de años. La idea es ver de qué manera un sistema de fallas previo influyó en las fallas que actuaron posteriormente.
–Y eso ¿qué nos dice?
–En primer lugar, nos puede hablar de qué sectores de los Andes tuvieron etapas extensionales y cuáles no. Nos dice qué orientación tuvieron esos sistemas extensionales. Hay una parte de todo eso que tiene un interés desde el punto de vista de la industria del petróleo, porque muchos de estos sistemas extensionales son productores de hidrocarburos. O sea que más allá del interés puramente científico, hay un interés de la industria del petróleo por saber cuál fue la distribución de eventos extensionales, porque tienen potencialidad petrolera. También pasa que la localización de las fallas activas tiene importancia porque son potenciales generadoras de sismos.
–Me convenció.
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