CONTRATAPA

Cachivache rex

 Por Rodrigo Fresán

UNO Hola. Aquí los Reyes Magos existen y no son los padres. Es decir: son importantes; más importantes, incluso, que Papá Noel. Tal vez –seguro– tenga que ver con la vigencia de las monarquías en Europa. Pero la cuestión es que los Reyes Magos –gente disfrazada– llegan a las más importantes ciudades españolas y son recibidos por los respectivos alcaldes para después iniciar las respectivas cabalgatas por las respectivas avenidas principales ante el respectivo alborozo de respectivos miles de niños y no tanto. Así, el 5-6 de enero es el tiro de gracia en esa suerte de limbo festivo en el que todos vivimos con una constante resaca punto 5 y nos preguntamos si tendrá sentido levantarnos mientras leemos en los diarios impactantes investigaciones donde se nos cuenta que los reyes eran cuatro y no tres. Lo que nos lleva a Matías alias Cachivache, concursante argentino en el “Gran Hermano” español, quien el otro día se vistió de Gaspar mientras repetía una y otra vez –con su extrañísimo acento– eso de “Ió soy un guerrero total” o “A Cachivache le gusta la suavidad”, ya saben.

DOS La fascinación ibérica con este argentino es algo extraña. Las mujeres lo adoran por su sexualidad rampante y los hombres admiran “su labia de superviviente nato tan argentina”. Yo lo observo pasmado, flotando en el jacuzzi de la casa/estudio y atacando a toda hembra que se le ponga a tiro. La última fue Inma(culada) –ex pieza de intercambio con el “Gran Hermano” argento– quien recién llegada de allá hizo realidad su sueño la noche de Año Nuevo: se metió en el jacuzzi. Y, claro, ahí estaba Cachivache siempre dispuesto a la mordida de gracia. Lástima que la letra pequeña del contrato determine que toda concursante que es catada por Cachivache sufre inmediata expulsión: les pasó a Ana, a Judith, a Rocío (de quien Cachivache jura estar enamorado) y, ahora, a Inma (por culpa de unas copas de más, jura y se justifica Cachivache). Sólo queda una mujer: la gallega Desi, quien se puso de novia con Nacho ahí adentro. Situación que no impide que Cachivache le arroje, de vez en cuando, miradas como flechas porque Cachivache necesita carne para sobrevivir. Los concursantes de ediciones pasadas y los expulsados de ésta coinciden –con la autoridad de granhermanólogos orbitando por otros programas del mismo canal y de algún otro– en que “Matías es ganador nato. Podría haber ganado cualquiera de los otros ‘Gran Hermano’”. Faltan menos de dos semanas para que todo termine y, por suerte, yo no estaré en España cuando esto ocurra. No sé si podría resistirlo.

TRES Pero más allá de concursos, recompensas y jacuzzis, el Caso Cachivache ha servido para volver a poner en primer plano catódico la figura for export del argentino promedio en un país donde los argentinos ocupan una posición ambigua y compleja por historia en común y por historietas varias. ¿Quiénes son los argentinos paradigmáticos en la España de ahora mismo? Supongo que Leonardo Sbaraglia es el héroe de las estudiantes de teatro, Ricardo Darín es el buen tipo cum laude (se prefiere al sensible del Hijo de la novia antes que al canallita de Nueve reinas), Diego Torres aporta una especie de pastiche latinoide (cosa que aquí siempre funciona en la FM), Riquelme y Saviola son los jugadores que juegan poco y cuestan mucho, y Cachivache, bueno, Cachivache es ese espécimen inexplicable que sólo puede entenderse a partir de su argentinidad. Una bestia todo terreno que siempre parece estar pensando en algo completamente diferente a lo que está diciendo. Alcanza con verlo en el confesionario jugándola de tipo humilde mientras le brillan los ojitos como a un Hannibal Lecter imaginando todo lo que va a hacer cuando salga. Todo lo que le van a pedir que haga.

CUATRO Hay quien piensa –así lo demuestran chats y encuestas on line, curiosos y perversos dirigirse a www.granhermano.telecinco.es– que Cachivache pudo haber pisado el palito y mostrado su verdadera naturaleza cuando se apretó a Inma. De golpe ya no es un admirable “soy un truhán, soy un señor” à la Julio Iglesias sino, simplemente, “ese argentino que se liga a todas nuestras hijas y hermanas”. Gane o pierda, el futuro mediático de Cachivache es un hecho consumado. Es decir: es todo un personaje y le auguro un brillante futuro en el circuito de talk.shows locales explicando su borrosa visión de la vida.
Algo más supimos de este surfista vagabundo cuando –en la emisión de Navidad– se emitieron tapes grabados por su madre rubia y paqueta (“¡Qué joven!”, se extasiaron los otros concursantes acostumbrados a otras madres), por un padre decontracté (“¡Vos siempre fuiste un pájaro de libertad!”, le gritó) y una pandilla de casi cuarentones de playa con ganas de parecerse a los ladrones surfistas de aquella película con Keanu Reeves pero mejor no: mucho trabajo. Los compañeros de Cachivache en la casa y los conductores desde estudios observaron todo esto como la evidencia incontestable de una civilización extraña. Y Cachivache parecía emocionado. Pero a mí no me engaña. Tampoco le creo que tenga nada más que 29 años.

CINCO Lo interesante aquí –lo que sí será un apasionante apunte sociológico– es si a la hora de las últimas votaciones se impondrá la “simpatía” de Cachivache (sumada a una no del todo subliminal inclinación a paliar el apocalipsis de la Argentina haciendo rico a este bohemio de importación); o si, por lo contrario, ganará el nacionalismo y se premiará a la escrupulosa Desi (símbolo gallego de la catástrofe ecológica del “Prestige”); o, mi opción favorita, triunfará el locuaz y sandrinesco aragonés Pedro, quien ha demostrado ser dueño y señor de una ética y de un léxico que no suelen abundar en los concursos de esta calaña y, en verdad, en la televisión toda. Mientras tanto y hasta entonces, Cachivache –¿we are the champions o campeón moral?– sigue hablando raro, sigue cayendo en misteriosos trances de sonrisa retorcida, sigue exhibiendo su cuerpo larguirucho y sus ropajes de retro-hippie, sigue siendo el rey. Puesto o muerto. Y el día después de Reyes, empiezan las grandes rebajas y el frío en serio. Ya veremos a quién liquidan y a quién congelan.

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