Sábado, 13 de agosto de 2016 | Hoy
CONTRATAPA › ESTADOS UNIDOS
Por David Brooks *
Esta, la de Estados Unidos, es la mejor democracia que el dinero puede comprar. Cuando uno de los principales precandidatos es un multimillonario, y cuando todos los demás de ambos partidos –con excepción de uno– son patrocinados por multimillonarios, es difícil hablar de una democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Como para confirmarlo, ahora hay un potencial candidato independiente, Michael Bloomberg, que amenaza con ingresar a esta, la elección más cara de la historia mundial, y que dice estar dispuesto a invertir mil millones de dólares de su propia fortuna para buscar la presidencia. Ya deberían poner un anuncio de “Se vende” en el jardín frente a la Casa Blanca.
En 2010, la Suprema Corte, en un caso conocido como Citizens United, emitió un fallo que declara que las donaciones de campaña tanto de individuos como de empresas son, en esencia, libre expresión, y por lo tanto no pueden ser limitadas. Esto llevó a la creación de Comités de Acción Política ampliados, o súper PAC, que son entidades dedicadas a promover sus intereses en una elección y, aunque no pueden por ley coordinarse con un candidato o partido, pueden comprar publicidad en televisión, generar campañas de propaganda y más, a favor de un partido o candidato. Más aún, no tienen que divulgar de dónde reciben sus contribuciones ni los montos donados.
El ex presidente Jimmy Carter calificó este fallo de legalización del soborno en las elecciones. Abundó, en una entrevista reciente con la Radio 4 de la BBC: el fallo erróneo de la Suprema Corte, donde ahora millonarios y multimillonarios pueden entregar montos ilimitados de dinero, permite que el soborno legal pueda prevalecer, porque todos los candidatos, sean honestos o no, o sean demócratas o republicanos, dependen de estas infusiones masivas de efectivo de gente muy rica para poder contar con el dinero para hacer sus campañas.
Explicó que cuando los candidatos son electos hacen lo que los ricos desean. Y eso es dejar que la gente rica se haga más y más rica, y dejar de lado a la clase media. Todas las estadísticas demuestran que la clase media está estancada o va hacia abajo en el ingreso por el trabajo que realizan, indicó.
Miles de millones se invertirán en esta contienda presidencial que supuestamente refleja la voluntad del pueblo. Pero unos cuantos ricos determinan en gran medida quiénes serán los candidatos entre los cuales el pueblo podrá escoger. Pero esta vez hubo una diferencia.
Esta vez hubo dos precandidatos, por ahora, que no reciben fondos de multimillonarios ni tienen un súper PAC: el por ahora republicano Donald Trump, que lo puede hacer porque es multimillonario, y el precandidato demócrata y proclamado socialista democrático Bernie Sanders, quien se destaca por rehusar aceptar fondos de cualquier interés empresarial o multimillonario y por financiar su campaña casi exclusivamente con donaciones pequeñas (en promedio de 27 dólares) de más de un millón de ciudadanos, un nuevo récord.
La periodista financiera Nomi Prins ofreció datos sobre los patrocinadores ricos de algunos de los principales precandidatos en un reportaje para Tom Dispatch, entre lo que informa: el ultraderechista cristiano Ted Cruz cuenta con tres millonarios -todos proclamados cristianos- que han financiado su súper Pac con más de 35 millones, además de los 65 millones que ha recaudado hasta ahora para su campaña.
Marco Rubio ha recaudado más de 33 millones de contribuciones de individuos y PAC, entre ellos Goldman Sachs. Se destaca por tener entre sus tres principales patrocinadores al jefe del fondo buitre Paul Singer, famoso por su disputa contra el anterior gobierno argentino; otro conocido es el ejecutivo en jefe de Oracle, Larry Ellison, quien es el tercero en la lista de los hombres más ricos del país, según Forbes.
Jeb Bush, quien el pasado fin de semana suspendió su campaña, había acumulado más fondos que cualquiera de los precandidatos -más de 128 millones hasta finales del año pasado- con ocho de sus 10 principales donantes del sector financiero, incluido Goldman Sachs, todos los cuales seguramente hoy están muy decepcionados con el fracaso de sus inversiones en él.
Hillary Clinton, como precandidata demócrata, y su marido Bill, el ex presidente del país, ganaron 139 millones entre 2007 y 2014, casi todo por ofrecer discursos a empresas de Wall Street y compañías internacionales, y por sus libros. Clinton ofreció 12 discursos a empresas del sector financiero entre 2013 y 2015 ganando 2 millones 935 mil por sus palabras.
Para su campaña Clinton había recaudado más de 100 millones. Sólo 17 por ciento de sus fondos provienen de pequeñas donaciones individuales y 81 por ciento de grandes contribuciones de donantes. Cuatro de los seis principales bancos de Wall Street figuran entre los 10 contribuyentes más generosos a su carrera política, aunque ahora han sido más titubeantes. Más aún, cuenta con varios multimillonarios, entre ellos Haim Saban y George Soros.
Este costoso espectáculo arrojaba varios interrogantes en las internas: ¿ganarán los candidatos millonarios y/o los patrocinados por multimillonarios, o el único que depende en gran medida sólo del apoyo financiero de los ciudadanos comunes? O, por otro lado, ¿se verá un gran combate entre dos gladiadores multimillonarios: Trump contra Bloomberg? ¿O todo acabará como siempre, con varios multimillonarios patrocinando a sus gallos para ver quién es el mejor actor en este espectáculo llamado democracia?
No sorprende que tres de cada cuatro estadounidenses opinan que la corrupción es generalizada en el gobierno, según una encuesta Gallup en 2015, y que 84 por ciento opinan que el dinero tiene demasiado poder en este sistema político, según una encuesta de CBS News. Por ahora, la democracia es un lujo en este país.
* De La Jornada de México. Especial para Página/12.
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