CULTURA › TORCUATO DI TELLA ASUMIO COMO SECRETARIO DE CULTURA
De la imaginación al poder
El sociólogo y politólogo, de 73 años, tiene una sólida trayectoria intelectual. Hombre cercano a Kirchner, habría aceptado el cargo cuando le confirmaron que la secretaría no dependerá de Educación.
Por Silvina Friera
Torcuato Di Tella, creador de la carrera de Sociología en la Argentina, junto con Gino Germani, y del Instituto Di Tella –que en los años ‘60 le cambió la cara a Buenos Aires con sus audaces experiencias, centro de avanzada del arte pop, el happening y la psicodelia–, asumió ayer como secretario de Cultura de la Nación. En un primer momento, el sociólogo, politólogo y autor de más de veinte libros de sociología y política latinoamericana había rechazado el cargo porque no se consideraba un especialista en gestión cultural. Sin embargo, los pedidos del propio presidente Néstor Kirchner y de sus operadores lograron ablandar a este intelectual de 73 años, ingeniero graduado en la Universidad de Buenos Aires, con Master en Sociología de la Universidad de Columbia y docente de las universidades de Oxford, Stanford y UBA. Lo habrían convencido cuando le confirmaron que el área de Cultura seguirá dependiendo de la Presidencia de la Nación, y que no será absorbida por la cartera de Educación, rumor que había generado una oleada de críticas de escritores, cineastas y actores. Al dejar el organigrama tal cual como estaba, se logró detener un frente de conflicto en un sector de alta sensibilidad y de fuerte impacto mediático.
El desembarco del sociólogo en Cultura, por lo tanto, aporta una brisa de oxígeno tras una semana de inquietud, al tiempo que despierta expectativas sobre los lineamientos de su gestión y administración cultural. El primer cargo público de Di Tella –y él lo sabe– no será una gestión sencilla por la complejidad y diversidad de esferas e intereses que agrupa la secretaría, integrada por el Instituto Nacional de Cine (que tiene autarquía) y el de Teatro, el Fondo Nacional de las Artes, la Biblioteca Nacional y las bibliotecas populares, los museos y las academias nacionales, entre otros organismos. Detrás del hombre de anteojos y gestos mesurados como los de un lord (tal vez adquiridos en su estadía en Oxford), del estudioso riguroso y obsesionado por la historia de los partidos políticos (autor de Historia de los partidos políticos en América Latina, Historia contemporánea de la Argentina, Sociología de los procesos políticos, Argentina, sociedad de masas, Los fragmentos del poder, Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas y Sindicato y comunidad) hay un Di Tella –mucho menos acartonado– que despliega buenas dosis de humor, ironía y verborragia, y que escribió un libro de conversaciones con el entonces candidato a presidente Kirchner, Después del derrumbe, editado por Galerna. Un intelectual que manifestó públicamente su adhesión y apoyo incondicional a la candidatura del santacruceño, al que suele definir como un “progresista responsable”.
Di Tella, “un socialista moderado”, según él mismo se definió, es el mayor de los dos hijos del matrimonio entre Torcuato Di Tella y María Robiola, inmigrantes italianos napolitanos que llegaron a Buenos Aires a principios del siglo pasado. Integrante de una familia de pequeños nobles venidos a menos, el padre del secretario de Cultura fundó en 1910 la famosa Siam, fábrica que al principio produjo máquinas para amasar pan, pero que en los años ‘40 alcanzó un crecimiento inusitado (más de 4 mil empleados) como proveedora de motores, electrodomésticos, las populares heladeras Siam y surtidores de nafta. El padre de Di Tella murió en 1948, y aunque sólo vio apenas el comienzo del gobierno de Perón, “el peronismo no lo entusiasmaba”, según comentó su hijo Torcuato en reiteradas oportunidades. Con este antecedente familiar, Di Tella fue un furibundo antiperonista en su juventud, pero fue cambiando, especialmente en la década del ‘60, hacia un entendimiento más acabado de ese fenómeno político, social y cultural.
El actual secretario de Cultura (que logró esquivar el mandato familiar de “ser industrial”) junto con su hermano menor, el economista Guido Di Tella –canciller del gobierno de Carlos Menem en los años ‘90 (1930-2001)–, realizó una revolución cultural con el Instituto Di Tella, entidad que empezó a funcionar el 22 de junio de 1958. La manzana loca (Florida, Charcas, Maipú y Paraguay) albergó a la vanguardia de Buenos Aires que buscaba experimentar las nuevas técnicas mecánico-electrónicas con las tradicionales del teatro y la danza. Frente a las corrientes estéticas imperantes, el Di Tella contraponía trabajos novedosos y anticanónicos como el estreno de El desatino de Griselda Gambaro o Danse Bouquet, donde Marilú Marini bailaba la canción de Palito Ortega vestida de novia. Di Tella aseguró que la gestión pública no le impedirá continuar escribiendo, estudiando y cultivando ese perfil de intelectual con el que se puede conversar tan fluidamente de rock como de la caída del Muro de Berlín.