DEPORTES
El Huracán Omar Narváez no sopló como siempre, pero retuvo el título
Le ganó en el undécimo round al marplatense Luis Lazarte por descalificación, luego de que el retador le aplicara un cabezazo.
Por Daniel Guiñazú
Omar Narváez (50,800) retuvo anoche por primera vez su título mundial mosca en la versión de la OMB al superar por descalificación en el 10º round al marplatense Luis Alberto Lazarte (49,600 kg). La definición sobrevino cuando Lazarte intentó proyectar una derecha y con su cabeza impactó sobre la ceja izquierda del campeón, abriéndole una herida sangrante. El médico no autorizó a seguir a Narváez e inmediatamente el árbitro Carlos Roldán decretó la derrota del marplatense, la sexta de su carrera y la tercera habiendo un campeonato del mundo de por medio.
Al momento del incidente, el “Huracán” Narváez acumulaba ventajas amplias en las tarjetas de los jurados. Pero en ningún momento de la pelea pudo entregarle una actuación convincente a su público que llenó el Gimnasio Municipal de Trelew. Lazarte, mucho más pequeño, consiguió deslucirlo a base de astucia y oficio. Y Narváez jamás pudo encontrar el ritmo del combate. Lució errático y llamativamente impreciso ante un adversario que procuró sobrevivir y lo logró sin sobresaltarse.
El planteo conservador de Lazarte quedó puesto de manifiesto con la campanada inicial de la pelea. El marplatense recurrió a la agilidad de sus piernas en retroceso y a una guardia bien armada para situarse lejos de la media distancia y no recibir más de la cuenta. Y frente a esos argumentos simples, Narváez mostró escasa creatividad. No pudo encerrarlo contra las sogas a un rival tan movedizo y por lo tanto, sus manos partieron poco, y cuando lo hicieron, quedaron dibujadas en el aire, eludidas por la cintura de Lazarte.
La tendencia de la pelea se fue profundizando conforme fueron pasando los rounds. Narváez jamás apuró y pocas veces pudo acompañar su derecha en punta con su zurda viniendo poderosa por detrás. Y Lazarte se limitó a durar mezclando picardías, cierta habilidad boxística y algo de atrevimiento para ir ganando el medio del ring a medida que la indefinición de Narváez le iba facilitando la tarea. Nunca, en los casi 30 minutos que duró la pelea, pudo llegarle con claridad al campeón. Pero eso pareció importarle poco. Su consigna era mantenerse en pie. Y hasta que llegó el cabezazo final, lo estaba consiguiendo sin mayores problemas.
En cambio, Narváez se fue desdibujando sin poder corregir su rumbo equívoco. Siempre le costó encontrarlo a Lazarte. Y erró golpes como pocas veces se le ha visto. Ganaba en las cómputos por insistencia y porque de los dos, fue el único que buscó la pelea. Pero el “Huracán” no fue el viento arrasador que sopló en el Luna Park, la noche en que le ganó el título al nicaragüense Rivas. Esta vez, Narváez venció pero no convenció. Y además de un triunfo inexpresivo, se llevó un corte en su ceja izquierda que le demorará por unos meses, el tránsito imprescindible rumbo a peleas más importantes y rivales más exigentes.