EL PAíS › DIJO QUE LOS ATENTADOS FUERON CONTRA LOS ISRAELIES
Una clase maestra de Ruckauf
Por Martín Granovsky
Igual que Carlos Menem, quien después del atentado a la AMIA envió sus condolencias al gobierno de Israel, el canciller Carlos Ruckauf reescribió ayer la historia al decir que los atentados terroristas en Buenos Aires estuvieron dirigidos “al pueblo israelí”.
El canciller, que era ministro del Interior cuando se produjo el ataque a la AMIA, no investigado en su momento con eficacia y voluntad por el Estado, dijo textualmente: “La actitud del terrorismo internacional, como se demostró en Buenos Aires en el pasado, es que no le importa el carácter beligerante de un país, sino que ataca a quien considera su enemigo. En este caso, el pueblo israelí, adonde lo encuentre”.
Quizás Ruckauf esté confundido, y quizás lo esté por alguna de estas dos razones.
Tal vez haya tomado en cuenta que cuando un judío llega a Israel a radicarse puede pedir la ciudadanía israelí.
Tal vez haya confundido israelí, ciudadano de Israel, con israelita, judío.
En todo caso el atentado contra la embajada de Israel de marzo de 1992 fue un ataque a los israelíes y a israelitas argentinos.
Y el atentado contra la AMIA en julio de 1994 fue un ataque a israelitas argentinos, es decir a argentinos y no a israelíes.
Ruckauf es canciller desde principios de enero, y esporádicamente abandona su media sombra para dedicarse a la observación de la política internacional. Aun en su mayor etapa de unipolaridad, la mayor desde el imperio romano, el mundo actual sin duda requiere un gran esfuerzo de análisis, lo que quita energías incluso a un ministro de Relaciones Exteriores y ex gobernador para comprender, por ejemplo, conceptos de ciudadanía.
El canciller, justamente, formuló sus interesantes opiniones mientras estaba ocupado en la política internacional. Dijo por radio a Oscar Gómez Castañón que apoya al Consejo de Seguridad en su pedido de que Saddam Hussein permita la entrada de inspectores para que revisen si es verdad que no hay arsenales de armas químicas y bacteriológicas. “Todos tememos”, dijo Ruckauf, que esos arsenales sirvan para suministrar recursos al “terrorismo internacional”.
El canciller dijo que la posición argentina es igual que la de Europa. “No hay una sola coma de diferencia con lo que dicen (el primer ministro francés Jacques) Chirac y (el primer ministro italiano Silvio) Berlusconi: si usted tiene allí una amenaza terrorista de carácter internacional, lo que tiene que lograr es desarmar la amenaza y no quedarse mirando”, dijo.
“No es casualidad que todos los países, aún países que tienen una relación importante con Irak desde el punto de vista comercial, como algunos países europeos, están insistiendo en que permita el ingreso de los inspectores de Naciones Unidas para verificar su arsenal”, argumentó el canciller.
Ruckauf no quiso ir más allá, aventurándose por ejemplo en prometer un posible apoyo militar argentino a un eventual despliegue norteamericano contra Irak.
La campaña para dar una lección definitiva al dictador Saddam Hussein es impulsada por el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y George W. Bush elevó el perfil público del tema con vistas, seguramente, a las próximas elecciones parlamentarias. En la Cámara de Representantes (diputados) los demócratas están solo a seis escaños de obtener la mayoría, una situación de control que ya ostentan en el Senado.
Bush está perdiendo popularidad por la pérdida de ahorros de la clase media en Wall Street. Exacerbar un clima de campaña bélica contra Saddam puede reforzar su costado más popular, el estratégico, el de líder contra la agresión terrorista mundial, y disimular en cierto modo la corrupción, el empobrecimiento y el amiguismo político ligado al fraude de Enron,WorldCom o Merrill Lynch. En cuanto a Ruckauf, su proyección está clara: ya fuera de carrera en la Argentina tras haber escapado de la provincia de Buenos Aires, ¿por qué no meterse en la política norteamericana? Para Ruckauf no hay barreras. Hasta los israelíes lo saben. O los israelitas. O los israelíes. O los argentinos. Todo es lo mismo, bah.