DEPORTES › EXPUSO SU EXPERIENCIA EN LA FIESTA DE LOS TECNICOS
Felipao, el amigo brasileño
El campeón del mundo con Brasil en Corea-Japón expuso su pensamiento vivo ante un calificado auditorio. Estaban(casi) todos.
Por Gustavo Veiga
La excusa viajó desde Brasil –Luiz Felipe Scolari vino a dar una charla –y permitió que aquí se reuniera lo que Victorio Nicolás Cocco, secretario general de la Asociación de Técnicos, definió como “la historia toda del fútbol argentino”. Hombres como Menotti, Pekerman, Griguol, Basile, Tabárez, Perfumo y Pastoriza, entre otros, escucharon al colega campeón del mundo en un portugués que no necesitó traducción y que fue acompañado por gestos tan universales como futboleros. El gremio de entrenadores cumplía su 39º aniversario y tuvo la saludable idea de invitar a Felipao.
Quinientas personas se apiñaron en el salón Libertador del hotel Sheraton, entre técnicos consagrados, otros no tanto, muchos en actividad y una cantidad semejante de desocupados. Estaban allí, también, estudiantes de una carrera que dura dos años y que Cocco, el anfitrión, definió como poseedora de “programas demasiado intelectualizados y que ahora incorporarán conceptos más futbolísticos, más simples”. Las primeras filas se reservaron para los principales invitados. Se sentaron juntos Scolari y Menotti, Pastoriza y Griguol, los uruguayos Garisto y Tabárez. Merlo llegó tarde, pero miró de reojo a Ardiles a sus espaldas y le estrechó la mano. No pasaron inadvertidas las ausencias de Bielsa, Bianchi y Ramón Díaz.
Como telón de fondo a la exposición de Scolari, se reprodujeron imágenes de la selección brasileña en el Mundial de Corea y Japón, a las que el técnico apeló con cierta dificultad en más de una oportunidad. El ex conductor del scratch prefirió quedarse de pie, ir de un lado hacia el otro de la tarima y hasta matizó su larga exposición con algunos chistes. Comparó a las flechas de sus gráficos con las usadas por los indios y apeló a una curiosa metáfora sobre el tatú carreta para simbolizar el espíritu con que Brasil encaró la final.
Resultaron más interesantes algunas definiciones del secretario general de ATFA, relativas a un subsidio de 25 mil dólares que la FIFA pagará durante seis años. Cocco, además, reivindicó la devolución de la obra social –estaba intervenida– y la construcción del edificio que la albergará en pleno centro. Incluso, fue más allá, respecto del tema que más inquieta a los entrenadores argentinos: los despidos que sufren cuando apenas llegan a trabajar un puñado de partidos. “Los contratos de los técnicos despedidos serán pagados por la FIFA”, afirmó sin explicar cómo, y un aplauso cerrado acompañó a esas breves palabras.
El acto continuó con la entrega de una distinción al periodista Julio Ricardo, quien a su vez le tributó un homenaje al fallecido Horacio García Blanco y, para el final, quedó el reconocimiento para César Luis Menotti. El ex conductor de Rosario Central recibió un aplauso cerrado de todo el auditorio, compuesto en su mayoría por aspirantes a entrenadores llegados desde La Quiaca hasta de Río Gallegos.
Así concluyó un acto que sirvió para juntar, como sucede en pocas veces, a una porción destacada del fútbol argentino. Esa que ya peina canas y que, como citó Roberto Perfumo desde una de las pantallas recordando una frase que le había dicho Alfredo Di Stéfano, acaso disfrute ahora más el juego que cuando pisaba una cancha en pantalones cortos.