El operativo anti Grondona a las puertas de la AFA no fue un acto espontáneo. Duró una hora, de 18 a 19, y tenía las mismas huellas dactilares de otros ocurridos en Viamonte 1366: la procedencia del grupo (de Avellaneda), los eslóganes casi calcados de las pancartas, algunos textos comunes copiados de antiguos volantes y los insultos al presidente de la casa y su hijo Julito, que conduce Arsenal, el club de la familia. Aunque esta vez, la diferencia radicó en el ataque con violencia. Se rompieron vidrios de la fachada, se pintaron leyendas injuriosas contra Julio Grondona y se arrojaron piedras y palos. Como para darle más tensión a la conflictiva relación entre la AFA, sus socios de la TV y el gobierno nacional con una dosis de agresión inédita, premeditada, absurda.

Quienes ingresan o salen a diario de la sede del fútbol reconocieron en las inscripciones “Grondona chorro” o “Seguí AFAnando” las mismas letras de molde de otras movilizaciones, aunque más pequeñas. Las caras de los jóvenes, muy jóvenes, que cantaban gritos hostiles contra Grondona, tocaban unos tambores y compartían un tetrabrik de vino, también se les antojaron familiares a los habitués. Aquéllos habían llegado en dos ómnibus escolares que quedaron estacionados a prudente distancia. La demostración de fuerza la había encabezado una camioneta 4x4 de la que bajó una persona con un megáfono y de mayor edad al promedio del resto.

A las 18 empezaron los insultos y, acto seguido, se escuchó el estruendo de los vidrios rotos del pesado portón metálico de la AFA. Las pintadas con aerosol contra el frente del edificio fueron casi simultáneas. Grondona se transformó en el blanco predilecto. Y también recibió lo suyo su hijo homónimo. A esa hora, la guardia contratada por la casa no pudo evitar el factor sorpresa y con dificultades atinó a trabar la puerta desde adentro. La turba no intentó ingresar, pero se acercó demasiado hacia el hall de entrada y resultó frenada por dos individuos que estaban al frente del grupo.

La Policía Federal recién llegó al lugar 40 minutos más tarde. Una formación de la Guardia de Infantería se paró de frente al casi centenar de jóvenes, pero el operativo anti Grondona ya se había concretado en lo esencial. Quedaba buscar alguna prueba de quién o quiénes estaban detrás del episodio. Nadie del grupo estaba embanderado con los colores de un club ni de un partido político. Algunos volantes que quedaron desparramados en la calle mencionaban a la familia Lombardi (vieja socia de Grondona en la ferretería de Sarandí), a Néstor Kirchner (solicitándole que eche al presidente de la AFA) o pedían rendición de cuentas por los amistosos del seleccionado nacional contratados con una empresa rusa.

Desde el interior del edificio pintarrajeado con insultos salió su presidente a las 21.30. Y después de responder una serie de preguntas, mientras se despedía, acusó con nombre y apellido al presunto ideólogo del ataque: “Juan De Stéfano”, dijo, por el ex presidente de Racing.