Miércoles, 5 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL MANDATARIO COLOMBIANO SE REUNIó CON SU PAR DE PERú, ALAN GARCíA
Si en algún destino de esta gira Uribe podía encontrar el respaldo que busca para su política militar de alianza con Washington, ese lugar era Lima. Desde Bogotá se anunció que las bases militares norteamericanas serían siete y no tres.
Por Carlos Noriega
Desde Lima
El presidente colombiano Alvaro Uribe inició ayer en Lima su gira por siete países de la región para explicar los alcances del convenio que negocia con Estados Unidos para incrementar la presencia militar norteamericana en Colombia. La gira de Uribe, que también incluye Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, se realiza en medio de los duros cuestionamientos realizados por varios gobiernos de la región –Brasil, Chile, Ecuador y Venezuela– por este acuerdo militar que implica la instalación de bases militares en Colombia. Con estas visitas Uribe busca bajar el tono de estas críticas. El convenio militar entre Bogotá y Washington será uno de los temas que concentrarán la atención de los presidentes en la próxima reunión de Unasur, que se llevará a cabo el 10 de agosto en Quito y a la que el mandatario colombiano no asistirá.
Al tiempo que Uribe iniciaba su gira sudamericana –de la que excluyó a sus vecinos Ecuador y Venezuela, que han calificado las futuras bases norteamericanas como un riesgo para su seguridad–, el ministro de Defensa de Colombia, general Freddy Padilla, anunciaba que las bases militares norteamericanas que se instalarían en Colombia no serían tres, como se había anunciado, sino siete. Tres bases serían para la fuerza aérea, dos para el ejército y dos para la marina.
Si en algún destino de esta gira Uribe podía encontrar el respaldo que busca para su política militar de alianza con Washington, ese lugar era Lima, su primera escala. El presidente colombiano llegó a la media tarde de ayer a la capital peruana y fue recibido en la puerta del Palacio de Gobierno por el presidente Alan García, que lo saludó con una amplia sonrisa y un afectuoso abrazo. La reunión privada entre ambos presidentes duró poco más de una hora. En la cita también participaron los cancilleres de los dos países. La cancillería colombiana calificó la gira de Uribe como “muda”, pero al final de la reunión los dos presidentes hicieron una breve declaración a la prensa en el patio del Palacio de Gobierno, aunque no aceptaron preguntas de los periodistas.
García no se refirió directamente al tema de las bases norteamericanas, pero fue claro en su apoyo a Uribe y su política contra la insurrección. García calificó a su colega colombiano como “un buen amigo”. El presidente peruano señaló que había conversado de “temas de interés continental” y de “situaciones enojosas que presentan a Colombia como víctima”. En su breve intervención, García no ahorró elogios para Uribe: “Sabe el presidente Uribe cuánto respeto tenemos por los trabajos de pacificación y desarrollo social de su gobierno”. Pero eso no fue todo. García siguió alabando sin reservas a un sonriente Uribe. “La historia va a reconocer mucho y muy pronto –dijo, con aire profético– cuánto se ha hecho a favor no sólo de Colombia sino del modelo democrático en el continente gracias al presidente Uribe y su gobierno.” García habló poco, pero no quiso dejar dudas de su apoyo a Uribe en su enfrentamiento con el resto de la región por las bases militares. El colombiano, satisfecho con el respaldo del presidente peruano, se limitó a darle las gracias a su anfitrión.
No sorprende el respaldo al gobierno de Uribe y sus planes de apoyar el incremento de la presencia militar norteamericana en la región. García tiene en Uribe a su mejor aliado en la región. Ambos presidentes comparten su alineamiento con Washington y su enfrentamiento abierto a los gobiernos izquierdistas de la región. El gobierno de Lima también ha mostrado su disposición a permitir la presencia militar norteamericana. Como informara Página/12 en marzo de 2007, Lima y Washington tuvieron conversaciones para instalar una base militar norteamericana en Perú en reemplazo de la base de Manta, en Ecuador. La posibilidad de instalar esa base, lo que había generado fuertes críticas internas, no prosperó, pero la presencia militar norteamericana en el país creció. En 2008, mil soldados norteamericanos –en grupos de cien– ingresaron en la región de Ayacucho, zona donde se concentran los últimos grupos armados de Sendero Luminoso y cultivadores de coca. Este año, el gobierno de García ha firmado un convenio con Estados Unidos para permitir que los buques de guerra de la resucitada IV Flota, que opera en la región, utilicen los puertos peruanos. En el país hay dos bases de la DEA, ubicadas en los principales valles cocaleros, desde donde se organizan las operaciones antidrogas. El gobierno peruano también ha estrechado la colaboración militar y en inteligencia con el de Uribe. Perú y Colombia realizarán maniobras militares conjuntas este año en la frontera de ambos países, que tiene una extensión de 1400 kilómetros en una zona de selva. Luego de su reunión con el presidente peruano, Uribe partió a La Paz para continuar con su gira. Difícilmente encuentre en alguno de los otros países que va a visitar el respaldo que se llevó de Lima.
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