DEPORTES › LIONEL MESSI NO PUDO ALTERAR EL EMPATE 1-1 DE LA SELECCIóN EN LA PAZ
A seis minutos del final, el astro encaró mano a mano en el área de Bolivia, pero cuando el festejo estuvo a punto de explotar, el arquero Galarza le tapó el grito de gol. Sigue sin marcarle un gol a la selección de ese país.
Con ocho cambios en la formación respecto del equipo que derrotó cómodamente el último viernes a Venezuela en el Monumental, el DT de la Selección, Alejandro Sabella, más allá de los cambios obligados, buscó darle un mayor equilibrio al equipo, teniendo en cuenta las capacidades físicas de los futbolista para contrarrestar lo más posible las dificultades de jugar en los 3600 de altura de La Paz. Y salvo unos pequeños pasajes, Argentina no pasó zozobras y hasta generó situaciones como para ganarlo, sobre todo en el tramo final. El punto rescatado es valioso, especialmente por lo que implicó para el grupo poder dar vuelta la página de aquella dolorosa derrota de 2009.
Por supuesto que pesaba el 1-6 que la Selección de Diego Maradona cosechó en la eliminatoria para el Mundial de Sudáfrica, cuando salió a jugarle de igual a igual a Bolivia. “Hay que gambetear a la altura”, había arengado el flamante DT. El papelón final fue inversamente proporcional. Quizá por esa herida que estaba abierta, Sabella eligió hacer esta vez las cosas más fáciles. Un equipo aguerrido, con cinco defensores; corto, con las líneas cerca entre sí, y una apuesta ofensiva que agotaba su ingenio en los contraataques que se que presentaban.
Los bolivianos, en cambio, parecían más ambiciosos, al menos en el comienzo. Sus carrileros se desprendían con la misión de desgastar a los jugadores argentinos y enviaban centros al corazón del área, donde Martins podía hacer daño ante algún descuido. Chumacero, encargado de arrimar peligro desde la derecha, avisó con un pase de gol a espaldas de Clemente Rodríguez para Bejarano, quien no pudo resolver bien ante la salida de Romero, que lo tapó con su brazo.
Sabella hacía gestos para recordar las marcas y pedía calma. El, que consultaba su reloj cuando apenas se jugaban los primeros 15 minutos. Y Bolivia volvía a probar suerte, esta vez con un remate desde afuera del área, que Romero atajó otra vez, con menor esfuerzo.
La primera chance para el equipo nacional llegó a los 18, con un desborde de Di María y una habilitación de gol para Palacio, pero el delantero del Inter tardó en acomodarse y después terminó rematando sobre el cuerpo del arquero Galarza. La estrategia argentina quedaba expuesta.
La Selección no estaba para desperdicios. Messi comenzaba a sentir el esfuerzo y se mostraba poco, intermitente. Parecía faltarle a Sabella un volante como para compensar el juego de los locales en el mediocampo. Bolivia jugó a lo suyo, a intentar sorprender a un equipo que, lógicamente, con el correr de los minutos debía mermar su rendimiento. Salcedo probó suerte con un cabezazo que se fue por arriba. Argentina se iba metiendo atrás. Y entonces llegó el gol, la desventaja. Se concretó a los 25, tras un centro de Chumacero que Martins cabeceó ganándole la posición a Campagnaro, prácticamente quieto.
Entonces Argentina comenzó a gastar sus cartuchos y atacó tratando de aprovechar la velocidad de Palacio y de Di María –que poco a poco iba a ir tomando la condición de figura–. El volante de Real Madrid, a centro de Palacio, tuvo de cabeza la chance para descontar, pero se le fue alta; después, tras una enorme corrida propia, sacó un violento remate de media distancia que se fue apenas desviado.
Faltaban unos minutos para que terminara la primera parte y ahí apareció Messi, no con su velocidad ni su habitual desequilibrio, sino con un juego más pausado, inteligente para las circunstancias. El crack puso un pase profundo a Clemente, que con todo el espacio y tiempo del mundo sacó el centro atrás, al corazón del área, donde Banega cabeceó buscando el piso para anotar la igualdad, que llegó en el momento justo.
Tras el descanso, Argentina se mostró más animada y en la medida en que Messi volvía a asumir protagonismo, comenzaron a aparecer los indicadores que permitían soñar con un nuevo batacazo en La Paz, como aquel de 2005, cuando con goles de Luciano Figueroa y Luciano Galletti, el equipo de José Pekerman logró un triunfo por 2-1. Banega, que iba de menor a mayor, tuvo una buena oportunidad con un remate cruzado que el arquero Galarza envió al corner de un manotazo. Estaba bien Banega, pero Sabella lo sacó por Ponzio. Messi parecía incluso estar más cansado.
En la medida en que los bolivianos aflojaron el ritmo y comenzaban a repetir errores, Peruzzi –de muy buen partido– se desprendía por la derecha y empujaba a la Argentina a ir por más. En los últimos minutos, la altura ya hacía su trabajo. Mascherano corría con la lengua afuera y Argentina volvía a meterse atrás, aunque sin resignar sus chances de contraataque. Así lo bajaron a Di María cerca del área, Messi ejecutó el tiro libre y si no fue gol fue sólo por la excelente intervención de Galarza –el mejor entre los bolivianos–. Pudo ganarlo Argentina: a los 84, Messi, que jugaba como en cámara lenta, quedó solito frente al arquero rival, que lo atoró y le ahogó el grito. Increíble.
Por cantidad de llegadas, el partido estaba para cualquiera de los dos. Sin embargo, para la Selección la igualdad tuvo un poco más de sabor.
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