Sábado, 28 de junio de 2014 | Hoy
Si Francia sigue en el Mundial, Karim Benzema está anotado en la primera línea para convertirse en el goleador o la figura o las dos cosas. Hasta ahora al menos lleva convertidos oficialmente tres goles (dos contra Honduras y uno contra Suiza), pero habría que agregar el que increíblemente no le validaron en el encuentro ante Suiza, cuando remató desde la entrada al área una pelota con destino de red, justo en el momento en que el árbitro pitaba el final. El delantero del Real Madrid, que juega con el 10 en la espalda y combina sus dotes de goleador con las de armador, es el abanderado de un equipo que ha deslumbrado en sus dos primeras presentaciones y cayó un poco ante Ecuador, ya con la clasificación en el bolsillo.
Antes del Mundial había declarado que ésta era su despedida de la selección azurra. Consumada la eliminación, dijo que no, que se arrepentía, que podía seguir un par de años más. O sea que habrá Pirlo hasta los 37, en la Juventus y en la selección italiana. Es una buena noticia para el fútbol mundial, porque Pirlo jerarquiza el juego, con su toque preciso, su inteligencia y su precisión para pegarle a la pelota en los tiros libres, todo eso que hace que los brasileños le tengan una profunda admiración. En este Mundial mostró que su talento sigue intacto. La temprana salida del conjunto de Prandelli le quitó a este Mundial una de sus luminarias.
El crack del Barcelona es el corazón de la selección brasileña. Aquí, los hinchas coinciden en que el equipo es tan dependiente de él que si no jugara las posibilidades se reducirían en un cincuenta por ciento. En los tres partidos que disputó hasta ahora participó mucho del juego, a veces tirándose demasiado atrás porque necesita estar en contacto con la pelota y marcó cuatro goles, dos contra Croacia (uno de penal) y dos contra Camerún. Juega, toca, gambetea, encara y se encarga de todos los remates de pelota parada. En el Barcelona le toca jugar de segundo violín, con la camiseta verdeamarelha es director de orquesta y se siente mucho más cómodo.
Hizo un gol, que no festejó porque a esa altura no servía de mucho, con la complicidad del arquero de Ghana, que rechazó con los puños al medio del área una pelota que debió mandar al corner. Le quedó servida y no falló. Pero antes y después de ésa tuvo otras ocasiones igualmente claras que no pudo aprovechar. Lesionado en la rodilla izquierda, en duda hasta último momento, Cristiano Ronaldo no fue ni por asomo aquel que le dio la clasificación a su selección en el repechaje contra Suecia ni el ganador del Balón de Oro. Le queda el módico consuelo de haber sido elegido el mejor jugador de un partido bastante malo, en el que Portugal se despidió tristemente del Mundial porque nunca se repuso de la goleada contra Alemania en su debut.
En el partido contra España, el mejor de los tres en el rendimiento individual, cada vez que enganchaba la pelota en tres cuartos de cancha temblaban desde el País Vasco hasta Andalucía. Se siente uno de los dueños del equipo, junto con Arturo Vidal, y a veces por eso mismo hace alguna de más, pero exige, las pelea todas y se junta bien con Vidal y Aránguiz. En ese partido jugó a la altura de sus mejores momentos en el Barcelona y se llevó el reconocimiento de la multitud de chilenos presentes en el Maracaná. Cumplió en los otros dos. Las estadísticas marcan un gol y una asistencia en el encuentro ante Australia.
Preciso, inteligente, gran lector del juego, como siempre, fue el mejor de un equipo deshilachado, vencido de antemano. Si sus compañeros hubieran rendido en el nivel de él, posiblemente su selección no se hubiera retirado tan pronto del campeonato. Jugó muy bien en el segundo tiempo del encuentro contra los holandeses, fue de los pocos que les opusieron resistencia a los chilenos y cerró con un buen trabajo ante Australia. Del Bosque o quien lo reemplace lo tendrá muy en cuenta para que sea el abanderado en la búsqueda de la resurrección del fútbol español.
Argentina tiene hasta ahora seis goles: uno lo hizo Rojo, mitad cabeza mitad rodilla, el otro fue en contra y los otros cuatro fueron obra del crack rosarino, que si mantiene este nivel de efectividad se convertirá en el goleador del Mundial. Un golazo contra Bosnia, el gol agónico contra Irán, un remate tremendo en un rebote y un tiro libre a colocar con la ayudita del arquero que lo admira le dieron a la Argentina la clasificación. No tiene tanto contacto con la pelota, no arriesga innecesariamente con su gambeta muy lejos del arco (porque está expuesto a las patadas de los rivales, como ocurrió contra Nigeria), perdió algo de la aceleración de otros tiempos, a veces parece que deambula en la cancha, pero lo cierto es que está enchufadísimo y con una tremenda sed de gol.
Wayne Rooney venía zapatero en copas del Mundo y rompió el maleficio con un toque debajo de Uruguay en el partido en el que los ingleses empezaron a hacer las valijas para despedirse de Brasil. Fue en ese encuentro la figura de su equipo el que más buscó, el que estuvo presente en todas las situaciones de gol, incluido un cabezazo desde cerca que se estrelló en el travesaño. Su coraje, su entrega y su excelente técnica no alcanzaron para superar a Uruguay. Contra Italia había tenido una actuación más floja y ante Costa Rica jugó poco. Su rendimiento irregular estuvo a tono con el de la selección inglesa, que volvió a mostrar que no le sientan bien los mundiales.
Lanzado en velocidad, con la potencia del Mario Kempes de la segunda parte del Mundial del ’78, es imparable, un dolor de cabeza para cualquier defensa. Jugando al lado de Van Persie o como único referente ofensivo, fue hasta aquí una pieza vital del engranaje de un equipo de cinco en el fondo, marca asfixiante, pases rápidos y precisos. Cuando se achican los espacios ya no tienen la misma efectividad, pero Holanda se las ingenió hasta ahora para manejar el terreno de juego a su voluntad. Le hizo dos goles a España y uno a Australia y tiene muchas posibilidades de seguir marcando para que Holanda no pierde la chapa de candidato.
Como todo Mundial, futbolistas sin tanto nombre aprovechan la gran vidriera del torneo para meter su figura en las grandes marquesinas. Jugadores como el alemán Thomas Müller, uno de los goleadores del torneo con cuatro tantos; el colombiano James Rodríguez, el líder futbolístico del conjunto de Pekerman ante la ausencia de Radamel Falcao; el arquero mexicano Guillermo Ochoa, artífice del empate de su equipo ante Brasil; los costarricenses Bryan Ruiz y Joel Campbell, figuras de la sorpresa del torneo; han deslumbrado en la primera fase y amenazan con colarse entre las estrellas rutilantes. Habrá que ver hasta dónde lo pueden ratificar en las fase decisivas para poder meterse en ese olimpo reservado para los elegidos.
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