Martes, 1 de julio de 2014 | Hoy
DEPORTES › LA PATRIA TRANSPIRADA
(24 pulgadas, en reposo)
En esta serie de octavos de final, parece, pierden los verdes. Por verdes. Digo: los que, vestidos de verde, están (todavía) verdes además –se dice, es el discurso tácito o más o menos explícito– para estas instancias. Sobre todo cuando les toca enfrentar, geopolíticamente periféricos como son, a los maduros (europeos con historia) de diferentes colores. Ya pasó tres veces: Holanda le ganó al verde México sobre la hora, dándoselo vuelta, por verde; Francia les ganó a los verdes de Nigeria porque su cordial arquero está verde; Alemania le ganó finalmente a la verde Argelia porque están verdes físicamente para soportar las dos horas de competencia y se caen (verdes).
Más allá de las verdades –parciales, como todas– que encierran estas afirmaciones / descripciones de lo que puntualmente pasó, me parece que sería bueno empezar a ser menos condescendiente en la mirada y el juicio paternalista sobre los equipos / países / colectivos que, en el lenguaje acuñado famosamente por un notable arquero y provocador pensador guaraní, “no han ganado nada”. Quiero decir que –sobre todo en el caso de los equipos africanos (es sintomático)– se apela con demasiada frecuencia y liviandad a dos tipos de calificaciones, que tiene que ver con la “ingenuidad” y la “irresponsabilidad”.
Ambas zonas semánticas remiten a cierta supuesta inmadurez psicológica (son como pibes) y cierta incapacidad organizativa a nivel social (son anárquicos). Lo positivo que tienen, cuando se les reconoce, es un don “natural” –el lomo, la velocidad, la destreza– que les permite “jugar” bien acaso, pero no les alcanza, ya que tienen dificultades serias para “competir” con eficacia. No creo estar demasiado descaminado en esta (gruesa) descripción de los criterios con que se analiza el comportamiento deportivo de los equipos verdes.
Más aún: los mismos errores, cuando se producen en equipos no-verdes, suelen ser atribuidos a carencias individuales de ciertos puntuales jugadores, no a características psicológico-culturales del colectivo que representan. Me parece que es así. Cualquier similitud con razonamientos para explicar / justificar cuestiones económicas o políticas no es pura coincidencia.
En fin, para terminar: ayer Alemania le ganó bien a Argelia –que le hizo un partido bárbaro– porque es (el) mejor equipo, juega mejor y tiene mejores individualidades. Listo. Y una irregular Francia –en partido parejo– le ganó bien a la mejor Nigeria del Mundial, por Pogba, el petiso Valbuena y el gato Benzema.
Y basta de condescendencia y paternalismo.
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