Martes, 15 de julio de 2014 | Hoy
DEPORTES › LAS ENSEñANZAS DE UNA FINAL PERDIDA EN BRASIL
Es conveniente seguir el ejemplo de Alemania, que coronó un trabajo a conciencia de casi una década. Aunque Sabella no continúe en la Selección hay que sostener una idea, formar futbolistas de recambio y planear a largo plazo.
Por Adrián De Benedictis
La final del Mundial de Brasil no debe empañar todo lo que ha conseguido el seleccionado argentino durante el certamen. El plantel cumplió en todos los sentidos, y volver a subir al podio luego de 24 años no sólo no se debe despreciar, sino que es un acontecimiento que hay que aprovecharlo al máximo. El juego puede otorgar tres resultados posibles, pero lo que permanece inalterable son las convicciones y el ímpetu para llevar una idea adelante. La continuidad de los procesos es lo que suele formar a los campeones, entre otras asignaturas, y la situación planteada con el técnico Alejandro Sabella también es una arista donde Argentina tendrá que enfocarse hacia dónde pretende apuntar.
Un campeón del mundo no se hace en treinta días. Un campeón se construye con un tiempo de preparación extenso, con profesionalidad en el trabajo y con seriedad dirigencial, principalmente, más allá del talento de los jugadores convocados. Lo que les ocurrió a los alemanes el domingo es un buen ejemplo para tomar. El técnico Joachim Löw ganó su primer título al frente del seleccionado, pero lleva casi diez años en la selección. Primero estuvo como colaborador de Jürgen Klinsmann, y desde julio de 2006 como entrenador principal. El seleccionado alemán, desde 1936 hasta el arribo de Löw contó con sólo ocho entrenadores. Y eso también es clave para llegar a la cima.
Sabella no cumplió ni tres años en el equipo, cuando sucedió a Sergio Batista luego de la Copa América de 2011, y el escenario de su partida ya está planteado. Si bien no sería por una decisión de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), sino por una decisión personal, el ciclo se interrumpiría nuevamente para iniciar otra etapa desde cero.
Alemania no ganaba un título del mundo desde aquella final de 1990, es decir, tuvo que esperar 24 años para lograrlo. La desesperación suele ser el peor enemigo, en muchos casos, cuando la meta no se alcanza, y se suele buscar un golpe de timón brusco. Sabella armó este plantel con una elección clara en sus conceptos, sobre todo cuando en noviembre de 2011, en Barranquilla, tuvo que reaccionar para que la clasificación a Brasil no quedara lejos. El entrenador siguió apostando a su esquema y Argentina se fue transformando en un equipo temible. De esa forma sorprendió a los propios alemanes en Frankfurt, en agosto de 2012, cuando los venció 3-1 en un duelo amistoso.
Lo que sucedió en la Copa del Mundo fue una circunstancia que está contemplada en este tipo de torneos. Las lesiones de varios jugadores hizo que ese método inicial sufriera algunas modificaciones. Y, entonces, se prefirió cuidar otras áreas de la cancha, y si bien el concepto exhibía menos ambición, no se renunció a la propuesta original. Dejando atrás lo que pasó en el partido ante Bosnia, cuando el propio entrenador se dio cuenta de que se había equivocado al presentar cinco defensores, si los problemas físicos de Agüero y Di María, sobre todo, no hubieran aparecido, Argentina habría seguido intensificando la idea que la había llevado hasta aquí. Con o sin título del mundo, pero con la certeza de que el camino era ese mismo.
En este sentido, el período de Sabella, si es que finalmente el ex conductor de Estudiantes decide dar un paso al costado, deja una huella muy fuerte para el fútbol argentino. Y borrarla rápidamente sería un paso atrás para lo que se logró hasta acá. La manera adquirida y el camino tomado no es equivocado, porque en menos de tres años se pudo llegar a una final del mundo. La sorpresa, tal vez, hubiera sido si Argentina ganaba su tercera Copa.
Löw no había conseguido nada hasta el domingo pasado. Mejor dicho, había logrado un subcampeonato europeo en 2008, un tercer puesto en Sudáfrica 2010 y otro tercer lugar en la Eurocopa 2012. España también deja una señal en este aspecto, ya que venía de ser campeón del mundo y en Brasil no superó la primera ronda, pero Vicente del Bosque continuará en su puesto completando un período de diez años cuando llegue el turno de Rusia 2018.
Argentina tiene la gran oportunidad de hacer historia también, y que este subcampeonato mundial sea el cimiento para que el fútbol nacional recupere no sólo su identidad, sino también su idoneidad.
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