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Por Daniel Guiñazú

Mientras cura las heridas que le provocaron las derrotas de “la Hiena” Barrios y Héctor Velazco, el boxeo argentino tanteó el sábado por la noche lo que puede llegar a venir y puso a prueba, en Punta del Este, a dos de sus mejores prospectos: el medio pesado Hugo Hernán Garay y el mediano Marcos Silvano Díaz.
Garay, actual campeón argentino y latino OMB e invicto en 18 peleas, le dio revancha al veterano brasileño Peter Venancio. El 22 de mayo pasado, ambos se habían enfrentado en Montevideo y Garay lo había noqueado en cuatro rounds. Esta vez, las cosas fueron diferentes. Si bien Garay logró un triunfo indiscutible por puntos en 12 rounds, lo suyo no fue tan convincente.
En las vísperas de su pelea más importante –el 17 de octubre enfrentará en Madrid al rumano Alexander Lacatus en una eliminatoria para enfrentar al polaco Dariusz Michalczewski, el imbatible campeón mundial de los mediopesados de la OMB–, Garay tuvo más problemas que los previstos. Pudo noquear pero luego ratificó su chapa de boxeador irregular y lagunero.
Garay se recuperó bien y terminó ganando con autoridad. Pero deberá mejorar su defensa, ahora que prepara su despegue internacional: puede irse al piso con cualquiera que pegue más fuerte que Venancio.
Díaz tuvo enfrente a otro brasileño, Juvenil Silva Maciel, que hacía dos años que no combatía, habiendo hecho la mayor parte de su campaña en una categoría superior, la supermediano. Y, como no podía ser de otra manera, lo pasó por encima, Lo venció por nocaut técnico, retuvo su campeonato Fedelatin de los medianos y volvió a poner en evidencia que tiene buena línea técnica y una derecha durísima, sobre todo cuando la tira en directo. Peleó sin oposición y eso obliga a ser cauto.
Pero Díaz está en el buen camino: tiene 16 peleas, 14 victorias, 11 por la vía rápida y sería un pecado apurarlo. Hay que seguir observándolo. Dentro de un año y medio, menos quizás, es posible que se tengan buenas noticias de él.