Miércoles, 2 de diciembre de 2015 | Hoy
DEPORTES › FERNANDO MARíN, EL HOMBRE QUE VACIó RACING Y ESTARá AL FRENTE DE FúTBOL PARA TODOS
El empresario fue gerenciador de Racing durante seis años, en los que festejó el título de 2001, pero debió dejar el club de sus amores en medio de una catarata de críticas y de deudas. Su pasado y sus vínculos con la familia Macri.
Desde su implementación en 2009, Mauricio Macri anduvo oscilando por distintas ideas sobre qué hacer con Fútbol Para Todos. Dijo que lo eliminaría, luego que haría un sistema mixto para finalmente prometer que seguiría manteniendo el financiamiento estatal para el programa. Su primera medida como presidente electo de la Nación con respecto al FPT fue anunciar a cargo del área de coordinación a un personaje polémico que los hinchas de Racing recuerdan tanto por el título obtenido después de 35 años, con aquel equipo dirigido por Mostaza Merlo, el del “Paso a Paso”, como por su salida furtiva del club, sin apoyo y muy cuestionado por asuntos poco claros como la venta del futbolista Mariano González o el aumento de la deuda del club que, como gerenciador, debía sanear.
El hecho es que Marín no sólo es recordado por conducir Blanquiceleste SA durante los primeros seis años de su existencia –los últimos dos nombró en su lugar a Fernando De Tomaso–, sino también por el nefasto final de ese ciclo, que terminó con el club de Avellaneda sumergido en deudas, sueldos impagos, cheques rebotados y hasta nuevos pedidos de quiebra. Tiempo después de su salida, el propio Marín no dudó en admitir que “Racing, como negocio, fue horrible”.
La pregunta que surge a partir de estos antecedentes es cómo es que este empresario y publicista polémico llegó a ser el hombre designado por Macri para la administración del programa que aglutina a todo el fútbol nacional, la Selección, las instancias decisivas de las copas internacionales y todo lo que ocurre en las diferentes categorías del fútbol local.
Marín tiene antecedentes como empresario y productor. De hecho, antes de saltar a la fama como gerenciador de Racing cultivaba un perfil bajo como hombre de los medios. En las décadas del 70 y 80, Marín tuvo un notable éxito como productor: fue quien trajo El Chavo del 8 a la Argentina, dirigió Radio El Mundo y FM Horizonte y hasta fue productor teatral. Sin embargo, algunos lo recuerdan por su rol creativo: más de uno le atribuye ser el cerebro de los nefastos slogans “Los argentinos somos derechos y humanos” y “El silencio es salud”, promovidos por la última dictadura cívico-militar.
Su vínculo con la familia Macri no arrancó, como se cree, con el fútbol. Fue mucho antes, en la década del 90. Precisamente, en 1991 Marín integraba el grupo Socma (Sociedad Macri), un holding que supo tener empresas de construcción, de industria automovilística, transporte y comunicaciones entre otros rubros. Sus vínculos estrechos con Socma le facilitó ponerse al frente de Expo América 92, una exposición monumental que se llevó a cabo en Puerto Madero en conmemoración de los 500 años del arribo de Colón a América. La organización del evento estuvo a cargo de la Unión Transitoria de Empresas que encabezaba Marín, quien ganó la licitación. Los que conservan la buena memoria de aquellos años recuerdan que Marín tenía una estrecha relación con el entonces intendente de la Ciudad, Carlos Grosso.
Expo América 92 no se trató de un negocio redondo, ni mucho menos. Se especuló con que la muestra sería un éxito y que por ellas pasarían más de tres millones de personas. No fue así. Fue un rotundo fracaso que llevó a pérdidas a los inversores, entre ellos a la entonces Municipalidad porteña. Según informes del Concejo Deliberante de aquellos años, la pérdida se calculó en 4 millones de pesos. Pero eso no fue lo peor. Tras la investigación se encargó una auditoría a las empresas encargadas de la organización de la muestra que arrojó como resultado una sobrefacturación del orden del 490 por ciento.
Con esos antecedentes, Marín consiguió estar al frente de la firma L’Egalité, que gerenciaba el marketing de la Asociación Argentina de Tenis y desde ahí terminó dando el paso que lo catapultó al gerenciamiento de Racing, en diciembre del año 2000. Blanquiceleste SA –cuyos socios millonarios tenían cuentas en paraísos fiscales (ver aparte)– contaba con un capital inicial de 12 mil dólares. Pese a ser un número escaso y casi insostenible para gerenciar un club, la propuesta de Marín se impuso y así el empresario terminó quedando al frente del club.
Los periodistas conocedores del Mundo Racing aseguran que el ex presidente de Racing Club Osvaldo Otero (quien estuvo 50 días prófugo de la Justicia y procesado por administración fraudulenta del club) le otorgó información privilegiada a Marín antes de la licitación.
Aunque el nombre de Marín quedó asociado al título obtenido en 2001 con Merlo, con el que el club rompió un maleficio de 35 años sin conquistas, el recuerdo que dejó su paso por Racing tiene más sabor amargo que dulce. Es que durante su paso por la administración, Racing Club asociación civil no sólo no redujo la deuda sino que la aumentó. Tal es así que el dinero ingresado de venta de jugadores no era depositado en las cuentas de Racing, y Marín no permitía que se conocieran los números de las contrataciones.
El caso más emblemático fue el pase de Mariano González al Palermo de Italia. El jugador surgido de las inferiores era una de las figuras del primer equipo académico en 2004 y se especulaba con que en el mercado de pases sería buscado por algún equipo europeo. Sin embargo, unos meses antes una empresa llamada Visnar compró al jugador en 800.000 dólares. Tan solo unas semanas después, el Palermo de Italia (entonces recién ascendido) le compró el pase de Mariano González a Visnar en 5 millones de euros. Lo llamativo es que dicha empresa, pese a tan exitosa transferencia, nunca más realizó una operación.
Esta práctica fue repetida. Pese a salir campeón, los planteles que armó la gerenciadora fueron decayendo temporada tras temporada. Los jugadores, de relativa jerarquía, llegaban a préstamo o acercados por algún grupo empresario. El club servía como vidriera pero Racing no recibía un peso de las transferencias.
Tras seis años de descalabros financieros y con un destino deportivo errante, Marín dejó a Blanquiceleste S.A. en manos de Fernando De Tomasso, quien profundizó el derrotero hasta terminar de hundir al club. En 2008, con la presión de la masa societaria, y marchas de los socios en contra, Racing llamó a elecciones y puso fin a su etapa de gerenciamiento. Sin embargo, el recuerdo de la gestión Marín sigue trayendo sombras en los pasillos académicos. La Justicia condenó a De Tomaso a pagar un millón de dólares de resarcimiento a Racing, tras comprobarse “administración fraudulenta”. Quien mejor logró describir el esceneario fue el ex presidente del club Rodolfo Molina: “Todos los días nos llegaba un reclamo nuevo por cosas que firmó Blanquiceleste y no cumplió”.
Macri eligió a Marín, quizá sin estudiar bien su pasado como empresario. Su función, se informó, será “bajar los costos de producción sin emitir avisos políticos durante las transmisiones de los partidos” y atraer “anunciantes privados”. El programa FPT paga a los clubes 1508 millones de pesos por año por los derechos de televisión y tiene un gasto operativo carcano a los 260 millones de pesos. Esos valores deberá administrar Marín, amigo y vecino de Macri, de Barrio Parque.
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