DEPORTES
A la carga va Rapa
Néstor Rapa es abogado, estudiante de turismo y entrenador de Barracas Central, flamante campeón de la C. Lo eligieron el mejor técnico de la categoría y es un personaje de moda en el ascenso.
Por Ariel Greco
El ascenso está conformado por una gran cantidad de personajes peculiares, que le otorgan al fútbol de los sábados una mística muy especial. Dentro de ese espectro se lo puede ubicar a Néstor Rapa, técnico de Barracas Central, flamante campeón del torneo Apertura de Primera C. Tipo temperamental y admirador de César Luis Menotti, a quien le dedicó el premio al mejor técnico de la categoría que le otorgaron los dirigentes del fútbol argentino la semana pasada, Rapa divide su tiempo para poder cumplir con su función en Barracas, con sus obligaciones como abogado, con su hobbie como estudiante de turismo y, sobre todo, para poder estar con sus hijitos Ornella y Mauro. “Una frase que siempre me impactó era la de algunos deportistas que decían que no habían podido disfrutar del crecimiento de sus hijos. Por eso, yo los disfruto con todo”, arranca Rapa en su charla con Página/12.
Su historia como entrenador es bastante singular. En el final de su carrera como futbolista, ni se imaginaba que en el futuro se dedicaría a la dirección técnica. Sin embargo, una circunstancia especial modificó su pensamiento. “Todo empezó en el Mundial ‘90. Yo entendía que la gente festejara, pero no me entraba en la cabeza que nos se dijera nada de lo mal que jugaba esa selección, que fue la peor que vi”, asegura todavía con una muestra de incredulidad. “A partir de eso, y después de charlar con algunos amigos que pensaban lo mismo, me decidí a hacer el curso, con la idea de aportar desde mi lugar para que aquello no se repitiera.”
Muy pocos de sus colegas se pueden dar el lujo de exhibir en su curriculum una racha de diez triunfos consecutivos. Rapa lo consiguió con Excursionistas en el 2000. Pero lo más llamativo es que ahora lo repitió con Barracas, en una serie que se truncó ayer con el empate 1-1 con Acassuso, aunque con el equipo ya campeón. “Uno no es mejor entrenador por ganar diez partidos, pero es un orgullo, sobre todo porque nunca me imaginé que lo podría llegar a repetir.” Además, a los dos equipos le dio la mayor alegría de su historia. Para Barracas fue el primer título en Primera C en 99 años de existencia, mientras que para el club del Bajo Belgrano fue su único campeonato de la AFA.
Con un 78,5 por ciento de efectividad, Barracas es el de mejor porcentaje de todas las categorías del fútbol argentino en la temporada, superando incluso al Boca de Carlos Bianchi. Pero no es algo novedoso, también consiguió ese honor en el 2000 con Excursionistas, en el año que Boca logró la triple corona del torneo local, la Copa Libertadores y la Intercontinental. Claro las preocupaciones de Rapa son muy diferentes a las de Bianchi. “Si me pedís que te analice al Milan, no puedo. Conozco a dos jugadores. Entre un partido de fútbol internacional y uno del ascenso, siempre elijo uno del ascenso, ya sea de la B Nacional o de la D.” Y lo demuestra con pruebas: En sus carpetas se pueden encontrar las virtudes y defectos de casi todos los jugadores de las categorías menores del fútbol argentino.
Si bien piensa en su futuro en Barracas y en la ya garantizada final por el ascenso, Rapa sabe que en cualquier momento lo buscarán de una divisional superior. “Creo que llegó el momento de dar el salto y si me llega algún ofrecimiento lo voy pensar bien. Mi mayor ambición como entrenador es poder demostrarles a los dirigentes que los técnicos de las categorías más chicas también pueden llegar a dirigir equipos importantes”, remarca y lo sostiene con una afirmación contundente: “La diferencia está en el trato con los jugadores, pero el fútbol es el mismo”.
Más allá de este presente feliz, uno de los entrenadores de moda en el ascenso no se olvida de lo difícil que le resultó ganarse un lugar. “Yo me ofrecí para trabajar en casi todos los clubes del fútbol argentino, pero casi nadie me daba bola. Por eso sufría un montón. Es terrible esperar y que no te llame nadie”, afirma Rapa, que ahora recuerda con una sonrisa aquellos momentos duros. “La máxima me pasó con Yupanqui. A través de un amigo empresario me contacté con un conocido de él, que había atajado en el club y que conocía al presidente. Nos juntamos los cuatro, y en la reunión noto que el tipo hablaba todo el tiempo, pero por respeto no dije nada. Lo gracioso fue que a la semana leo que Yupanqui tenía nuevo técnico y era el que me había llevado a mí para darme una mano. Me quería morir.”
El ex entrenador de Almagro en la B Nacional valora esa experiencia y asegura que supo capitalizarla. “Eso me hizo más fuerte. Cada vez que no me atendían o que elegían a otro, yo lloraba. Pero bueno, para mí decía ‘ellos se lo pierden. Les voy a demostrar que se equivocan’. Y seguía con lo mío. Iba a todas las canchas, seguía jugadores, anotaba cada detalle. Sabía que cuando tuviera la oportunidad, no la podía a desaprovechar.” Y de acuerdo con los resultados, parece que no la desaprovechó.