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Julio Lamas fue entrenador de la selección argentina de básquetbol en dos oportunidades: entre 1997 y 1999 y entre 2011 y 2014, y es hincha de San Lorenzo, club al que dirige desde el año pasado, en su nueva participación en la Liga Nacional. Con el conjunto de Boedo, alcanzó la final de la máxima competencia a nivel clubes en el país, y se convirtió en el tercer entrenador que dirigió más de 900 partidos en la Liga. En diálogo con Página/12, se refirió al club de sus amores, y al campeonato argentino, y habló también de la Generación Dorada, la Selección y de Emanuel Ginóbili, el emblema nacional.

–¿Qué balance hace hasta ahora de su paso como entrenador de San Lorenzo?

–La nota final se va a poner cuando termine el torneo. Pero han pasado muchas cosas este año, que dan un balance positivo. El hecho de jugar de nuevo en Primera. La situación inminente de estrenar estadio en Boedo. Poder construir una cantera y competir en la Liga de desarrollo. El poco tiempo que nos llevó conformar el equipo. Y que nos hayan permitido entrenar en el club a partir de enero gracias a las instalaciones debajo de la Platea Sur, una decisión que produjo nuestra integración al club, son cosas muy positivas.

–¿Qué implica para usted ser el entrenador de la primera disciplina que probablemente jugará de local en Boedo?

–Es una situación muy emotiva. Cuando pase después te digo, pero entiendo que va a ser emocionante y me siento afortunado de poder vivir un episodio que va más allá del básquet y de un partido, que tiene que ver con la identidad del club y con el volver a sus raíces. Tiene un significado muy especial y deseo mucho vivir esa experiencia.

–¿Qué significa San Lorenzo en su vida?

–Yo soy hincha de San Lorenzo. Es una situación como la de la mayoría de los argentinos, que somos simpatizantes del club del que era nuestro padre. Y es un fenómeno social que está vinculado a muchas situaciones de la vida de una familia. Ahora mismo mi vínculo con San Lorenzo es profesional, pero se dio una situación romántica de que el club me viniera a invitar cuando sabía que iba a comprar una plaza en la A. Las razones por las que acepté son más románticas que profesionales.

–¿Cuáles son los beneficios de tener en el plantel a varios integrantes de la Generación Dorada como Walter Herrmann, Marcos Mata y Nicolás Aguirre?

–Contar con ellos nos permitió realizar rápidamente algo que al resto le cuesta años. Estar entre los cuatro primeros de la Liga Nacional la primera vez que la disputamos, es algo que sólo se dio porque se han contratado jugadores que aceleraron el proceso.

–Usted dirigió a la Generación Dorada, ¿cuál fue para usted la clave del éxito de esa camada de jugadores?

–La combinación de talento, compromiso, ambición y esfuerzo. Muchas cosas que se dieron en un grupo de jugadores que les gusta jugar juntos entre ellos como compañeros y con la camiseta de la Selección. Tengo muchas anécdotas de la Generación Dorada. Muchas veces por la unión del grupo y el profesionalismo y el deseo, se ha ganado un título, o se ha salido de una situación dificultosa y se consiguió una clasificación. En el Campeonato de FIBA Américas de Mar del Plata 2011 cuando habíamos conseguido la clasificación, el grupo casi no terminó de festejar en el campo de juego, y cantaba que era mejor campeón que clasificado y que al otro día había que ganarle a Brasil. O, luego de haber terminado el partido por la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en el vestuario, algunos integrantes del equipo manifestaron que preferían perder con esos compañeros y con esa camiseta que ganar con otros. Es innumerable la gran cantidad de situaciones que han generado que el mayor orgullo de mi carrera haya sido dirigir a ese grupo.

–¿Cree posible que se vuelvan a conseguir tantos títulos como los obtenidos por esa camada?

–Hay que ver, llegado el momento, de qué equipo en particular hablamos. Ahora mismo se está viviendo el primer momento en el cual el equipo sigue siendo competitivo, y hay que brindarle madurez y experiencia.

–¿Qué opinión previa tiene sobre el grupo que le tocó a la Selección en los Juegos Olímpicos: España, Brasil, Lituania y Nigeria?

–Es un grupo complicadísimo. Es mucho más difícil que el de Londres 2012. Va a haber que jugar muy bien cada uno de los partidos.

–¿En qué medida cree que la presencia de Ginóbili, Luis Scola y Andrés Nocioni facilita el camino para lograr alguna medalla?

–Las medallas están más difíciles que antes. El primer objetivo del equipo tiene que ser clasificar a los cuartos de final. Ese partido va a definir si hay opciones de ir a pelear por la medalla o no. Y depende el desempeño en el grupo, va a determinar el cruce que nos toque. La presencia de Ginóbili, Scola y Nocioni, le otorga al equipo un liderazgo, oficio, experiencia y calidad, que hacen aumentar las expectativas. Ellos van a liderar y guíar al equipo dentro de la cancha. Junto con el entrenador que es de gran experiencia, al igual que ellos.

–Ginóbili pidió un tiempo para definir su futuro: ¿No cree que sería lindo ver a Manu jugando en la Liga Nacional?

–Manu ya nos dio todo. Hay que agradecerle lo que ya nos dio, y respetarle la decisión que tome. No hay que pedirle más nada. Me da igual si juega en la Liga Nacional o no. Me gusta verlo con la cinco de Argentina. Y me gustó verlo jugar estos 20 años, disfrutando como si fuera un chico cada vez, con un amor al juego incomparable y como un ejemplo de jugador y deportista que emociona y enorgullece.

–¿Cómo ve a la Liga Nacional en la actualidad?

–La Liga Nacional está muy competitiva. Hubo diez equipos peleando para estar entre los cuatro semifinalistas. De los cuatro que avanzaron a semis no hubo un favorito claro, más allá de que Olímpico de La Banda ha sido el mejor equipo del año. Y el regreso de muchos jugadores argentinos que estaban en Brasil, Italia y España, ha fortalecido la competición.

–¿El desafío es coronarse con San Lorenzo?

–Esa es la idea.

Entrevistó: Pedro Ruiz de Galarreta.