Miércoles, 6 de julio de 2016 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Gustavo Veiga
Nos quedamos sin director técnico en la Selección, nos habíamos quedado sin Messi por su renuncia, nos quedamos sin plantel para los Juegos Olímpicos, nos quedamos sin presidente en la AFA, nos quedamos sin elección primero por la desvergüenza de los dirigentes, nos quedamos sin elección después porque lo decidió la IGJ, nos quedamos sin torneos atractivos cuando se jugó el de treinta equipos, nos quedaríamos sin árbitros por falta de pago, ya nos habíamos quedado sin hinchas visitantes en el Ascenso desde 2007 y en Primera desde 2013. Sólo falta que nos quedemos sin fútbol, aunque con este fútbol es como si no hubiera nada, como si fuera una mala caricatura de lo que debería ser.
Gerardo Martino no recogía unanimidades entre los dirigentes. Presidentes de clubes importantes no lo querían. Hoy se deben frotar las manos de satisfacción. El entrenador renunció porque Carlos “Chiqui” Tapia, su máximo interlocutor entre la dirigencia, le dijo algo así como “quédate tranquilo que te vamos a juntar los 23 jugadores” para los Juegos Olímpicos de Río. ¿Qué veintitrés? ¿Los nueve que estaban garantizados y no llegaban a completar un equipo? ¿Retazos de futbolistas? ¿Una selección Sub 20 dirigida por Julio Olarticoechea, el único técnico contratado que le queda a la AFA porque no hay ni en la Sub 17 ni en la Sub 15?
No es tan importante que Martino fuera resistido como que se hicieran movimientos para desestabilizarlo. El presidente del Atlético Madrid, Enrique Cerezo, confesó en una entrevista radial hace una semana en España: “Me han llamado de la Federación Argentina por Simeone y les he dicho que no”. Aunque no mencionó al autor del llamado, en los pasillos de la AFA se comenta: habría sido Marcelo Tinelli. Atribuir ahora la salida del técnico a que no podía formar un equipo –mucho menos que un plantel– para ir a los Juegos de Río, sería dar una visión parcial de los hechos. En la suma de sus fastidios había otros. Apenas fue el último que precipitó su renuncia. No cobraba el sueldo hacía meses, por ejemplo.
Ahora, ¿cómo seguirá este gran desbarajuste en que se transformó el fútbol argentino? Es complicado saberlo porque muchas manos en un plato hacen mucho garabato, dice un proverbio español. El gobierno nacional, la FIFA, una jueza… La realidad indica que nos quedamos sin muchas cosas en este barco al garete. Pero además de quedarnos sin Martino, sin Messi, sin un plantel para los Juegos de Río –que los dirigentes se habían comprometido a respaldar– y otras carencias por el estilo, nos quedamos sin decencia. En verdad, habría que preguntarse si alguna vez la hubo en este fútbol que se transformó en un desierto donde hoy no hay señales de vida.
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