DEPORTES › LA DIFERENTE ACTITUD DE LOS PIBES ANTE LA FINAL
Con ansiedad, calma y cábalas
Por S. F.
Desde París
Jacques Brugnon, uno de los “cuatro mosqueteros” del tenis francés, jamás vio jugar a Guillermo Coria o Gastón Gaudio, pero ayer posó junto a ambos en un ajetreado día previo a la final argentina en Roland Garros. “Me quiero ir”, le dijo Coria a su agente cuando la “plaza de los mosqueteros”, ubicada junto a la cancha central en Roland Garros, desbordaba de fotógrafos, camarógrafos, periodistas y fans reclamando autógrafos al número tres del mundo, que estaba rodeado por varios fornidos guardaespaldas de oscuros trajes.
Coria, que llegó diez minutos tarde a la sesión de fotos del jueves junto a Gaudio y David Nalbandian, debió esperar un buen rato a que su rival de hoy pisara el lugar elegido para inmortalizar las horas previas al duelo. En eso ya hay empate a uno. Finalmente, Gaudio apareció, con un gorro de lana que le daba el aspecto “grunge” y desvalido que a veces le gusta cultivar. Coria transpiraba embutido en una camiseta celeste y blanca de la selección argentina de fútbol. Sonrieron y se abrazaron a Brugnon, tan impertérrito desde el bronce de su estatua como sus colegas Henri Cochet, Jean Borotra y Rene Lacoste, que controlan los otros tres puntos de acceso a la plaza.
Apenas pudieron conversar, y no llegaron a discutir la idea lanzada minutos antes por Coria: “Estaría bueno salir los dos juntos a la cancha llevando la bandera argentina. Sería importante para el país. Hay que ver si nos dejan, en Wimbledon seguro que no lo permitirían...”. “Me gusta la idea”, confirmó Gaudio, sin saber aún que la organización homenajeará a la Argentina. Según confirmó la organización, tras la final, sonará el Himno argentino y se izará ceremoniosamente la bandera del país, algo que no se había hecho en ediciones anteriores, pero que se estrenó ayer con la final femenina rusa. ¿Entregará Guillermo Vilas el trofeo? El campeón de Roland Garros ’77 quiere hacerlo, y aunque ya protagonizó la misma ceremonia en 1997 y 2002, esos antecedentes “no son obstáculo” para una tercera presencia, aseguraron fuentes de la Federación Francesa de Tenis (FFT).
Jugar una final de Grand Slam es una absoluta novedad tanto para Coria como para Gaudio, pero cada uno vivió de manera muy diferentes las primeras horas desde que supieron que ése era su destino para hoy. “Cené en la cama, dormí once horas y cuarto y desayuné en la cama. Estoy manejando excelente la ansiedad, también el tiempo libre que tuve... Estoy muy relajado”, explicó Coria, que reflejaba, efectivamente, una tranquilidad que no le vendría mal a su rival por el título. “Ayer no dormí tan bien como venía durmiendo. Es por la ansiedad. Se ve que estaba un poco cansado, espero dormir mejor”, admitió Gaudio.
Coria peloteó en forma liviana con su entrenador, Fabián Blengino, y Gaudio también practicó con su entrenador, Franco Davín, que hace un par de años dirigió a Coria. Amante de las cábalas, Coria pidió lo imposible: que Le Quotidien, la revista diaria que edita el torneo, no le dedique la foto de portada, foto que se demostró “mortal” para varios favoritos en los últimos días. “Voy a decir que no me pongan en la revista.” Pero aparecerán ambos, tal como las rusas Elena Dementieva y Anastasia Myskina ayer. “¡Y, entonces perdemos los dos...!”, retrucó Coria, bromeando con “perder”, una palabra que detesta como pocas, pero que se clavará sobre él o sobre Gaudio en la tarde de hoy.