Martes, 3 de abril de 2007 | Hoy
DEPORTES › EL ARGENTINO TREPO 26 PUESTOS EN EL RANKING
Dos victorias sobre Federer, una sobre la Corte Arbitral del Deporte, otra contra los prejuicios del tenis, todo en 30 días.
Por Sebastian Fest
En viaje desde la tropical Miami hacia la fría Goteborg, donde se sumó al equipo argentino de Copa Davis, Guillermo Cañas habrá tenido ayer la oportunidad de hacer balance de un mes de múltiples triunfos, y varios de los más destacados no habrán sido precisamente dentro del rectángulo en el que se gana la vida jugando al tenis. La vida de Cañas cambió en exactamente tres semanas, en 21 días soñados.
El balance impacta: dos victorias ante el “imbatible” número uno Roger Federer, la disputa de la final del quinto torneo más importante del mundo, un éxito judicial sobre la Corte Arbitral del Deporte (CAS) y cierta “limpieza” de su imagen coronada por el sincero abrazo que le dio el serbio Novak Djokovic, un hombre que influirá mucho en el futuro del tenis mundial.
Logró además cierta solidaridad de rebote tras las duras palabras del croata Ivan Ljubicic, que lanzó una de las frases más desafortunadas en mucho tiempo: otorgarle una invitación a un jugador que vuelve tras una sanción por doping es como “ponerle una pistola en la mano a alguien que acaba de salir de prisión”.
Cañas no necesitó hablar, aunque en su entorno no se quedaron inactivos. La ATP desactivó el conflicto con el sencillo método de rechazar la propuesta aprobada por el consejo de jugadores que preside Ljubicic. El argentino tenía un problema muy grande: tras ser suspendido por la ATP en junio de 2005 por positivo de hidrocloriothazide, sobre su figura caían sospechas de tenistas no limpio, de deportista que corre y gana gracias al doping.
Pero mientras sumaba triunfos en Miami sus abogados trabajaban en Suiza para lograr una victoria poco esperable: la Corte Suprema de la Confederación Helvética le dio la razón a Cañas en su demanda contra la CAS, que a su vez había reducido la sanción impuesta originalmente por la ATP.
Y con cada victoria en Miami fue generando una corriente de simpatía entre el público y, más importante para él, parte de la prensa anglosajona, habitualmente escéptica y dura con los españoles y latinoamericanos “cazados” en los controles antidoping.
El “caso Cañas” está lejos aún de aclararse, porque es de los más enrevesados en mucho tiempo, un cúmulo de sospechas y dudas entrecruzadas. Pero el argentino tiene ahora la iniciativa, que normalmente debería estar en manos de la ATP.
Djokovic, cabeza de la nueva hornada de jugadores –aunque sólo tenga un año menos que el español Rafael Nadal–, escenificó además de la mejor manera el regreso de Cañas –ex número ocho del mundo– al primer plano del tenis.
“Voy a llamarte ‘Willy’, ¿ok?”, le dijo el serbio tras la final. Y Cañas no podía dejar de sonreír, porque a nadie le gusta sentirse un “apestado” en su trabajo. “Es un chico fantástico”, dijo Djokovic sobre Cañas. “Y muy emotivo jugando. Me gustan esa clase de jugadores, siempre con mucha emoción, sonriendo y positivos. Mereció estar en la final, luchó mucho por este torneo. Y ves a los fanáticos argentinos apoyándolo durante todo el torneo. Es siempre bueno ver algo nuevo en el tenis.”
“Nuevo” para Djokovic, diez años menor que el argentino, y que cuando Cañas fue suspendido apenas daba sus primeros pasos en el tenis. Y mientras Jon Wertheim, prestigioso columnista de la revista Sports Illustrated, se atrevió a decir que Cañas “ganará Roland Garros”, algo se instala como certeza: si los resultados siguen por el camino que llevan en los últimos meses, David Nalbandian dejará de ser el número uno del tenis argentino, porque ese lugar tendrá el nombre de Guillermo Cañas.
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