DEPORTES

Las cuentas que nunca cerraron

Por Sebastián Fest
Desde Madrid

Joao Havelange paseaba repartiendo besos y abrazos por los nobles salones del Hotel Ritz, mientras a pocos metros, en el Salón Real, el fútbol sudamericano se derrumbaba política y deportivamente, extrañándolo más que nunca.
La decisión que acababa de conocerse era un golpe demoledor: Sudamérica, junto con Europa la gran potencia del fútbol mundial, tendrá sólo cuatro representantes en Alemania 2006.
Difícilmente algo así hubiera sucedido durante los 24 años de Havelange. Y cuando Joseph Blatter sucedió al brasileño en 1998, nadie imaginaba que las cosas cambiarían tanto, ya que el suizo llegó al poder con el apoyo de Sudamérica y promesas a Africa, en tanto que Asia se dividió como Europa en el apoyo a su rival, el sueco Lennart Johansson.
Cuatro años y medio después, libre de ciertas ataduras, Blatter presidió una tensa reunión de casi cinco horas del Comité Ejecutivo de la FIFA que dejó groggy a la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Sucedió lo que el veterano columnista Paul Gardner presentaba como “pesadilla futbolística” en la última edición de la revista World Soccer: triunfó la política sobre el fútbol.
La Conmebol, que ganó nueve de los 17 Mundiales disputados, tiene media plaza menos que Asia, que cuenta con cuatro seguras y una quinta a disputar con el cuarto clasificado de la Concacaf. Asia tuvo cuatro representantes en Corea-Japón, donde los países anfitriones aprovecharon al máximo el apoyo del público para cumplir la mejor actuación de su historia.
Pero los otros dos asiáticos –China y Arabia Saudita– cerraron el Mundial como los dos peores equipos del certamen, algo que la FIFA no pareció tener en cuenta. Todo indica que pesó más el poder económico de Asia, un mercado mucho más atractivo que el de Sudamérica. El éxito de Asia llegó sin la presencia en Madrid de su “hombre fuerte” Chung Mong Joong, lo que indica el poder de convicción del continente.
Cinco plazas para Africa parece un exceso, pero el Mundial de 2010 se jugará allí, y Blatter le debe mucho a una confederación que traicionó parcialmente a su candidato Issa Hayatou en la última elección presidencial. El caso de Oceanía es claro: contar con Australia como participante casi automático es otro activo interesante para la FIFA.
Pero deportivamente, la decisión del comité ejecutivo del ente rector del fútbol mundial no puede ser más curiosa: las únicas dos confederaciones que pierden presencia son la Conmebol y la UEFA, las únicas que ostentan títulos mundiales.
En el caso sudamericano, la debacle parece tener que ver con cierto agotamiento de la influencia de sus máximos dirigentes. El paraguayo Nicolás Leoz, presidente de la Conmebol, salió de la reunión transfigurado. “Quiero ir al baño”, fue lo primero que dijo antes de sumirse en el mutismo. Tras solucionar sus problemas más inmediatos se enfrascó con sus ayudantes en el cálculo de plazas. “¿Europa queda entonces con 14...?”
Gardner, casi proféticamente, había puesto en World Soccer el dedo en la llaga al destacar la falta de poder numérico de la Conmebol, que con diez miembros es la menor de las confederaciones. Europa y Africa tienen 52 votos cada una, Asia 44 y la Concacaf, 35. Incluso Oceanía suma más que Sudamérica, con once votos que incluyen hermosas islas del Pacífico sur donde el fútbol genera tanta pasión como el cricket en Brasil.
“Si la FIFA decidió que los árbitros sean los mejores, ¿por qué no hacer lo mismo con los participantes en el Mundial?”, se preguntó Gardner. La FIFA le respondió ayer que ése no es un tema que le preocupe.

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