La Copa Mundial de Clubes le supuso a Marruecos, el país organizador, pérdidas de entre 20 y 30 millones de dólares en gastos logísticos, según el diario de ese país Ajbar al Yaum, que cita estimaciones de fuentes que no identifica. Las pérdidas se produjeron a causa de los gastos de transporte y de alojamiento, concretamente los de “los invitados de alto nivel”, presumiblemente encumbrados miembros de la FIFA. También influyó el cambio de la semifinal Real Madrid-Cruz Azul, prevista en Rabat, a Marrakech, debido al mal estado del estadio de la capital, y la distribución de un gran número de entradas gratuitas. El escándalo del estadio de Rabat, arruinado por las lluvias, causó una gran indignación en el país, ya que se invirtieron 25 millones de dólares en su remodelación para este torneo. El rey de Marruecos, Mohamed VI, suspendió de forma provisional las actividades del ministro de Deportes, Mohamed Uzin, y le impidió asistir a la final.