Lunes, 17 de septiembre de 2012 | Hoy
DIALOGOS › ROBERTO SALVAREZZA, PRESIDENTE DEL CONICET
Preside el mayor organismo del sistema científico tecnológico del país desde abril de este año. Aquí, cuenta su trayectoria profesional y su militancia política. Su especialidad es la ciencia dura, pero defiende la investigación en las ciencias sociales. Y muestra su optimismo respecto del momento que vive la ciencia en el país.
Por Marcela Stieben
–¿Qué lo motivó a seguir la carrera de bioquímico?
–La decisión de ser bioquímico surge un poco en mi pasaje por el Nacional de Buenos Aires. Tuve una profesora de biología, a quien recuerdo con muchísimo cariño, que me dijo: “Vos vas a ser bioquímico y te vas a dedicar a la investigación”. Y así fue. También tuve un profesor de química que nos motivó mucho... Esto fue allá por 1969.
–Qué año aquel... “Cielo del 69” es un poema de Mario Benedetti: “Cielito cielo que sí, cielo del 69, con el arriba nervioso y el abajo que se mueve”.
–Sí, lo recuerdo. Fue un año movidito... había muchas cosas que pasaban en esa época en el país y sobre todo en el Nacional de Buenos Aires, que nosotros vivíamos como alumnos. En el ’70 terminé el colegio. Yo era un excelente alumno de biología, pero química me la llevé y cuando la tuve que estudiar para rendir me gustó mucho, y de esa mezcla de ambas materias nació el deseo de estudiar bioquímica. En 1971 empecé la facultad en la UBA y en seguida me quedé como ayudante de cátedra en la materia Química general e inorgánica. Y de ahí en más no paré...
–¿Usted era lo que se solía llamar un “traga”?
(Risas) –Nooo, yo no era un traga... apenas un buen alumno, pero no era un traga ni mucho menos... Tuve buenas notas en la facultad y era lo que se puede llamar un buen alumno. pero no era un alumno traga. Inclusive en el Nacional de Buenos Aires, en cuarto año, me llevé cuatro materias. Fui siempre una persona relativamente normal, me gustaba salir con mis amigos, me divertía con mis compañeros de colegio, faltaba... Y bueno, fui ayudante de segunda, ayudante de primera, jefe de trabajos prácticos... Tuve excelentes profesores en la Facultad de Bioquímica de la UBA, realmente un orgullo...
–¿Lo apasionaba la docencia?
–Sí, tengo diecinueve años de docencia y dirigí muchas tesis doctorales, que son posgrados, pero por una serie de razones lo que en realidad me terminó atrapando es la investigación científica, más que la docencia. En 1974 integré el Centro de Estudiantes de la Facultad, fui vocal por la JP y cuando vino el golpe y la situación empezó a estar muy complicada me fui a La Plata, al Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas, que depende del Conicet y de la Universidad Nacional de La Plata. En 1977 yo ya estaba recibido de bioquímico en la UBA y, con la facultad intervenida, tomé la decisión de irme a La Plata a trabajar y me fue muy bien.
–¿En qué año comienza su militancia política?
–Empecé la militancia en el ’71 en la Juventud Peronista, cuando entré a la Facultad de Bioquímica de la UBA. Y en 1974 fui vocal por la JP en el Centro de Estudiantes. Por eso en el ’77 decidí cambiar de lugar e irme a La Plata, ya que la facultad no era un lugar muy amable para los que habíamos tenido una actividad política como la que yo tuve. Me ofrecieron trabajo como profesional técnico en el Inifta en La Plata y allá fui. En La Plata estuve trabajando tres años, me llamaron para hacer investigaciones en biofísico-química e hice mi tesis de doctorado en paralelo a mi actividad como técnico. Me recibí en 1981.
–¿Se doctoró en la UNLP o en la UBA?
–Acá, en Buenos Aires. Yo me doctoré en la UBA. En La Plata ingresé al organismo científico y desarrollé toda mi carrera como técnico, becario e investigador hasta llegar a ser director del Inifta, una institución académica de prestigio internacional. Aprendí muchísimo trabajando en el Inifta. Toda mi carrera científica, salvo un trabajo que hice en la UBA en el Hospital de Clínicas, lo hice en La Plata. Esto lo aclaro porque mis colegas, que me conocen de haber trabajado años en La Plata, me van a decir: “¿Cómo que te doctoraste en la UBA si nosotros te conocemos de acá?”. Y es que el doctorado lo tuve en la UBA, pero toda mi carrera de investigador la hice ahí en La Plata.
–¿Cuál fue el tema de investigación en su tesis de doctorado?
–Corrosión microbiológica de aluminio y aleaciones por microorganismos.
–¿Cuánta gente trabaja en este momento en el Conicet?
–En este momento tenemos unos veinte mil agentes en todo el país, de los cuales hay siete mil y pico que son científicos, 2400 técnicos y 9000 becarios. Y aparte está el personal del Conicet central, donde hay entre 700 y 800 administrativos. La gente del Conicet trabaja mucho. Estoy orgulloso de ser el presidente del Conicet por lo que estamos haciendo, pero sobre todo, por lo que haremos en los próximos años.
–¿La mayor parte del presupuesto se va en sueldos?
–Bueno, la mayor parte del presupuesto se va en sueldos y estipendios, que son las becas. El Conicet tiene muchos becarios, en estos meses hemos hecho una gran convocatoria y se ha inscripto muchísima gente para obtener la beca.
–Se suele decir que en general existe un privilegio de las ciencias duras por sobre las ciencias sociales a la hora de repartir estas becas.
–En el Conicet les queremos dar la misma cantidad de becas por igual a las cuatro grandes áreas, otorgándole un 25 por ciento a cada una de las cuatro sin tener en cuenta la demanda, para poder ser equitativos. El Conicet es el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina. Su actividad se desarrolla en cuatro grandes áreas: ciencias agrarias, ingeniería y de materiales (compuesta por las ciencias agrarias, las ingenierías –civil, química, mecánica, electrónica, etc.– y arquitectura); ciencias biológicas y de la salud (las disciplinas que integran esta área son de vital importancia para el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad y han adquirido una gran relevancia por su producción científica); ciencias exactas y naturales (en esta área del conocimiento conviven disciplinas diversas como matemática, astronomía o computación. Esta diversidad nos coloca frente a un área de las ciencias básicas y aplicadas con múltiples y variadas líneas de investigación), y ciencias sociales y humanidades (el área de las ciencias sociales y humanas ofrece una amplia gama de disciplinas como derecho, lingüística, psicología, ciencias de la educación, antropología, arqueología, geografía, sociología y economía, entre muchas otras). Hace poco en una radio un periodista me dijo: “Yo creo que el Conicet no tiene que apoyar más con esas becas a las ciencias sociales porque el país necesita científicos de ingeniería, medicina, química, etc.” Y yo le dije que no, que nosotros como Conicet tenemos que darles a todos las mismas posibilidades, por eso digo que no operamos en torno de la demanda. Todas las áreas tienen que crecer proporcionalmente. Todos tienen el mismo derecho.
–¿Cómo evalúa usted la cuestión federal del Conicet?
–En todo el país se está haciendo un fuerte trabajo federal, pero todavía hay mucha concentración de investigadores en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Tenemos que trabajar muy fuerte para fortalecer la investigación en todas las provincias y no sólo en las grandes ciudades que hoy ya los tienen. El plan empezó ahora y aún quedan cuatro años de cumplimiento. Con la convocatoria de becas y con distintos planes queremos apoyar a todos los investigadores del interior y fortalecer la red federal con acciones especiales del plan estratégico.
–Cierto mito dice que los científicos no se ocupan de su familia y que están todo el día trabajando e investigando. ¿Cómo es su vida familiar?
–Bueno, usted sabrá que los investigadores tenemos un problema: nos gusta mucho lo que hacemos y nos gusta tanto que quizá yo haya descuidado a mi familia porque me apasiona lo que hago. Trato de hacer lo mejor que puedo y me interesa mi familia, pero quizá no esté presente todo el tiempo que quisiera. Es cierto que trabajo mucho, pero me importa mi familia. Tengo cuatro hijos.
–¿Fueron a escuela pública o privada?
–Los tres mayores míos siempre fueron a escuela pública, igual que yo. Soy un defensor de la escuela pública. Pero mi hijo menor, Matías, va a una escuela privada porque por un problema de horarios nuestro, de mi mujer y mío, lo tuvimos que enviar a un colegio privado doble escolaridad porque los dos trabajamos mucho y no llegábamos. Mis tres hijos mayores, que hicieron toda su escolaridad en la escuela pública, tuvieron una muy buena educación. Yo defiendo mucho la escuela pública y creo que es un orgullo de nuestro país.
–Regresemos a su tarea como científico. Usted es todo un experto en la nanotecnología.
–Sí. Es trabajar con la materia en una escala sin precedente. En Estados Unidos se visualizó toda esta área como una especie de actividad nueva y se la engloba bajo el término de nanotecnología. Nano porque se trabaja en la escala de un nanómetro.
–¿Cómo es la escala de un nanómetro?
–Tome un centímetro, córtelo en diez millones, saque un pedacito de eso y una de esas partes es un nanómetro. Para que usted tenga una idea, una bacteria es muchísimo más grande, está en el micrómetro. En esa escala estás con los átomos, los virus, las bacterias. En Norteamérica empezaron a trabajar con nanotecnología hace unos doce años, en el 2000, con Clinton. En Argentina estamos trabajando en nanotecnología desde el 2004. La Secretaría de Ciencia y Técnica, que ahora es un ministerio, a cargo de Lino Barañao, en ese momento la considera como un área de vacancia, eso significa que es un área que le falta al país. El llamado de Argentina fue en el 2004 para la nanotecnología y para otras áreas. Un área puesta en PAV (proyecto de área de vacancia). El Gobierno pone dinero para formar redes para crear esta área que le faltaba al país. Ahí surgen cuatro redes de nanotecnología. Con gran apoyo del Gobierno para la investigación científica.
–¿Cómo evalúa la visión de los científicos sobre este momento del país?
–El otro día me preguntaban si yo percibía que había una decepción en los científicos y yo dije que no, que no veo decepción en los científicos. Yo digo que hay mucho por hacer todavía, pero lo importante es que hay un plan estratégico y que lo estamos cumpliendo. Yo creo que el pueblo va a seguir apoyando la gestión del gobierno nacional y que Argentina seguirá creciendo. Soy muy optimista en cuanto a cómo va el país. Sé que las condiciones mundiales son muy complejas. Pero sé que el Gobierno puede manejarse con grandes crisis, como lo que pasó en 2008. Más allá de las turbulencias, este gobierno tuvo y tiene muñeca para manejarse con las distintas etapas. Hay un proyecto y por eso en las últimas elecciones hubo una mayoría absoluta de apoyo del pueblo al gobierno nacional. Latinoamérica tiene que ir hacia adelante como un bloque y Argentina es parte de ese bloque. Yo creo que los jóvenes se dan cuenta de esto y por eso participan en política. Los que tenemos nuestros años y vivimos distintos gobiernos, vemos esta etapa como un proyecto sin precedentes.
–¿Cómo define al Conicet?
–El Conicet es la columna vertebral del sistema científico tecnológico del país. Las universidades nacionales son muy importantes, pero tienen otras actividades y otros proyectos. No competimos con los otros actores, somos socios, trabajamos juntos con INTI, INTA, Conea, más otras instituciones y todas las universidades. El Conicet es la institución más importante en todo lo que es promoción y fomento de la actividad científica y tecnológica de Argentina.
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