Lunes, 25 de febrero de 2013 | Hoy
ECONOMíA › ENTREVISTA A ANDRéS KRYMER, GERENTE DE INVESTIGACIóN ESTRATéGICA DE LA PETROLERA YPF
Krymer es uno de los responsables del diseño del bono minorista que YPF volverá a emitir esta semana. El especialista explica cómo hicieron para adaptar este instrumento al pequeño inversor y cuáles son sus ventajas respecto del plazo fijo y del dólar.
Por Fernando Krakowiak
Andrés Krymer es gerente de Investigación Estratégica de YPF y uno de los responsables del diseño y la comunicación del bono minorista que la compañía lanzó en diciembre y volverá a emitir esta semana. En diálogo con Página/12, este sociólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires explica por qué decidieron ofrecer un bono para el pequeño inversor, cómo hicieron para adaptarlo a sus necesidades y cuáles son las ventajas que tiene respecto del plazo fijo y del dólar.
–La investigación que realizaron antes de la primera emisión arrojó que el 30 por ciento de la población tenía capacidad de ahorro, pero sólo el 1,1 por ciento declaraba tener esos ahorros en bonos de empresas, ¿por qué igual decidieron avanzar?
–Nunca hubo en el país una cultura de invertir en el mercado de capitales. El argentino estuvo siempre pendiente del dólar, pero ese 1,1 por ciento no lo tomamos como un riesgo sino sólo como un dato que expresaba la inexistencia de un producto que pudiera interesarle a la gente. Nosotros sabíamos que este bono iba a ser un instrumento innovador. Además, estábamos convencidos de que había condiciones para que funcione. La primera emisión demostró que puede haber un modo seguro de invertir que al mismo tiempo sirva para financiar al sector productivo. Lo que estamos haciendo en YPF es abrir un camino que probablemente sigan otras empresas.
–¿Qué cuestiones tomaron en cuenta al momento del diseño para atraer la atención del inversor minorista?
–Nuestro objetivo principal era acercar un instrumento financiero a las necesidades de la gente. Por ejemplo, el corto plazo para cualquier especialista en finanzas no tiene nada que ver con lo que consideran corto plazo muchos inversores minoristas. En las charlas internas, cuando evaluábamos qué características debía tener el bono y hablábamos de corto plazo algunos proponían cinco años, pero nosotros teníamos claro que cinco años es un plazo larguísimo para mucha gente. Por eso se terminó ofreciendo un bono a un año. Otro objetivo central era que el instrumento fuese sencillo de suscribir. No podíamos pedirle a una persona que nunca trabajó con un agente de Bolsa que lo incorpore a su vida cotidiana. Después los especialistas financieros se encargaron de llevar eso a la realidad. También era clave no asustar con un lenguaje incomprensible.
–El pequeño inversor sabe que el plazo fijo no le da mucho interés, pero es una herramienta relativamente segura, ¿cómo pueden garantizarle a la gente que en este caso no está poniendo el dinero en una ruleta donde puede terminar perdiendo?
–YPF es una empresa que tiene mucho activo de marca. Cualquiera que viajó por el país sabe que está presente en todos lados. Además, el bono garantiza una rentabilidad anual que no está sujeta a ninguna variación. Eso da previsibilidad. Por otro lado, ¿qué me haría suponer que un banco es más seguro que una empresa productiva? Sobre todo, si se toman en cuenta ejemplos recientes como la quiebra de Lehman Brothers.
–El plazo fijo le permite al ahorrista tener el dinero disponible cada 30, 60 o 90 días. Si el inversor del bono YPF necesita recuperar el dinero antes del año, ¿puede hacerlo?
–Sí. El bono se puede vender en cualquier momento en un mercado secundario donde el precio se rige por la oferta y la demanda, pero la rentabilidad del 19 por ciento anual se vería afectada.
–¿Por qué convendría suscribir el bono antes que comprar dólares?
–Las investigaciones previas nos mostraron que el 55 por ciento de las personas prioriza la seguridad en sus inversiones, pero paradójicamente en algunos casos opta por el dólar, incluso el dólar ilegal en una cueva, pese a la inseguridad que eso conlleva. Uno podría decir que hay una expectativa alcista del dólar, favorecida por muchos medios que publican esas expectativas, pero uno desconoce las motivaciones de los actores que movilizan esos precios. Por otro lado, si uno ganó su dinero honestamente en la economía formal y decide comprar dólares en una cueva pasa a la economía negra y eso conlleva riesgos. Frente a eso, el bono es un instrumento seguro que ofrece previsibilidad en el tiempo y la tasa.
–Luego de la primera suscripción, ¿hicieron algún estudio para saber si el bono logró más adhesión entre kirchneristas que opositores?
–YPF es una cuestión muy emblemática para los argentinos. Después de la nacionalización, las mediciones realizadas por la compañía muestran que genera una activa y militante adhesión, aun entre los opositores al Gobierno. Los niveles de respaldo que logra la compañía superan el 70 por ciento de la población. El 75 por ciento calificó como buena la iniciativa del bono y ese porcentaje sube al 81 por ciento entre quienes tienen capacidad de ahorro. No hubo adhesión al bono por pertenencia política. Irrumpió como un nuevo instrumento financiero que concita interés por la empresa y el objetivo que tiene la empresa. Esto también se observa al analizar la participación de los bancos. La primera suscripción se pudo realizar a través de nueve bancos y ahora entre bancos y sociedades de bolsa suman dieciocho.
–Si este tipo de emisiones se generalizan, ¿los bancos no lo verían como una amenaza por la absorción de recursos que hasta ahora se canalizan en parte hacia los plazos fijos?
–Los bancos lo están viendo como una oportunidad para el desarrollo de nuevos productos, más que como una amenaza. Es un producto complementario.
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