Lunes, 6 de enero de 2014 | Hoy
ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: LA DIFERENCIA ENTRE EL RELATO Y LOS HECHOS QUE SE REGISTRAN EN EL SECTOR
Los especialistas aportan un conjunto de recomendaciones para mejorar el diseño de las políticas públicas destinadas a regular la actividad. Cuál es el déficit real de la cuenta turismo y qué impacto genera el impuesto a las compras en el extranjero.
Producción: Javier Lewkowicz
Por Silvio Guaita *
En una economía periférica, durante períodos de crecimiento, pueden producirse cuellos de botella debido a la escasez de divisas. Es decir, la expansión económica puede verse restringida por la falta de dólares, necesarios para el funcionamiento de la economía. Ante esto existen tres opciones: se disminuye la tasa de expansión de la economía o se incrementa la oferta de divisas y/o se sustituyen importaciones. Si en una economía con estas características, existiese un gobierno cuyo objetivo es promover el crecimiento económico con inclusión social, la primera opción debería descartarse por razones obvias. Una menor tasa de crecimiento del producto desacelera la reducción del desempleo, así como la generación de puestos con mejor remuneración para los mismos, e impide la inclusión social de una gran parte de la población que tiene trabajo pero no se encuentra registrada.
La segunda y/o tercera opción es la única alternativa. Para esto se podría apuntar, entre otras opciones, a reducir el gasto realizado por los habitantes que van a vacacionar al extranjero. Una pregunta interesante es saber si la disminución de este gasto, por un aumento del costo de adquisición de los bienes y servicios extranjeros a través de un impuesto a las compras, por ejemplo, va a generar un ahorro de divisas a nivel macroeconómico, no sólo en el corto plazo sino también en el largo plazo. Es decir, si se van a consumir menos dólares a través del tiempo.
Suponiendo que existe un nivel de ingreso a partir del cual un habitante puede y comienza a demandar bienes y servicios en el extranjero, es esperable que en una economía en expansión (ingreso per cápita creciendo) en la que se promueve la reducción de la desigualdad e inclusión social, exista cada vez una masa mayor de individuos por encima de dicho nivel.
Ergo, un impuesto a las compras en el extranjero reduce en un primer momento la cantidad de bienes y servicios que se pueden comprar con un ingreso dado. Pero esta caída es de carácter temporario, ya que el ingreso de la población que vacaciona en el extranjero no es fijo. En otras palabras, a menos que se esté aumentando el costo de viajar al extranjero de forma continua, dicho encarecimiento sólo retrasa lo inevitable. En una economía en expansión tarde o temprano se produce un aumento del ingreso de la población, que compensa la pérdida de poder adquisitivo generada por el impuesto.
En segundo lugar, indudablemente se produce un desaliento a vacacionar en el extranjero. Pero el número de individuos disuadido es pequeño. Esto se debe a que el aumento del impuesto afecta mayormente a aquellas personas que tienen un ingreso muy cercano al requerido para vacacionar fuera del país. Hay una gran porción de individuos que puede financiar sus viajes con tarjetas de crédito, tomando créditos o apelando a ahorros anteriores, sin necesidad de tener que disminuir sus gastos.
En tercer lugar, puede suponerse que el impuesto a las compras con tarjeta es lo suficientemente fuerte como para generar que una gran cantidad de individuos desista de viajar al extranjero y decida vacacionar dentro del país. En ese caso se incrementará el gasto interno, aumentando la demanda de bienes y servicios nacionales. Como muchos de ellos requieren insumos importados para ser fabricados, paralelamente se incrementarán las importaciones. Al mismo tiempo, el ingreso per cápita de la población se incrementará por la mayor actividad económica interna, generando que viejos y nuevos individuos tengan mayores ingresos para gastar en el extranjero.
Por lo tanto, ante la ausencia de una política de sustitución de importaciones coherente que disminuya la demanda de dólares a nivel agregado (realizada a partir del estudio y análisis de una matriz insumo producto), dicho impuesto no alterará significativamente el consumo de dólares o incluso lo empeorará.
En cuarto lugar, si dicho aumento en el costo de los bienes y servicios extranjeros va acompañado de una devaluación sostenida por goteo, posiblemente se vea reducido el consumo de divisas a corto plazo, pero debido a la caída de la actividad económica interna por la pérdida de poder adquisitivo de la población. Es decir, la regresividad de la devaluación y su incapacidad para inducir cambios estructurales en la economía, solamente disminuirá el consumo de dólares de forma coyuntural, dejando inalterada la tendencia a un mayor consumo de dólares en el largo plazo.
En conclusión, un gobierno que promueve el crecimiento económico con inclusión social debe tomar medidas de política económica coherentes con dichos objetivos. El encarecimiento del tipo de cambio para vacacionar en el extranjero no puede por sí solo revertir las tendencias a nivel macroeconómico, tanto en el corto y largo plazo, de consumo de divisas. A menos que la misma se complemente con políticas sustitutivas consistentes, se seguirá observando una incoherencia entre objetivos y resultados.
* Licenciado en Economía (UBA).
Por Rodrigo Oliver y Juan Pablo Tarelli *
Proponemos transitar por el terreno de la economía del turismo, con miras a derribar falsos relatos creados por ciertos grupos de interés que generan un estado de desinformación permanente.
Relato 1: “Los indicadores sociales de la Argentina se estancaron a partir de 2007-2008”. Si lo fuera, por definición, no debería existir contraejemplo alguno que lo invalide. Sin embargo, en el sector de turismo encontramos más de un contraargumento. En efecto, se puede calcular la evolución de los coeficientes de Gini para tres dimensiones diferentes del turismo: turistas, excursionistas y gasto turístico, y en todos ellos se verifica que la desigualdad en el acceso al turismo ha continuado reduciéndose incluso luego del 2007/2008.
Relato 2: Sesgo de la información hacia el turismo receptivo en desmedro del turismo interno. De los 80 mil millones de pesos gastados en concepto de turismo en la Argentina durante 2012, el turismo interno significó el 65 por ciento, frente al 35 por ciento del receptivo. Sin embargo, el turismo interno fue minimizado, omitiendo cifras relevantes; por ejemplo, entre 2006 y 2012, tres indicadores claves de este turismo, cantidad de turistas, pernoctes y gastos reales, mostraron incrementos de 43, 45 y 71 por ciento respectivamente. Este punto no es menor cuando se discuten recomendaciones de política económica para este sector. Aquellos que dogmáticamente exhortan a una abrupta devaluación descuidan que, en la medida en que se altere el poder adquisitivo de los argentinos, los efectos netos sobre el turismo interior (interno y receptivo) serán más perjudiciales que beneficiosos.
Relato 3: “El 2013 cerrará con un ‘déficit por turismo’ prácticamente igual al ‘déficit energético’”. Durante 2013, ciertos medios de comunicación pretendieron emparentar el déficit por turismo con el energético. A fuerza de repetición instalaron que el “déficit por turismo” cerrará 2013 en alrededor de 7000 millones de dólares, según datos del Banco Central. Este dato es falso. Si el foco del análisis pretende ser la comparación entre dos sectores como generadores de divisas para nuestro país, la economía del turismo indica que el instrumento de medición correcto debe ser la cuenta turismo del balance de pagos del Indec y no el balance cambiario “por turismo” del BCRA. La entrada y salida de divisas de nuestro país como consecuencia del consumo del turismo receptivo y emisivo es reflejada, únicamente, a través del balance de pagos del Indec. Según explica el propio BCRA, el balance de pagos del Indec comprende un conjunto más amplio de operaciones, ya que incluye aquellas transacciones de no residentes que no se cursan por el mercado cambiario o a través del BCRA. Por lo tanto, 2013 no cerrará con un déficit de 7000 millones de dólares por turismo, sino de 1400 millones de dólares.
Relato 4: “Existe una degradación de las estadísticas públicas”. En 2004, la entonces Secretaría de Turismo creó un sistema estadístico de turismo para monitorear de forma robusta y continua la actividad turística del país. En este marco, se implementaron en ese año dos operativos nacionales: La Encuesta de Turismo Internacional (ETI) y la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH). La primera mide mensualmente el flujo y caracteriza el perfil del turismo receptivo y emisivo en pasos fronterizos relevantes, mientras que la segunda se ocupa mensualmente de la oferta y demanda de los establecimientos turísticos del país. Además, desde el 2012 se realiza la Encuesta de Viajes y Turismo de los Hogares, cuyo objetivo es medir el flujo y el perfil socioeconómicos de los turistas argentinos. Todos estos operativos fueron ampliando su cobertura a lo largo de los años y están disponibles en la página oficial www.desarrolloturistico.gob.ar . De esta manera, lejos de haber sufrido un proceso de degradación de las estadísticas públicas del turismo, la Argentina se ubica a la vanguardia internacional, al contar con relevamientos continuos y robustos que se adecuan a las recomendaciones internacionales en esta materia.
Relato 5: “Los fines de semana largos hacen perder puntos de crecimiento en términos de PBI”. No existe un cálculo preciso ni en nuestro país ni en el mundo del impacto en el PBI que se generaría como consecuencia de la incorporación de feriados, pero podemos mencionar algunos impactos que han sido medidos a partir de datos concretos como consecuencia de la implementación de la política de ordenamiento de los feriados desde el 2010. Por ejemplo, el efecto redistributivo asociado a la desestacionalización temporal de la demanda turística: la existencia de fines de semana largos redujo en 8 puntos porcentuales la participación de la temporada estival en el volumen total de turistas en 2012. Esto posibilitó a varios destinos del interior del país sostener durante todo el año una mayor cantidad de comercios abiertos y los empleos turísticos asociados, o sea, actividad económica y valor agregado.
En conclusión, derrumbar los relatos ficticios puestos a modo de cepos informativos por cierta parte de la prensa deja entrever una realidad turística argentina diferente: próspera y auspiciosa. Esperemos que estos hechos sean tenidos en cuenta, para lograr así una síntesis superior sobre la cual podamos continuar pensando en pos de un mayor desarrollo del sector turístico.
* Licenciados en Economía (UBA).
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