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”Es escandalosa.” Así calificó Mauro Sandri, titular de la asociación que nuclea a los acreedores italianos, la propuesta del Gobierno de reestructuración de la deuda. Fue la expresión más dura que llegó del exterior, pero sintetiza fielmente el ánimo combativo que se percibió ayer de parte de los acreedores extranjeros. Por el contrario, en el ámbito local tanto la asociación que agrupa a los bancos nacionales (ADEBA) como la que reúne a los extranjeros (ABA) manifestaron su apoyo a la propuesta oficial. Y hasta consultores de la city que se ganan la vida de asesores de bancos e inversores extranjeros la calificaron de “realista”. Pero el presidente de la cámara de AFJP, las cuales poseen una buena cuota de la deuda bajo renegociación, dijo que los acreedores “esperaban que el país hiciera un esfuerzo mayor y pidiera una quita menor”.
Apenas Roberto Lavagna terminó de exponer en Dubai la oferta para reestructurar la deuda en default, que implica una quita del 75 por ciento, empezaron a llover las reacciones del otro lado del mostrador. Todas deben leerse a partir de la posición de cada uno de los actores en el enorme negocio de la deuda pública. Los acreedores “damnificados”, aquellos que todavía mantienen en su poder papeles argentinos actualmente en default, salieron con los tapones de punta a desvirtuar la seriedad de la propuesta. En cambio, los bancos, extranjeros o locales, que tienen en su poder títulos públicos que el Gobierno abona puntualmente salieron a avalar el plan de la administración Kirchner. Después de todo, cuanto menos cobren los otros, más garantía tendrá ellos de que les seguirán pagando en fecha.
“Nuestra evaluación no es positiva, sabemos que la situación argentina no es normal, pero la propuesta nos parece escandalosa”, afirmó Mauro Sandri, representante de un sindicato de acreedores italianos. Para Sandri todos los acreedores, incluidos los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial y BID), debieran haber sido puestos en pie de igualdad, para disminuir la quita requerida ahora a los acreedores privados.
En tanto, Domenico Bacci, secretario de otra entidad de inversores italianos, amenazó con seguir litigando judicialmente en caso de que el Gobierno no mejorara la oferta. “Esta propuesta es inaceptable. Vamos a ver si es definitiva o si hay otras soluciones. Si las condiciones no son negociables y no se pueden modificar, nos queda el recurso judicial”, aseguró Bacci, desde Milán.
El gobierno italiano pareció tomar distancia de las críticas de sus ciudadanos: “Está en juego la credibilidad de la nueva Argentina. Es un primer paso hacia la justa dirección”, afirmó el ministro para las Actividades Productivas y el Comercio Exterior, Adolfo Urso.
Un grupo de inversores alemanes, a su vez, difundió un comunicado en el que sostiene que la propuesta “no es realista” y que “necesita más discusión”.
Según cálculos que manejan en el Ministerio de Economía, entre los tenedores de títulos en mora hay alrededor de medio millón de argentinos, cerca de 450.000 italianos, unos 50.000 alemanes y otros tantos japoneses. Más aún, se estima que los italianos poseen bonos argentinos por un valor del orden de los 15.000 millones de dolares, de los casi 25.000 millones colocados en Europa.
Por otro lado, el respaldo al Gobierno de los bancos que operan en el país fue absoluto. “La propuesta se basa en supuestos creíbles respecto de las reales posibilidades económicas y sociales de la Argentina”, declaró en un comunicado ADEBA (bancos nacionales). Mientras que ABA (bancos extranjeros) se manifestó en términos similares.
Sin embargo, el presidente de la cámara de AFJP, Horacio Canestri, señaló que los acreedores “reaccionan negativamente” porque “esperaban que el país hiciera un esfuerzo mayor y pidiera una quita menor”. Dijo que las AFJP, que –salvo Nación– rechazaron la oferta de pesificación de los préstamos oficiales que tenían en cartera y que por lo tanto fueron incluidos en la reestructuración, estudiarán la propuesta. Pero adelantóque sólo están dispuestos a tomar bonos de mediano y largo plazo que aseguren intereses dos puntos por encima de lo que marque la tasa de referencia bancaria de Londres (Libor).