Viernes, 8 de abril de 2016 | Hoy
ECONOMíA › MACRI SE AFERRA A LA VIEJA TEORIA DEL DERRAME Y PIDE CONFIANZA
El Presidente justificó la adopción de medidas que atentan contra los sectores populares con el remanido argumento de que ese sacrificio traerá beneficios a futuro. “Es el camino de la verdad”, sostuvo, y trató de explicar por qué echaron a miles de empleados públicos.
“Me duele tomar las decisiones necesarias para ordenar el desaguisado heredado, pero es el camino de la verdad. Con la verdad crece la confianza, la base sobre la que vamos a construir la Argentina que soñamos”, dijo ayer el presidente Mauricio Macri. Además, pidió “dejar de engañarnos y perpetuar en la pobreza a nuestra gente, creando empleos públicos inexistentes para tratar de ocultar la desocupación. Los argentinos estamos para más”, de modo que el Gobierno despide funcionarios públicos para dejar atrás la mentira y no perpetuar la pobreza.
El planteo de que primero viene el trago amargo y después la alegría es similar al de Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, quien días atrás dijo que “es posible que el régimen de metas de inflación –que adoptó la autoridad monetaria– implique en lo inmediato mayores dificultades, pero llevará a un esquema más sostenible en el largo plazo”. No sólo se trata de un revival de la idea de que “estamos mal pero vamos bien” del menemismo sino también de la teoría del derrame de los 90.
“El neoliberalismo, como toda religión, suele prometer a sus fieles un futuro social promisorio si se aplican sus recomendaciones de liberalización del mercado. La ‘teoría del derrame’ pregona ante las mayorías populares que el escandaloso enriquecimiento de una minoría social es la condición necesaria para agrandar y mejorar la torta de la riqueza nacional”, explica el economista Andres Asiain.
“No hay pobreza cero si antes no crecemos. La liberación del cepo libera energías y esa energía liberada va a significar más crecimiento, mayor crecimiento va a generar empleo que es el objetivo de estas medidas. Cuando el Presidente Macri dice que queremos ir a un sendero de pobreza cero, bueno, no se puede ir a pobreza cero sin crecer”, dijo tiempo atrás el actual ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay.
Por detrás de la teoría del derrame está la concepción “ofertista” de la economía, que implica que deben generarse las condiciones para que el ahorro estimule la inversión. Mientras que la suba de los salarios impacta rápidamente en el consumo, el incremento en los ingresos de los sectores mejor acomodados debería impactar positivamente en el ahorro. Con la mayor masa de dinero a disposición de los empresarios, éstos lo volcarían a la inversión, que generará empleo y mejorará de las condiciones sociales. En la jerga macrista, primero vienen las medidas dolorosas pero eso va a repercutir finalmente en una reducción de la pobreza. Estricto derrame.
La alusión más importante a nivel global a la teoría del derrame la hizo recientemente el Papa Francisco. En un escrito con su firma, dijo que no cree en la teoría del derrame económico y que esa visión supone una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico.
El economista Paul Krugman criticó en su momento al ex presidente norteamericano, George Bush, por su adhesión a la idea de que la mejora de la situación para las empresas y los ricos luego de traduciría hacia los sectores más postergados. “La administración Bush hizo aprobar por el Congreso una disminución de los impuestos a los beneficios del capital y a los dividendos. Una baja de impuestos extremadamente elitista. Los economistas del gobierno insistieron en que los beneficios de los recortes fiscales a los ricos harían grandes cosas por la economía y serían de ayuda para todos. Los trabajadores norteamericanos tienen derecho a preguntar: ‘¿Donde están mis gotas del derrame’?”, escribió Krugman.
Hasta ahora, la mayor parte de las medidas del gobierno de Macri apuntaron a la cima de la pirámide social. La devaluación benefició a los exportadores, los inversores posicionados en dólares y en general a los formadores de precios, por la disparada inflacionaria posterior. La eliminación de retenciones (y baja en la soja) impactó en los bolsillos de los empresarios del agro, los industriales exportadores y las mineras. Por último, el tarifazo tiene un impacto mucho más fuerte en los sectores más vulnerables. De ahí que Macri dijera ayer que tomar esas medidas le causa “dolor” pero que a la larga es lo mejor porque estimula la inversión.
No es que los empresarios sean malos y prometan inversiones que luego no hacen. El problema es económico, porque, como en 1936 dejó dicho Keynes, ningún empresario va a decidir invertir si la demanda se cae a pique. El problema de la teoría del derrame no es (solamente) que tiene una connotación regresiva sino que directamente no funciona.
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