ECONOMíA › ANNE KRUEGER REIVINDICO LA POLITICA DE LOS ‘90
En el Fondo éramos felices
La vicedirectora del FMI recordó ayer los “significativos progresos” de Argentina en los ‘90 y culpó a las provincias por el ajuste no cumplido. “A veces, hay que dar pasos no del todo indoloros”, sugirió.
Hacía mucho tiempo que no se escuchaba a alguien defender la política económica de los ‘90. Los que solían hacerlo tuvieron que bajar el perfil ante la evidencia del fracaso, y también porque en los últimos dos años fallaron sistemáticamente en sus pronósticos. Pero la Dama de Hierro del FMI, Anne Krueger, decidió salir a dar pelea. Al disertar ayer en Nueva Delhi, India, señaló que “a veces se olvida que en los ‘90 la Argentina hizo significativos progresos económicos en un amplio abanico de asuntos”. Lejos de tildar a esa década como “perdida”, como lo hace Roberto Lavagna, la número dos del Fondo volvió a exponer la teoría de que todo se derrumbó porque no se hizo el ajuste fiscal y, en particular, porque las provincias tuvieron un comportamiento irresponsable. Más allá del debate sobre el pasado, Krueger demuestra no tener vocación de revisar sus ideas, y con ellas discutirá sobre el futuro.
“A veces se olvida que en los ‘90 la Argentina hizo significativos progresos económicos en un amplio abanico de asuntos, pero las complicadas relaciones fiscales entre el gobierno nacional y las provincias socavaron de manera crucial los intentos de un control fiscal”, explicó Krueger en la apertura de un seminario en India. El argumento es el mismo que usaba Domingo Cavallo cuando era ministro de Economía de Fernando de la Rúa. Le echaba la culpa a las provincias, a pesar de que la Nación tampoco podía evitar el déficit fiscal, con una recaudación desinflada por la recesión. En su revisión de los sucesos que desembocaron en la crisis de 2001, Lavagna descalificó esa explicación, que ahora retoma la funcionaria del Fondo.
“Bajo los acuerdos existentes, las provincias (argentinas) tenían poco incentivo por controlar sus gastos”, agregó Krueger, refiriéndose a aquel momento. El punto central de su discurso fue recomendar globalmente una política fiscal austera. “Algunas veces los pasos que necesitan darse son obvios, pero no completamente indoloros”, admitió. “Cuando se trata de decidir si concentrarse en el recorte de gastos, el alza de impuestos, la reforma de las estructuras impositivas o una combinación de todo eso, la elección corresponde a los líderes políticos nacionales. Es para eso que son elegidos”, razonó, sin imaginarse que puedan existir otras estrategias. La elección sería entre ajuste e impuestazo.
En otro pasaje de su exposición, Krueger ensayó una vez más la teoría del círculo virtuoso, que se iniciaría con un ajuste fiscal, que sería leído como una buena señal por los mercados: eso abarataría el crédito, las empresas podrían invertir y con ello se crearía trabajo y aumentaría la producción.
La adaptación de esa receta para la Argentina de hoy sería incrementar el superávit fiscal para pagarles más a los acreedores, la señal positiva que crearía confianza en los mercados. Krueger puso como ejemplo la política económica de Brasil. “Es un país que ha hecho grandes progresos en su esfuerzo por establecer las finanzas públicas sobre una base sólida”, elogió. “Brasil está resurgiendo del revuelo financiero del año pasado y está comenzando a cosechar los beneficios de su duro compromiso fiscal”, añadió, para concluir que “los mercados financieros han valorado la postura de Brasil, la tasa de interés pagada por el gobierno sobre su deuda es mucho más baja, y hay importantes señales de que el crecimiento se está acelerando”.
La obsesión del FMI con las finanzas provinciales se expresó en el acuerdo que firmó el organismo con el actual Gobierno. Allí se estableció como uno de los compromisos la sanción de una nueva ley de coparticipación federal de impuestos. A fines de marzo, el Poder Ejecutivo debería alcanzar un acuerdo con los gobernadores que permita enviar un proyecto de ley al Congreso a fines de mayo. La ley debería aprobarse durante agosto. Lavagna envió ya a los gobernadores un borrador de la iniciativa, que establece que los ingresos se repartirán según la cantidad de habitantes, el producto bruto de cada provincia, los ciudadanos con necesidades básicas insatisfechas y la efectividad en la recaudación.