ECONOMíA

Furioso ataque contra la quita y el congelamiento de las tarifas

El Financial Times perdió los estribos. En un violento editorial, fustiga a la Argentina y arremete contra la actitud presuntamente blanda de Washington. John Taylor salió a presionar.

 Por Julio Nudler

Califica a la Argentina de chantajista y extorsionadora, y de peor deudor del FMI. Acusa a su gobierno (hay que entender que se refiere al actual, al de Néstor Kirchner) de contumacia, equiparándolo a un delincuente incurable, del que es tiempo perdido esperar que se redima y no reincida. Y en cuanto a la expansión que ha mostrado la economía en 2003, la compara con el (re)bote de un gato muerto. Tal la violencia con que ayer editorializó el diario económico británico Financial Times respecto de la manera como el país está manejando la renegociación de la parte de su deuda externa que no paga. El periódico londinense eligió para lanzar esta diatriba la víspera de un nuevo encuentro del Grupo de los Siete, el que tendrá lugar este fin de semana en el estado de La Florida.
Ayer mismo, como si la presión del FT hubiera surtido rápido efecto, el subsecretario para Asuntos Internacionales del Tesoro estadounidense, John Taylor, dijo que para la segunda revisión del programa acordado por la Argentina con el Fondo Monetario se prestará particular atención al avance de la renegociación de la deuda y a la restructuración del sistema financiero. Mientras el FT no menciona esta última cuestión (que involucra las compensaciones aún pendientes a los bancos, la reforma de la banca estatal, etcétera), sí destaca como otra falta grave el congelamiento de las tarifas públicas, tema que a los norteamericanos los tiene sin cuidado por su mínima participación en las privatizaciones.
Taylor, al menos, envuelve su amenaza en un paño al elogiar los logros de la Argentina en los terrenos fiscal y monetario. El FT, que no encuentra nada bien, reclama que Estados Unidos se ponga firme con este país y deje de actuar por mera conveniencia o politiquería de año electoral. Con esto, el Financial alude a las elecciones de noviembre, en las que George W. Bush pondrá en juego su sillón, y a su presunto temor a las impopulares consecuencias que podría tener un default argentino con el Fondo, que obligaría a Washington a reponerle capital al organismo, irritando a los contribuyentes.
Por esta razón, un punto central del brulote del FT contra la Argentina es su advertencia de que el Fondo debe hallar una manera, que admite no será barata, de blindarse ante una posible extensión del default en respuesta a un bochazo en la próxima revisión del acuerdo. En este sentido, afirma que el G7 precisa contar con un plan financiero creíble para neutralizar una potencial cesación de pagos de la Argentina. De esta manera, se entiende, el Fondo no necesitaría más dejarse extorsionar por el país.
El editorial felicita a Gran Bretaña, Italia y Japón por haberse opuesto, en el directorio del Fondo, a que se aprobara la primera revisión del acuerdo, diciéndole “basta ya” a la Argentina. Pero en un intento de equidistancia, no avala la pretensión de los acreedores, que sólo se allanan a una quita de 35 por ciento. Por el contrario, sostiene que sufrirán fuertes pérdidas y que se lo tienen merecido por haber comprado bonos de un gobierno que, si bien operaba una caja de conversión (convertibilidad), incurría en déficit fiscal. Se deduce de este comentario que para el FT el problema de la convertibilidad radicó solamente en la falta de equilibrio presupuestario.
El hecho de que sea un conspicuo vocero de la City londinense el que reivindique una actitud intransigente hacia la Argentina se explica –aunque tampoco entre los financistas ingleses haya unanimidad en este sentido– por no estar Estados Unidos en la mejor situación de impartir sermones. Ahora mismo, Washington está exigiendo a las naciones acreedoras de Irak que acepten una quita del 90 por ciento. Por otro lado, los desequilibrios macroeconómicos norteamericanos son colosales: el déficit fiscal federal sumaría 2,4 billones de dólares en el próximo decenio,según predice la Oficina Presupuestaria del Congreso. Ni Estados Unidos, ni por supuesto Alemania y Francia, que violaron el tratado de Maastricht, están en posición de exigir que la Argentina eleve su superávit fiscal primario por encima del 3 por ciento del Producto.

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John Taylor, subsecretario del Tesoro, quiere que el país arregle con los acreedores y la banca.
 
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