ECONOMíA › OPINION
La salud no es un negocio
Por Ariel Basteiro *
El fracaso del sistema de medicina prepaga, que en su afán de lucro ha establecido la premisa de que la salud es un simple bien mercantil, repotencia la validez del sistema solidario de salud asentado en las obras sociales sindicales. Durante la década pasada las prepagas fueron beneficiadas con una política que apuntó a la destrucción del hospital público y el sistema de obras sociales, con el objetivo de limpiar el terreno para hacer de la salud un formidable negocio. Hoy vemos que el negocio resultó brillante para las empresas pero nefasto para sus usuarios, que pese a las cuotas cada vez más altas que deben pagar reciben un servicio cada vez más deficiente.
Así como se hizo con la destrucción de las empresas del Estado antes de su privatización, durante la década del 90 se atentó sistemáticamente contra las obras sociales. El objetivo: sembrar el terreno para llegar a la privatización de la salud.
Hoy las prepagas quieren justificar el incremento con el argumento del aumento salarial de 200 pesos para los trabajadores de la actividad privada, sin embargo, durante los años 2000 y 2001 la mayoría de los trabajadores padeció una merma en sus ingresos, el sector estatal sufrió el descuento del 13 por ciento y en el privado se rediscutieron los salarios a la baja. Las prepagas no redujeron las cuotas en forma equivalente. Siguieron cobrando lo mismo.
Con la desregulación del sistema solidario, Ademp se lanzó a la destrucción de las obras sociales mediante todo tipo de argucias, ya sea la captación de trabajadores de mayores ingresos, sin cargas sociales y de los centros urbanos o bien la creación de falsas obras sociales que reducían el padrón de las auténticas y luego contrataban a alguna prepaga. Pese a ello las obras sociales siguieron ofreciendo todos los servicios, cubriendo las prácticas de alta complejidad que las prepagas no cubren o ponen infinitas trabas para hacerlo.
Hoy se ve con toda claridad la ineficiencia e ineptitud de las empresas prepagas para administrar sistemas de salud. Con los aumentos injustificados queda claro que su único fin es el lucro. Mientras las obras sociales administradas por los trabajadores siguen cumpliendo con su rol solidario, los “buenos administradores” transnacionalizaron y vendieron a otros grupos sus negocios. Así, sigue profundizándose una política que apuesta al marketing y la publicidad, relegando la salud a un segundo plano.
* Diputado nacional por el Partido Socialista y presidente de la Obra Social del Personal Aeronáutico.