ECONOMíA › LOS MAQUINISTAS LANZARON UN PARO. NEGOCIABAN HASTA MEDIANOCHE

Un conflicto con las vías cruzadas

El gremio de La Fraternidad reclama por atrasos salariales. Las empresas piden ajuste del boleto. Analizan otro subsidio.

 Por Cledis Candelaresi

Los maquinistas nucleados en La Fraternidad anunciaron ayer un paro de actividades a partir del primer minuto de hoy en reclamo por “el escalonamiento del pago salarial, la supresión de servicios nocturnos y la falta de seguridad” en los servicios urbanos. La medida de fuerza tiene como escenario una fuerte presión patronal hacia el Gobierno para que éste le permita aumentar sus ingresos a través de un ajuste en el precio del boleto de la primera sección y la determinación, instrumentada de hecho, de eliminar las frecuencias de la noche, que son claramente deficitarias. Como vía alternativa, la Secretaría de Transporte analiza la posibilidad de un nuevo subsidio, que reemplace al que pagaba el Estado a esos adjudicatarios durante los primeros años de la concesión.
Hasta el cierre de esta edición, el gremio que conduce Omar Maturano debatía el curso de acción a seguir, tras una reunión con las empresas adjudicatarias en el Ministerio de Trabajo. El acuerdo en discusión no terminaba de cuajar, entre otras cosas, porque la situación de las empresas difiere entre sí. El gremio acusó de modo generalizado a las concesionarias haciendo hincapié en el fraccionamiento salarial aunque, a través de sus respectivos voceros, éstas detallan una situación dispar. Trenes Metropolitanos (San Martín, Roca, Belgrano Norte) asegura que está al día con los salarios; TBA (Mitre y Sarmiento), que ya depositó el 85 por ciento y cubrirá el resto el miércoles, aunque “sólo si se levanta la medida de fuerza” que priva a la empresa de recaudar alrededor de 400 mil pesos por día. Ferrovías (Belgrano Sur) admite que sólo abonó el 25 por ciento y depende de que el Estado honre su promesa de pagarle el viernes parte de la deuda por subsidio.
Del mismo modo, cada una planea enfrentar de manera diferente la situación. Metropolitano preveía anoche instrumentar un diagrama de emergencia con el personal jerárquico que no se plegara a la medida de fuerza. Pero TBA reconocía que tal atajo no le resulta posible, ya que la drástica razzia de jerarquizados que habría instrumentado en los últimos meses lo dejó sin empleados idóneos para pilotear las máquinas.
Las empresas sí coinciden en la intención de descalificar el paro, con el argumento de que éste no tiene argumentos claros, salvo la intención de Maturano de sentarse a la mesa de negociación. Al igual que el resto de las privatizaciones, las ferroviarias están siendo analizadas por Economía, básicamente con el propósito de enmendar los perjuicios ocasionados por la devaluación del peso.
Los contratos ferroviarios fueron renegociados durante las postrimerías del gobierno de Carlos Menem sobre la base de que no se pagaría más la subvención pero, a cambio, se aplicaría una importante recomposición tarifaria. Como el nuevo acuerdo no se aplica, las empresas se quedaron sin esos ajustes y, al mismo tiempo, sin poder cobrar el subsidio comprometido originalmente, por el cual el fisco acumuló deudas multimillonarias.
Para compensar ese cuadro desfavorable, empeorado por una caída en la cantidad de pasajeros transportados, las empresas reclaman una tarifa plana, que encarecería el boleto de la primera sección (en la que viaja más gente) y abarataría las más distantes. Pero aún no hay nadie en el gobierno dispuesto a admitir este esquema, que significaría castigar a la mayoría de los viajeros.
Como variante, Transporte analiza la posibilidad de desviar hacia los operadores de trenes parte del dinero del fondo vial integrado con un impuesto sobre el combustible y que hoy tiene como principales destinatarios a los concesionarios del peaje. Se trata de unos 600 millones de pesos al año, de los cuales el Estado utiliza sólo un 20 por ciento para sostener la infraestructura ferroviaria del país.
Con esa compensación, Eduardo Duhalde eludiría el impolítico camino de aumentar los boletos, aunque considere que éstos están muy por debajo delprecio que deberían tener. Mientras, las empresas achican costos suprimiendo frecuencias de la noche, con un cálculo inobjetable si no se tratara de un servicio público: por sólo diez o veinte pasajeros, opinan, no vale la pena afrontar los 20 mil pesos que cuesta despachar un tren.

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Hasta medianoche, seguía intentándose un acuerdo para poder garantizar el servicio.
 
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