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Una mirada sin matices
Ningún tema les es ajeno. James Petras y Henry Veltmeyer analizan la crisis del capitalismo, la ofensiva imperial, las guerras en Medio Oriente, las rebeliones campesinas, los nuevos liderazgos europeos, la situación de la Argentina, la “nueva izquierda”, el Plan Colombia, las fábricas recuperadas y los piqueteros. Apoyados en un marxismo rústico, un esquema que no admite una sola fisura, recorren todos estos temas con una seguridad apabullante que esconde, en el fondo, una mirada oxidada y sin matices.
Uno de los capítulos más reveladores de Un sistema en crisis. La dinámica del capitalismo de libre mercado (Lumen) es el dedicado a criticar a la “nueva izquierda” de Toni Negri y Michael Hardt. La crítica no busca los puntos flojos del enfoque, que por supuesto está lleno de contradicciones y forma parte de algo que recién se está armando: Petras y Veltmeyer lo impugnan en su totalidad, con el argumento de que ha abandonado “toda forma de análisis de clases”. Califican a Imperio como un libro “necio”, que en verdad apunta a desmovilizar la resistencia al capitalismo y que esconde el “fracaso intelectual” ante el enemigo imperialista y clasista.
Aclaradas estas premisas, el resto del libro aborda los temas más variados, vuela de un rincón a otro del planeta, con un enfoque previsible y simplista.
El capítulo argentino comienza con un repaso de las causas de la crisis, obviando en el análisis datos elementales, como el hecho de que el menemismo no fue una imposición divina sino un fenómeno político que contó durante años con un sólido respaldo social. Para ellos, todos los presidentes argentinos son igualmente neoliberales. Y el Plan Fénix es “reformista”: para cambiar la situación –dicen– es necesario un programa de choque con el imperialismo, que nacionalice la banca y el comercio exterior, expropie el capital y ponga al presupuesto bajo el control de las asambleas populares. “La alternativa es un retroceso hacia la política neoliberal en bancarrota o un cambio revolucionario”, dicen.
Al margen de las críticas, Petras tiene algo a favor, además de su vasta producción (la solapa del libro dice que “es autor de más de 60 libros y 500 artículos”): es un norteamericano que viaja frecuentemente a Latinoamérica, dialoga con los piqueteros y los obreros, se mueve por las provincias. En la sección dedicada a la Argentina, el libro reconoce con acierto las dificultades de algunas organizaciones de izquierda para entender la dinámica de los nuevos movimientos sociales. Y es interesante, también, la idea de que la línea que divide a los trabajadores sindicalizados de los desocupados beneficiarios de los planes sociales es más nítida en la Capital que en el interior, donde comenzaron algunas protestas sociales.
Pero son apenas algunas ideas, mezcladas en páginas y páginas en donde las experiencias que no se ajustan al esquema son obviadas olímpicamente. El despegue económico argentino, el retroceso de la protesta social, por citar sólo dos ejemplos, no merecen un análisis detallado. Además, hay algunas exageraciones, como la de las fábricas recuperadas: uno tiene la impresión de que la economía posdiciembre funciona en base a fábricas recuperadas (que son experiencias valiosas y a menudo valientes, pero que no pasan de algunos centenares y son irrelevantes para la dinámica económica nacional).
Curiosamente, por momentos el libro cae en los mismos errores de diagnóstico que sus denostados enemigos de clase. Al describir la crisis argentina, Petras y Veltmeyer dicen que el país se acerca a la “desintegración” y el caos social. Fechado a fines del 2002, el análisis coincide curiosamente con el de la derecha neoliberal, que por esa misma época se dedicaba a profetizar todo tipo de catástrofes. Aferrados a sus esquemas indestructibles, ninguno de ellos vislumbró la recuperación económica que se avecinaba.