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Industriales del calzado de Brasil y Argentina siguen a los pisotones

Los empresarios de uno y otro lado de la frontera no logran ponerse de acuerdo para autolimitar la entrada de productos brasileños al país. Pero tampoco hay mucho apoyo oficial a los industriales argentinos, por sospechas de que son ellos mismos los que importan.

 Por Cledis Candelaresi

Por si faltaran pruebas de lo vidrioso que resulta el vínculo comercial con Brasil, un reciente desaire de los industriales del calzado de esa nación a sus pares locales añadió una nueva tensión. En un fallido encuentro que debía realizarse el lunes y martes en esta capital, los fabricantes brasileños debían renovar su compromiso de autolimitar las ventas a la Argentina, el mismo que no respetaron el año pasado. Sin esa contención, los angustiados productores argentinos buscan afanosamente la intermediación de Industria, donde todavía no cunde la alarma. El saliente secretario Alberto Dumón tiene en claro que muchos de los reclamantes son a su vez importadores.
El 15 de diciembre pasado una delegación de productores argentinos viajó a Belo Horizonte al Foro Empresarial del Mercosur con la intención de revisar el “acuerdo privado” que vencía ese mismo mes y por el cual los brasileños prometían no vender más de 13 millones de pares en el año. Este tope fue tan fallido como aquel intento. Según denuncia la Cámara de la Industria del Calzado (CIC) argentina, desde Brasil ingresaron 15 millones, transgresión que no pudo discutirse entonces porque la cita no tuvo lugar, a pesar de que el ministro de Desarrollo de Lula, Marcio Fortes, había prometido propiciarla.
Dumón propuso un nuevo encuentro en Buenos Aires para los días 7 y 8 de febrero, cuando tendría lugar la singular coincidencia de que industriales de los dos países expondrían sus productos en Buenos Aires. Eso sí, en lugares separados. Los brasileños exhibieron lo suyo desde el Sheraton, a pocas cuadras de Costa Salguero, donde los argentinos esperaron en vano algún gesto para reunirse.
Este desaire puso realmente nerviosos a los fabricantes locales, quienes advierten que sólo en enero traspusieron las fronteras 500 mil pares made in Brazil, contra los 300 mil del mismo mes del año anterior, una inquietante suba del 60 por ciento. Desde ese destino ingresaron en el último año 15,4 millones de pares sobre los 70 que se comercializan en el mercado local, proporción relativamente alta para la CIC).
Aunque no deja de desatender a un sector de los considerados “sensibles”, Industria prefiere actuar con calma, mucho más en el medio del recambio de su conducción. Más allá de esta perturbación en el organigrama, los funcionarios locales relativizan el impacto de las estadísticas, descontando que parte de la importación está realizada por los propios productores argentinos.
“El que tiene algo de capital aprovecha un nicho de mercado que le deja el mayorista”, admite ante Página/12 el titular de aquella cámara, Alberto Sellaro. Pero para el empresario se trata sólo de un fenómeno marginal y protagonizado por grandes empresas como Alpargatas, que importaría zapatillas deportivas Topper o Unisol, que trae modelos de Puma, aprovechando el bache de mercado que dejó la parálisis de Gatic. Grimoldi, sólo por citar otra grande, es otra de doble rol, aunque “también fabrica mucho en Arroyo Seco”, según defiende el gremialista patronal. Las esperanzas se renuevan con el designado secretario Miguel Peirano, a quien reconocen más próximo a sus desvelos.

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La industria del calzado les disputa centímetro a centímetro el mercado local a los brasileños.
 
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