ECONOMíA › ANALISIS DEL BCRA SOBRE EL MERCADO DE CARNE Y LACTEOS
Horizonte con precios en alza
Por Claudio Scaletta
En el Informe de Inflación del Banco Central correspondiente al segundo trimestre de 2005, publicado ayer, la entidad monetaria presenta su visión del escape de los precios minoristas durante el primer trimestre del año. Si bien entre los argumentos de los técnicos del Central para explicar la inflación del 4 por ciento en tres meses y del 9,1 por ciento interanual se destaca el acelerado crecimiento del Producto, la causa con mayor incidencia para que el IPC duplique las expectativas fueron los aumentos en dos mercados particulares: los de carnes y lácteos, ambos con fuerte impacto sobre la canasta familiar. Esta particularidad motivó que el Informe de Inflación dedique a estos mercados un apartado especial. La conclusión del Banco Central es que existen “motivos estructurales”, no netamente inflacionarios, que permiten prever para los próximos meses la continuidad de los aumentos de precios de estos productos o, en su defecto, “el desabastecimiento” en el mediano plazo.
La explicación de fondo que el informe presenta para carnes y lácteos es la misma: por parte de las empresas una oferta “inelástica”, es decir, la producción no puede aumentarse en el corto plazo y, por parte de los consumidores, locales y del exterior, un aumento de la demanda. El problema es que, en especial en el caso de la carne, que subió el 12,8 por ciento en el trimestre, se trata de rubros con una alta incidencia en el IPC y en la Canasta Básica Alimentaria.
De acuerdo con el Banco Central, los aumentos de la carne tienen un fuerte “componente estructural”. En su base se encuentra la reducción del stock de ganado durante los últimos años. Situación que respondió al aumento de la superficie destinada a la agricultura y, a partir de 2001, a los inconvenientes de acceso a los mercados internacionales por el problema de la aftosa. Este proceso motivó que sea más rentable la producción agrícola que la pecuaria. Sin embargo, en el último año esta situación comenzó a revertirse. Aumentaron la demanda interna y la externa, se recuperaron los mercados de exportación y, al mismo tiempo, bajaron los precios agrícolas a favor de los ganaderos. Ahora, en consecuencia, resulta más rentable “retener cabezas para engorde para volcarlas luego al mercado con un peso mayor”. La contradicción es que aumentar la oferta reteniendo cabezas supone, en una primera etapa, reducir la oferta. En otras palabras, se espera que, al menos en los próximos meses, “los motivos estructurales permanezcan y que la tendencia al aumento de los precios de la carne persista”. Aunque el informe del Central no lo diga, en este contexto el alcance de los acuerdos de precios será limitado, más cuando el consumo interno pasó de 59,3 kilos anuales per cápita en 2002 a 64 kilos el año pasado, mientras que la relación entre exportación y faena saltó del 14,1 por ciento en 2002 a un proyectado del 23 por ciento para 2005. Un dato adicional destacado por el Central es que, por ahora, los precios de la industria y minoristas crecieron menos que el valor al que se comercializan los novillos.
En el caso de los lácteos, que en el primer trimestre aumentaron el 7,5 por ciento, la situación es similar. La oferta es inelástica y la demanda, sobre todo la de exportaciones, aumentó significativamente. En los primeros dos meses del año las ventas al exterior crecieron el 76,7 por ciento interanual en volumen (contra un 40,3 que lo hicieron las carnes) y el 98,4 en valor. Sin embargo, el Informe de Inflación destaca aquí una particularidad. El grueso de las exportaciones es de leche en polvo, cuya producción trabaja en el límite de la capacidad instalada. Mientras no maduren las inversiones, la leche fluida, cuya producción está en aumento por la citada mejora relativa de la ganadería, deberá destinarse al mercado interno morigerando los aumentos de precios del total del sector.
Sobre los acuerdos de precios logrados entre Gobierno y los empresarios de estas dos ramas, los técnicos del Central concluyen que si bien “pueden ayudar a reducir la inflación en el corto plazo atenuando presionescoyunturales, las cuestiones estructurales continuarán operando y se verán reflejadas vía precios o vía desabastecimiento en el mediano plazo”.