ECONOMíA › TARIFAS, PRECIOS Y FMI, TEMAS DE ECONOMIA Y LA CASA ROSADA
La sensibilidad, factor de la discordia
Por Marcelo Zlotogwiazda
Funcionarios que conocen bien de cerca la relación entre Néstor Kirchner y Roberto Lavagna explican que las discrepancias entre ellos, que se hicieron nuevamente públicas en las últimas horas, obedecen a diferencias muy marcadas de estilo, pero también a desacuerdos sobre el manejo de la economía y sobre aspectos muy concretos y delicados que el Gobierno aún no resolvió, como por ejemplo el tema tarifario.
En los alrededores de ambos coinciden que el conocido contraste de personalidades no es un aspecto para minimizar como factor de conflicto, pero ni unos ni otros niegan que además existen otras causas que nada tienen que ver con el carácter y las formas.
Un punto de suma importancia es el tarifario (específicamente en gas y electricidad), sobre el cual Economía viene defendiendo desde que Lavagna era ministro de Duhalde una considerable recomposición; pero lo mismo que entonces, ahora también enfrenta la férrea negativa del ala política del Gobierno, que descarta por completo cualquier ajuste en los valores residenciales y está dispuesto a ceder menos que Lavagna en los aumentos a industrias y a comercios.
Además del conflicto con las privatizadas, el “atraso tarifario” que Economía no pierde oportunidad en señalar, es un tema central que les dificulta el acuerdo al que pretenden arribar con el FMI, ya que éste lo ha puesto como una condición esencial para acceder al refinanciamiento solicitado.
Otro punto que los separa es el riesgo que están dispuestos a tomar respecto del fantasma de la inflación. Si bien tanto Kirchner como Lavagna tienen como premisa incondicional evitar que el tipo de cambio baje, y para eso están dispuestos a fuertes intervenciones compradoras de dólares –tanto por parte del Banco Central mediante emisión de dinero, como por parte del Banco Nación usando excedentes presupuestarios–, difieren en cuanto a la política monetaria que esa intervención requiere. En Economía sostienen que es necesario reabsorber buena parte del mayor circulante para neutralizar cualquier efecto inflacionario, aunque eso cueste convalidar una mayor tasa de interés, mientras que Kirchner se manifiesta reacio a que suban las tasas de interés. Para él, el peligro viene más por el lado del enfriamiento productivo, que podría causar un mayor costo financiero, que por el lado de los precios.
Alrededor de la inflación también hay disputas vinculadas con la política de ingresos. Sobre eso Lavagna fue el lunes bien explícito al descartar la posibilidad de insistir con los aumentos por decreto en salarios y jubilaciones, algo que para Kirchner es una alternativa posible y permanentemente en carpeta.
Por último, la táctica frente al tema de la deuda es otro motivo de roces. Economía le reconoce a Kirchner el lógico derecho a tener la decisión final sobre la estrategia a seguir, pero aspira a que en un tema que considera político, aunque con aristas técnicas muy complejos, el Presidente decida, pero tome iniciativas que pueden complicar la trayectoria que tienen pensado recorrer Lavagna y sus negociadores. En Presidencia, por el contrario, se arrogan cualquier tipo de intervención en un tema que consideran clave, aceptando que la ejecución está en manos de Economía.
Lo que los contrincantes también admiten es que el problema no se agota en las diferencias de estilo, en las pujas por espacio de poder, en cuestiones de celo, o en diferencias sobre temas de política económica. No niegan que todo eso ha derivado en algunos juegos sucios, que nunca se operan directamente a través de las dos principales espadas, pero sí por parte de importantes laderos de ambos.