ECONOMíA › OPERACIONES DUDOSAS DEL CREDIT AGRICOLE EN ARGENTINA

¿Cómo se dice fuga en francés?

 Por Susana Viau

En noviembre pasado, el Banco Bisel vio fugarse depósitos de plazo fijo por 222 millones de dólares, una cifra que lo coloca inmediatamente después del Banco General de Negocios (BGN) en la terrorífica lista de huida de dinero en ese período. Según parece, al igual que lo ocurrido con el BGN, una parte de los depósitos del Bisel (calculan que como mínimo 50 de los 200 millones fugados) fue a parar a Montevideo o, mejor, al ACAC una pequeña entidad cooperativa uruguaya en bancarrota que había sido capitalizada por el Bisel poco tiempo antes. Por detrás del Bisel y sus controlados Banco de Suquía y Banco de Entre Ríos Sociedad Anónima (Bersa) se encuentra el francés Crédit Agricole, el mayor banco cooperativo del mundo.
El Crédit y el Banco de Desarrollo de Chile (del grupo Luksic) tomaron el control del Bisel (producto de la fusión de seis entidades cooperativas) a principios de 1996. Tiempo después compraron la parte de los chilenos. Un año más tarde, el Bisel puso la mira en el Banco de Santa Fe, pero el pulso lo ganaron, precisamente, los hermanos Rohm, triunfantes en la puja por la privatización. Derrotado en la pelea santafesina –en la que participó Javier Bolzico, un hombre al que todos sindican como apadrinado por Alberto Kohan y que para ello abandonó el directorio del Banco Central, donde regresó luego de concretado el pase de la entidad provincial a manos de los hermanos Carlos y José Rohm–, el Bisel se abocó al plan 2: objetivo, el Banco de Entre Ríos (Bersa). El Bisel logró, ahora sí, quedarse con el 82 por ciento de las acciones.
En 2000, el Bisel –o el Crédit Agricole– avanzó sobre el Banco Suquía. Lo hizo mediante dos sociedades adquiridas al grupo Roggio: Sicsa e Inversora del Suquía. La compra –que implicaba un volumen de 165 millones de dólares– fue autorizada por el Banco Central que concedió franquicias y ayudas financieras. Las entidades cooperativas nacionales que integraban el Bisel sólo aportaron a la operación 65 millones; el resto se redondeó mediante la emisión de Obligaciones Negociables y la liberación del cumplimiento de ciertas normas técnicas. Así, los aportes del mayor banco de Francia iban a ser más del orden de las promesas que del dinero fresco. Inyectaron 28 millones en el ‘97, 28 al año siguiente y, por fin, 36 millones en el ‘99. Con sólo 92 millones y a través del Bisel, el Bersa y el Suquía, el Crédit Agricole creó una estructura casi más grande que la del propio Banco de Galicia, que lo superaba en capital: 6000 empleados, más de 300 sucursales y 250 cajeros automáticos. Como presidente del Bisel, el Crédit Agricole había colocado a un peso pesado: Guillermo Hartenek, ex presidente de la Comisión de Valores y la persona que había aprobado la emisión de sus Obligaciones Negociables. Otros dos nombres se repetían en los satff directivos del Bisel, Suquía y Bersa: el vicepresidente era Bernard Pierre Brousse, el otro nombre era el de Miguel María de Larminat, director de la Escuela de Negocios de la Universidad Austral.
Brousse y Larminat integrarían asimismo la cúpula del ACAC, un mínimo y casi ruinoso banco uruguayo que el Bisel capitalizó con 15 millones de dólares el 27 de setiembre de 2001. El ACAC declaraba pérdidas por 9 millones de dólares, pero Roque Maccarone, presidente del Banco Central, firmó las resoluciones del 21/9/01 y del 3/10/01 autorizando a su ex funcionario Hartenek a llevar a cabo la operación sin preguntarse cuál era el sentido de esos movimientos. Una de las respuestas posibles es la que imagina uno de los más avispados rehenes del corralito del Bisel, que sostuvo ante la prensa de Córdoba que con ese rumbo habrían emigrado 50 de los 222 millones fugados en noviembre. No fue la única manifestación de vista gorda por parte de Maccarone: el 26 de diciembre, en pleno corralito, el Suquía le compró al Bisel con dinero fresco 37 millones del préstamo garantizado; unos días antes, el 20 de diciembre, con el país en llamas, el Suquía le había prestado a una vinculada, SICSA, más de 11millones de dólares para comprar el 18 por ciento restante del Bersa, que el gobernador Sergio Montiel había sacado a licitación. Al 30 de noviembre, el Suquía llevaba prestados 125 millones al Bisel –tienen 10 directores comunes– y 25 al Bersa. De Córdoba se habían evaporado 150 millones de dólares.

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