ECONOMíA › ALFREDO COTO, MIEMBRO DE LA FLAMANTE AEA
“Ahora somos el país agroindustrial más barato del mundo”
El supermercadista apoya la devaluación, aunque lamenta cómo se hizo y afirma que si los empresarios se hubieran agrupado antes “hubiéramos ahorrado muchos problemas”. Los nichos de exportación, el modelo, el derecho a hacer lobby y las expectativas sobre el próximo gobierno.
Por Cledis Candelaresi
“Quien sacará a la Argentina adelante será el gobierno que viene”, sentencia Alfredo Coto. El supermercadista acaba de integrar junto a las principales figuras patronales del país la Asociación Empresaria de la Argentina, que en su agenda incluirá un pedido al Gobierno para que revise las retenciones que aplica sobre las exportaciones industriales. En diálogo exclusivo con Página/12, defendió este órgano de lobby, pero eludió respaldar el reciente reclamo del titular de AEA, Oscar Vicente, para que el Estado auxilie a las empresas que tienen deudas externas en dólares.
–¿Por qué AEA surge ahora y no hace un año, cuando estaba declarada la crisis económica y ya había vacío de poder?
–Los empresarios no podemos mirar de costado. Menos con las cambiantes economías que complican al país. En Brasil existe una poderosa asociación que le marca pautas al gobierno para que éste haga las correcciones necesarias. Como ocurrió cuando el real estaba muy sobrevaluado y los empresarios sugirieron hacer una corrección cambiaria. Si en la Argentina hubiéramos reaccionado a tiempo, nos hubiésemos ahorrado muchos problemas. Ya en 1995 o 1996, la Convertibilidad comenzó a estar descalzada: alguien viajaba a Francia y veía que no había mucha diferencia de precios, y de inmediato se preguntaba qué producimos nosotros para ser tan caros como Europa o Estados Unidos. El tipo de cambio debería haberse ajustado un poco.
–¿Qué hubiera sido corregir un poco?
–Tal vez llevarlo de 1 a 1,50. Todos lo sabían: economistas, políticos y empresarios. Pero estábamos cómodos y faltó la decisión política de hacer algo que nos hubiera ahorrado el colapso y la desaparición de la moneda.
–¿Quiere decir que fue correcto devaluar?
–El que devaluó ahora no tuvo más posibilidades, porque esto se vino. Si se hubiera devaluado antes, pero manteniendo la Convertibilidad, todo hubiera podido ser mejor.
–Ahora resulta muy barato producir en la Argentina...
–Muy barato. Somos el país agroindustrial más barato del mundo. Se abrieron un montón de nichos para negocios. Yo tengo muchos colegas entusiasmados porque la devaluación también generó un veranito. No puede haber tanta diferencia: hay un dólar volátil, la gente se refugia en él y esto estimula inflación. La Convertibilidad tenía su costado bueno, sólo que los exportadores no podíamos sostener nuestro negocio.
Ahora la misión es recuperar un país previsible. Vinieron muchos capitales y ahora no podemos cambiarles las reglas de juego.
–¿A qué reglas de refiere?, Porque la monetaria también es una regla...
–Claro. No se respetó y ahora no tenemos moneda. Y un país sin moneda no existe.
–¿Y qué debe hacer la Argentina para recuperar su moneda?, ¿anclar el dólar?
–Ese es el problema: qué se hace ahora. Le insisto. Lo que estaba, no estaba mal. Sólo había que tomar la decisión política de corregirlo.
–¿Y cuál es ahora la decisión política controvertida?, ¿volver a la Convertibilidad con un tipo de cambio más alto?...
–Ahora ya es complicado. Por eso la Asociación Empresaria Argentina va a formular propuestas para que el país sea previsible. Somos ricos por naturaleza, pero pobres en la administración del Estado. Hay muchas cosas por cambiar. El político tiene que evolucionar; el presidente tiene que ser un verdadero estadista y evitar colapsos como el de diciembre, que dejaron todo fuera de control.
–¿Quién generó el colapso: los bancos que fugaron depósitos, el Gobierno que no evitó la fuga...? –Ese fue sólo el final de la historia. Ese fue, apenas, el sálvese quien pueda. Yo estoy convencido de que los problemas empezaron a mediados de la década pasada, cuando había una Convertibilidad que no dejaba exportar...
–Sin embargo, desde 1991 hubo un aumento muy, pero muy importante de las exportaciones...
–Sí. Es cierto. Eso lo permitió la estabilidad. Pero algunos sectores funcionaban muy bien y otros no podían funcionar. Para el sector agroexportador, es difícil exportar con un dólar barato.
–¿Es mejor el modelo actual, de país barato para producir pero con poder adquisitivo pulverizado por el dólar caro y la inflación?
–Yo no hablo de modelo sino de país bien administrado. Sólo se debe gastar según se recauda. De lo contrario, luego hay que cerrar el déficit fiscal y los empresarios terminamos agobiados por los impuestos. Hay que pagar hasta para sacar la producción del país. Es imposible pagar un 10 por ciento para vender al exterior y, luego, un 40 por ciento para ingresar los bienes al mercado europeo. La AEA (Asociación Empresaria Argentina) también va a plantear este tema ante el Gobierno.
–¿Pero la Argentina tiene el déficit actual porque gasta muy mal o porque se evade mucho?
–Por las dos cosas. Aunque le digo que los grandes supermercados no evaden sino que, por el contrario, ayudaron a formalizar la economía. Claro que si por excesiva presión fiscal o falta de reglas claras, estas cadenas, con las que compito (señala logos de Jumbo, Carrefour, Wall Mart y otras) dejan el país, se va a generalizar la improvisación y nadie va a pagar nada. Hay que ayudar a las empresas formales y no agredirlas. Entender que existe un solo mundo: el capitalista. Y el capitalismo significa ganar dinero y también pagar impuestos. Nosotros tenemos buena rentabilidad, pero pagamos impuestos. Habría que poner énfasis en esto y en que tenemos 19 mil empleados.
–¿Parte de la ayuda estatal a las empresas formales consistiría en dar un seguro de cambio o algo equivalente a las endeudadas en dólares?
–No lo sé. En su momento se debatirá. Yo para acceder al mercado de capitales califiqué a la empresa como una de las mejores de la Argentina y no pude tomar un crédito interno porque el Estado se llevaba toda la plata. Por eso me endeudé en el exterior, que me resultaba más barato. Ahora mi compañía tiene que devolver dólares, y eso hará. Pero la realidad es que caímos en una trampa.
–¿Entonces el Estado debe ayudarlos?
–¿Qué puede hacer el Estado si está defaulteado?... Apostamos de más en nuestro país y caímos en una especie de “trampa”. Pero ahora seremos más conservadores y por esto dejamos en el freezer nuestros trece proyectos de ampliación. Sabe Dios la presión que tengo en las espaldas porque 19 mil personas trabajan en la compañía y tengo la responsabilidad de pagar sus sueldos...
–A propósito de esas miles de almas, ¿está en la mira de la empresa un aumento salarial?
–Si sigue la inflación todo irá hacia adelante. Los salarios también. Además, si no aumentan los salarios nosotros vendemos menos. Pero aumentar los salarios con una economía que retrocede es complicado. A mí me gustaría que cada vez la gente ganara más. Estaría loco si dijera que no quiero más poder adquisitivo. Pero en las condiciones actuales, la inflación puede tapar en par de meses cualquier aumento de los sueldos.
–¿Y qué es lo que ayudaría a contener precios?
–Ese será otro tema de la Asociación Empresaria Argentina, que tendrá por finalidad asesorar al Gobierno para resolver cuestiones centrales. Los empresarios estamos preocupados porque si el barco se hunde nos ahogamos todos. Por eso queremos ayudar, orientar. Ahora no tenemos créditos,financiación. Nada. Y para empezar a reconstruir, es imprescindible la ayuda del Fondo Monetario Internacional. Hay que acordar, guste o no.
–¿Pero cree que hay margen político para hacer, por ejemplo, los ajustes en las provincias que quiere el Fondo?
–Ese es otro de los problemas que yo dejo planteado como interrogante. Tenemos que tener un país previsible. No es posible que tomemos un crédito en dólares y luego vivamos atemorizados por una devaluación. Así no se puede producir.
–¿La gestión de Duhalde garantiza esa previsibilidad?
–Después del desastre de diciembre, yo veo que Duhalde está en un gobierno de transición. Pero no tengo dudas de que quien sacará a la Argentina adelante será el gobierno que viene. Lo único que debe hacer el gobierno actual es ordenar un poco y llamar a elecciones. Y los empresarios, como AEA, deben hacer movimientos para poner a los mejores a administrar.
–¿Entonces no sería razonable adelantar elecciones?
–Yo puedo no conocer los tiempos políticos, que no son iguales a los tiempos empresarios. La política tiene tiempos más lentos, más de debate y no respetarlos puede traer más problemas.
–¿Le parece que tienen chances candidatos como Luis Zamora o Elisa Carrió?
–Todos tienen chances en la medida que cumplan con la condición básica de ser estadistas. Un estadista es el que ve un poco más de lo que ven los demás. Y que tenga liderazgo. Que perciba las cosas, se adapte al mundo y sea muy pragmático: que sepa qué le conviene al país en un momento. Debe ser hábil, no tener preconceptos y entender que el mundo cambió.
–Por casualidad, ¿ese perfil se corresponde con el de Carlos Menem?
–...Yo no conozco a nadie con ese perfil. La asociación corre por cuenta suya.